El renacer de las izquierdas
El batacazo del PSC ha oscurecido que, pese a todo, el 25 de mayo las izquierdas obtuvieron m¨¢s votos que las derechas
Una oleada de ilusi¨®n se ha extendido entre buena parte de las izquierdas en toda Espa?a pese a que la fuerza que obtuvo m¨¢s votos en las recientes elecciones al Parlamento europeo fuera el PP. Quien primero personific¨® ese entusiasmo fue el eurodiputado Pablo Iglesias, elegido por Podemos, la coalici¨®n surgida del movimiento de los indignados. En Catalu?a han tenido que pasar algunas semanas para que Ada Colau se levantara como la figura que lo exprese. Cada d¨ªa que pasa crece la conciencia de que las elecciones del 25 de mayo fueron tambi¨¦n una victoria de las izquierdas y que estas se hallan en disposici¨®n se pasar a la ofensiva con expectativas de ¨¦xito.
El fuerte descenso de los dos principales partidos espa?oles hizo que el segundo dato m¨¢s destacado a la hora de explicar los resultados de las elecciones fuera la sacudida al modelo electoral de bipartidismo imperfecto existente en Espa?a. El primer dato era que el PP consegu¨ªa mantenerse en primer lugar pese a la p¨¦rdida del 18% de sus votos respecto a las anteriores elecciones europeas y que el PSOE conservaba tambi¨¦n su segundo puesto, aunque perdiendo el 20% de sus votos.
Pero hay otros datos, que pr¨¢cticamente pasaron desapercibidos. La derrota del PSOE oscureci¨® que, en realidad, de las urnas sali¨® una mayor¨ªa de votos de izquierdas, si como tales se incluye l¨®gicamente a los obtenidos por el propio partido socialista y, en Catalu?a, a los de Esquerra Republicana. Son unos porcentajes claros. Las izquierdas sumaron el 46% de los votos en el conjunto de Espa?a frente al 40.9% de las derechas. En Catalu?a, las izquierdas llegaron al 52%, ante el 48% de las fuerzas conservadoras.
Ya casi nadie echa las cuentas as¨ª en el sistema espa?ol de medios de comunicaci¨®n. En Catalu?a, el debate sobre el autogobierno y el reconocimiento nacional permite otras lecturas de los mismos resultados. Y no son lecturas carentes de sentido, qu¨¦ va. En el conjunto de Espa?a est¨¢ desde 1982 tan interiorizado que la izquierda que realmente cuenta es el PSOE que mucha gente no se atreve a sumar sus votos con los del resto de partidos y fuerzas progresistas. No es por azar. El PSOE se sent¨ªa muy c¨®modo en esta situaci¨®n en la que era la ¨²nica fuerza con expectativas ciertas para acceder al Gobierno. Tanto, por ejemplo, como para despreciar la necesidad de contar con otros partidos a la hora de reformar la Constituci¨®n a beneficio de los inversores financieros, como hizo en el verano de 2011. O como para mostrarse dispuesto, por boca tan significativa como la de Felipe Gonz¨¢lez, a formar una coalici¨®n con el PP, si llega el caso.
En la oleada de votos que del 15-M hay muchos que proceden de ciudadanos de los movimientos y partidos que han combatido las pol¨ªticas del Gobierno del PSOE
Lo cierto es, sin embargo, que el golpe al bipartidismo, y al PSOE dentro de ¨¦l, se ha producido esta vez para alumbrar una mayor¨ªa electoral de izquierdas si, redimensionado, se le incluye en ellas. En Catalu?a sucede otro tanto con Esquerra Republicana. Existen en ambos casos argumentos, y comportamientos en su historia reciente, como para pensar que los dos prefieren actuar como partidos de centro-izquierda aunque no se autodefinan as¨ª. Es perfectamente comprensible, e incluso justificado, que las otras fuerzas de izquierda desconf¨ªen de unos partidos que en los ¨²ltimos a?os han preferido aliarse con la derecha. En el caso de los socialistas, en aspectos tan relevantes como la citada reforma expr¨¦s de la Constituci¨®n y en el caso de Esquerra Republicana manteniendo en el Parlament al minoritario Gobierno de CiU presidido por Artur Mas.
En la oleada de votos que han contribuido a la mayor¨ªa de izquierdas en las elecciones del 25 de mayo hay muchos, much¨ªsimos, que proceden de ciudadanos de los movimientos y los partidos que han combatido las pol¨ªticas aplicadas por el Gobierno del PSOE desde 2010. Y muchos que consideran que, en general, lo que esta sociedad requiere no es un apa?o como el que cabe esperar de partidos de centro-izquierda, sino una reconfiguraci¨®n a fondo del sistema de representaci¨®n pol¨ªtica que env¨ªe a la historia al posibilismo y la moderaci¨®n de la que la izquierda hizo gala en la d¨¦cada de la transici¨®n.
No se habr¨ªa producido esta victoria de las izquierdas sin que acudieran a votar muchos ciudadanos que habitualmente se absten¨ªan de hacerlo. Acudieron a las urnas porque esta vez exist¨ªa la propuesta de Podemos y de otros movimientos afines que hablan de un renacer de la pr¨¢ctica de las izquierdas. Es lo que ahora mismo se ha puesto sobre el tablero con la articulaci¨®n de la plataforma Guanyem Barcelona lanzada por Ada Colau.
El atractivo de esta propuesta es que, adem¨¢s de plantear una batalla para recuperar la mayor¨ªa de izquierdas en el Ayuntamiento de una ciudad tan importante como la capital catalana, ofrece algo distinto a la mera coalici¨®n de tres o cuatro partidos. Ofrece replantear la forma de gobernar la ciudad, con el plus de credibilidad que aporta la trayectoria de una figura forjada en un movimiento social como el de la lucha contra los desahucios. Ni que decir tiene que esto implica una cr¨ªtica a las propias fuerzas de izquierdas que dirigieron el Ayuntamiento durante casi tres d¨¦cadas. Y, en esta misma medida, una dificultad para aliarse con ellas. De c¨®mo se desarrolle esta din¨¢mica entre cr¨ªtica y alianza depende a estas alturas el resultado del experimento.
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