Dos h¨¦roes contempor¨¢neos
'Torobaka' combina el humor socarr¨®n y hasta irreverente de Israel Galv¨¢n con la ternura vital de Akram Khan
No siempre estos experimentos de reunir a artistas de factura tan diferente da un resulta estimable, sin embargo esta vez, el proceso planteado por el sevillano Israel Galv¨¢n y el banglades¨ª Akram Khan deja una impresi¨®n de profunda autenticidad, de trabajo serio, de empe?o.
Hay dos experiencias precedentes dentro del festival de oto?o de unir la danza india denominada kathak y el flamenco, al menos comunicarlas sobre un mismo escenario. Lo hizo Mario Maya en el Teatro Espa?ol en 1985 con Birju Maharaj y despu¨¦s la edici¨®n de 1992 en la Sala Olimpia, un grupo de artistas con Joselito encabezando el cartel. Ahora la hache en la palabra khatak ha cambiado de sitio. Estos dos espect¨¢culos anteriores y el visto ahora, son, cada uno, respuesta a los c¨¢nones y est¨¦tica de su tiempo espec¨ªfico. Pero el resultado s¨ª que resiste parearlos, someterlos a una misma vitola. Mario maya fue el maestro principal formativo de Israel Galv¨¢n, y en ¡°Torobaka¡± est¨¢ su recuerdo a trav¨¦s de cierto fraseo, pasos que Galv¨¢n recuerda muy vivamente, que le son parte, y los ha marcado a su oponente esc¨¦nico, Akram. Es un severo y arriesgado contraste lleno de vibraci¨®n, de una danza tensa y poderosamente anclada en la r¨ªtmica.
Torobaka
Coreograf¨ªa e interpretaci¨®n: Israel Galv¨¢n y Akram Khan; arreglos musicales e interpretaci¨®n: David Azurza, Bobote, Christine Leboutte y Bernhard Schimpelsberger; vestuario: Kimie Nakano; luces: Michael Hulls. Teatros del Canal. Hasta el 29 de junio.
Torobaka tiene forma de pas de deux cl¨¢sico. Primero una entrada a d¨²o, luego una larga variaci¨®n en solitario de cada uno y despu¨¦s, al final, una especie de coda o cierre coral. En estos dos artistas coincide la dualidad tan singular como estimulante de ser buen¨ªsimos creadores punteros de hoy a la vez que inspirados int¨¦rpretes de sus propios materiales. En este caso, ha habido un toma y daca, una relaci¨®n, en cuanto materia, de vasos comunicantes.
En escenario est¨¢ concebido como un coso o arena circular (a la manera y proporciones de la tarima elevada del Bolero de Maurice B¨¦jart), que la luz ti?e de rojo o de azul. En d¨²o, organizado como de respuesta r¨¢pida, hace enseguida entrar al espectador en situaci¨®n. El humor socarr¨®n y hasta irreverente de Galv¨¢n encuentra equilibrio con la ternura vital de Khan.
Christine Leboutte, que ya apareci¨® antes en unas obras de Sidi Larbi-Cherkaoui, aporta una parte importante y dram¨¢tica con su registro vocal y sirve de hilado a una acci¨®n, quiz¨¢s neodada¨ªsta, ya que tambi¨¦n est¨¢ presente la matriz de un poema de Tristan Tzara.
Los textos de Akram Khan y de Israel Galv¨¢n que acompa?an el programa de mano son apenas dos p¨¢rrafos preciosos y claros, elocuentes en su sencillez y en lo mucho que exponen y ayudan. El p¨²blico que abarrotaba la sala roja de los Teatros del Canal con el oscuro final estall¨® en una ovaci¨®n que se convirti¨® e v¨ªtores y bravos, no s¨®lo merecidos, sino realmente lo menos que merece su entrega total durante la velada.
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