Magaluf y nombres nuevos
Los Escarrer crean Calvi¨¢ Beach Resort, Sol Wave House Mallorca y Nikki Beach y los Matutes Ushua?a y abren un sinf¨ªn de ofertas para clientelas caprichosas
La familia Escarrer de Meli¨¢ Hotels pretende que Magaluf, en Mallorca, sea Calvi¨¢ Beach Resort. Con sus dominios Sol Wave House Mallorca y Nikki Beach quieren que las marcas comerciales ¡ªy el complejo de nombres ajenos en antiguos hoteles¡ª camufle en el mapa del turismo la mala fama que nubla la imagen de aquel territorio y su top¨®nimo.
Magaluf destino tormentoso, cuestionado por una parte de su realidad excitada por negociantes y sensacionalismo. Hace d¨¦cadas que se da la apoteosis de los excesos privados en p¨²blico, con alcohol, sexo y drogas.
Turismo de masas. Hooligans en multitud hacen bullir la noche y las cajas de una sola calle con id¨¦nticos negocios-trampa. La exhibici¨®n, sin horarios ni mesura, a veces ofende la dignidad.
El raro top¨®nimo, en Europa est¨¢ adherido a la bacanal y al barullo et¨ªlico. Con la intoxicaci¨®n y la desinhibici¨®n domina el eco del grito, m¨¢s eructos, pis y v¨®mitos. Sucede solo en una porci¨®n del todo, en una maldita zona, Punta Ballena, una esquina trasera, menor, una mancha.
Una v¨ªa domina el destino. En las postales Magaluf tuvo inter¨¦s por sus rascacielos aislados como cirios. La discoteca gigante de Tolo Cursach, BCM, activ¨® su factor¨ªa de dinero y la idea invadi¨® con pistas, Dj y conciertos las piscinas y patios de hoteles.
La clientela, barata, juvenil, es trashumante, del frio y el veto a la noche del desahogo, bebida sin horario y poco sol. Cada verano crece y se reitera un parte de guerra: el goteo de v¨ªctimas de sus tr¨¢gicos intentos de vuelos desde las terrazas de beodos. Ese balconing ennegreci¨® Magaluf. En la cara oculta queda una brutal estad¨ªstica de violaciones de mujeres por otros bebedores y criminales sexuales. Ahora, un tonto sin escr¨²pulos lanz¨® el mamading por un v¨ªdeo de una felaci¨®n en serie.
Los medios amarillos y otros serios hicieron el tam-tam, en su llamada del todo por la audiencia. Una miserable an¨¦cdota devino categor¨ªa de fen¨®meno viral, una pandemia morbosa. La hecatombe global alentada por el populismo demag¨®gico.
Inventar nombre, denominar los lugares y las cosas de otra forma es colocar una m¨¢scara, un disfraz de decorado, otra fachada. Al tapar escenarios menos interesantes u obscenos act¨²an tramoyistas del lujo y precios caros. Explican la reconversi¨®n de viejos hoteles para abrir otros ¨¢mbitos de referencia que evocan el lujo de la exclusividad y la fama.
En Ibiza, Abel Matutes ¡ªpadre e hijo¡ª reinventan el contenido y el precio de su oferta de la playa d¡¯en Bossa. La moda de los top¨®nimos deslocalizados aflora para vestir mitos y conceptos tur¨ªsticos. Ushua?a Ibiza Beach, Ibiza Tower o Ibiza Hard Rock abren un sinf¨ªn de ofertas para clientelas caprichosas.
Cada lugar, hasta las nubes, tuvo su nombre, una referencia de identidad, sin necesidad de acudir al repertorio ilustrado en las leyendas populares y las referencias cristianas. Los ¨¢rboles tuvieron apellido como las ¡°se?as¡±, hitos de pesca, con coordenadas entre el mar y el litoral: ¡°la marad¨¦deu pel faro i la punta de s¡¯homonet¡±.
Antes del GPS, el Google, tras los radares de navegaci¨®n sobre tierra y agua, el destino era un lugar determinado. Una finca, un camino, una pe?a, una cueva secreta de contrabando, una curva, las casas y los picos de los montes. Miles de top¨®nimos ya perdidos por falta de uso han quedado marcados en mapas y libros de rutas gracias a los rastreados de la toponimia.
El turismo invent¨® una tradici¨®n de denominaciones absurdas. En dos islas hay dos urbanizaciones Sangri-la. En Palma, Sometimes, m¨¢s all¨¢ el Dorado, Maioris, bah¨ªa Grande, bah¨ªa Azul. En Portopetro la colonia del Silencio. M¨¢s: Maryland, el puerto el Cocodrilo, port Adriano, cala Fe, cala Rom¨¢ntica, cala Tropicana, el para¨ªso de los Pinos, Stella Maris, poblado Butano.
Son top¨®nimos absurdos, hirientes, clavados como lanzas sobre la identidad anterior y popular. La voluntad de hegemon¨ªa territorial llev¨® a un urbanizador hotelero a bautizar con nombre familiar ¡ªEsperanza¡ª un falso lago de s¡¯Albufera, la playa y un hotel. Otro hotelero, Toni Pomar, no quiso que su calle estuviera dedicada a un cl¨¢sico, Suetonio. Rog¨® al Ayuntamiento de Palma que quitaran la placa. Lo logr¨®. Iba en secuencia: Horacio, Virgilio, Tito Livio, C¨¦sar o Cicer¨®n. Es Can Pastilla city.
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