Otra forma de mirar al Salvador
Una visita descubre un perfil in¨¦dito del 'skyline' sevillano desde las cubiertas de la antigua mezquita
El solar en el que se alz¨® la mezquita mayor de Sevilla, una construcci¨®n del siglo IX de la que se conserva el alminar y parte del patio de las abluciones, es uno de los m¨¢s elevados del centro hist¨®rico de la ciudad y la Iglesia Colegial del Divino Salvador, el templo que ahora lo ocupa, se ha convertido temporalmente en un privilegiado mirador nocturno.
Durante todo el verano, el p¨²blico podr¨¢ conocer los rincones secretos del conjunto, obra de Leonardo de Figueroa a principios del siglo XVIII, uno de los monumentos barrocos m¨¢s significativos en una ciudad que vivi¨® su m¨¢ximo esplendor precisamente en ese periodo, el barroco. Las visitas guiadas, en grupos de entre 10 y 20 personas, permiten admirar no solo espacios cerrados al p¨²blico como las cubiertas del edificio, su cripta o el camar¨ªn de la Virgen de las Aguas; sino tambi¨¦n conocer la historia del enclave en el que a¨²n perduran restos arqueol¨®gicos romanos y visig¨®ticos. Huella de lo sagrado, como se ha bautizado el programa que ha puesto en marcha el Cabildo Catedral de Sevilla (902 099 692 o reservas@catedraldesevilla.es) cuenta como cicerones con int¨¦rpretes del patrimonio de las empresas de gesti¨®n cultural Engranajes Culturales, Conocer Sevilla y Homo Artis.
La rehabilitaci¨®n del Salvador, realizada por el arquitecto Fernando Mendoza entre 2003 y 2008 ¡ªpor la que recibi¨® el Premio Nacional de Restauraci¨®n y Conservaci¨®n¡ª, permiti¨® ampliar la cripta inicial del templo barroco y dejar al descubierto el pavimento original de la mezquita y otras sorpresas. Durante las excavaciones arqueol¨®gicas solo se pudo bajar hasta un m¨¢ximo de cinco metros, alcanzado ese nivel brota un caudal de agua subterr¨¢neo, una especie de piscina que se ha dejado como testigo del subsuelo y en la que se pueden ver restos de construcciones romanas y visig¨®ticas. Adem¨¢s de descubrir las trazas de la antigua mezquita aljama con una distribuci¨®n de nueve naves que responde al modelo de la Mezquita de C¨®rdoba, el gu¨ªa que conduce la visita explica al p¨²blico que durante casi cuatro siglos, la mezquita aljama se consagr¨® y utiliz¨® como templo cristiano desde 1248, a?o en el que Fernando III tom¨® la ciudad, hasta 1671, cuando el Cabildo decidi¨® demoler el deteriorado edificio musulm¨¢n del siglo IX y encargar una iglesia barroca a Esteban Garc¨ªa. El proyecto, terminado en 1674, se derrumb¨® por problemas de cimentaci¨®n y un deficiente c¨¢lculo de estructuras y el arquitecto acab¨® en la c¨¢rcel. Las obras se reiniciaron de la mano de Leonardo de Figueroa y fue entonces cuando el Salvador comenz¨® a tener el aspecto que ha llegado hasta nuestros d¨ªas, una de las joyas barrocas levantadas por el valenciano, el primero de una saga de arquitectos que trabaj¨® en Sevilla en el siglo XVIII, autor tambi¨¦n de la Iglesia de San Luis de los Franceses, el Hospital de la Caridad y la fachada del Palacio de San Telmo.
La cripta guarda vestigios con los que se puede? trazar m¨¢s de mil a?os de historia del edificio
La rehabilitaci¨®n, que se complet¨® con la restauraci¨®n de 53 obras de artes que se realiz¨® al mismo tiempo que las obras en el Instituto Andaluz del Patrimonio Hist¨®rico (IAPH), ha permitido tambi¨¦n descubrir enterramientos masivos en las criptas perimetrales en dos momentos en los que Sevilla sufri¨® grandes epidemias: la peste de 1649 y la fiebre amarilla de 1810. Los restos, muchos de ellos ya estudiados, se conservan en la misma cripta distribuidos en m¨¢s de 350 cajas. Durante los trabajos, los arque¨®logos se toparon con un enterramiento muy especial: una cripta con restos de m¨¢s de 1.500 beb¨¦s de hasta un a?o, hallazgo que se justifica por la proximidad de la Casa Cuna en el siglo XVIII ¡ªubicada en el actual Teatro Quintero en la calle Cuna¡ª que recog¨ªa a los infantes abandonados, el 70% de los cuales no llegaba a cumplir los tres a?os.
La parte m¨¢s emocionante del recorrido que dura algo m¨¢s de hora y media, y para el que es necesaria la reserva, es la subida a las cubiertas. Adem¨¢s de un paisaje urbano in¨¦dito desde esa cota, en las cubiertas se descubre c¨®mo Figueroa concibi¨® un edificio majestuoso ayud¨¢ndose de cuatro grandes c¨²pulas cubiertas de tejas que no cubren b¨®vedas interiores sino que son meros postizos para elevar su imagen y que, a la postre, sirven como ventilaci¨®n y protecci¨®n contra las inclemencias del tiempo.
El camino trazado por Huella de lo sagrado pasa tambi¨¦n, ya en el interior de la iglesia, por otro espacio cerrado al p¨²blico: el camar¨ªn de la Virgen de las Aguas, un recoleto espacio del siglo XVIII dise?ado por Diego Antonio D¨ªaz, cubierto por pinturas murales encargado por un cardenal y destinado entonces al culto privado. Todo un recorrido a lo largo de m¨¢s de mil a?os de historia de Sevilla en poco menos de dos horas.
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