Strauss y el silencio
Portentoso final de "Una vida de h¨¦roe", por un exquisito Daniel Barenboim
Los grandes conciertos tambi¨¦n se pueden medir por la calidad del silencio. Un silencio que se palpa en el ambiente durante solo unos segundos y que nace de la profunda emoci¨®n vivida; as¨ª sucedi¨® en el Palau de la M¨²sica tras el portentoso final de Una vida de h¨¦roe, matizado de forma exquisita por Daniel Barenboim al frente de la Staatskapelle Berl¨ªn. Despu¨¦s rompieron los aplausos, los bravos, los gritos de j¨²bilo, expresi¨®n natural de la satisfacci¨®n del p¨²blico. Fue un gran concierto, aunque no tanto una gran inauguraci¨®n de temporada, porque, por mucho que se empe?en los gestores del Palau, eso de adelantar a julio el inicio del curso musical, antes de las vacaciones, y encima hacerlo con la misma orquesta, el mismo director y el mismo programa que tambi¨¦n sirvi¨® para cerrar el s¨¢bado, en el Auditorio Nacional Madrid, la temporada de Iberm¨²sica, no tiene ese toque de exclusividad que la ocasi¨®n merece. Salvo por este detalle, nada balad¨ª, la celebraci¨®n del 150? aniversario del nacimiento de Richard Strauss tuvo con Barenboim y la Staatspelle Berl¨ªn ese plus de felicidad mel¨®mana que tan pocas veces se alcanza.
DANIEL BARENBOIM
Staatskapelle Berl¨ªn.
Obras de Richard Strauss.
Palau de Barcelona, 7 de julio
Dos poemas sinf¨®nicos con h¨¦roe incorporado compartieron el programa: abri¨® la velada Don Quijote, ¡°serie de variaciones fant¨¢sticas sobre un tema caballeresco¡±, alrededor de la novela de Cervantes, que conf¨ªa el papel de Don Quijote a un violonchelo y recrea a trav¨¦s de una viola el car¨¢cter jovial de Sancho Panza; a veces se invita a solistas de relumbr¨®n para tocar estas partes solistas, pero como Barenboim tiene en plantilla virtuosos de primera, los pasamos en grande con el violonchelista Claudius Popp y el viola Felix Schwartz.
El h¨¦roe de la segunda parte es el propio Strauss en un autorretrato ¡ªUna vida de h¨¦roe¡ª recorre sus haza?as orquestales: aqu¨ª estuvo muy inspirado el concertino Wolfram Brandl. El Strauss de Barenboim es capaz de derretir al mel¨®mano m¨¢s distante, porque conjuga la brillantez natural de uno de los mejores orquestadores de la historia con un lirismo c¨¢lido. El secreto est¨¢ en la flexibilidad, el equilibrio y, claro est¨¢, la complicidad de una orquesta de sonido rotundo ¡ªmetales potentes, pero nunca agresivos, finas maderas y una cuerda densa y rica en texturas graves¡ª que respira con Barenboim el latido straussiano.
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