Los pol¨ªticos creen que no se cumplir¨¢ el fallo que manda demoler rellenos en Mar¨ªn
Un barrio diezmado por obras ilegales pide ejecutar las sentencias del Supremo
La playa de A Posta se llama as¨ª, dicen los vecinos, porque es el arenal de la r¨ªa de Pontevedra en que m¨¢s tarde se esconde el sol. El lugar fue orgullo de las gentes de Praceres, en el linde entre Pontevedra y Mar¨ªn, pero hoy es un raqu¨ªtico recuerdo de ¨¦pocas de turismo costero elitista. De un lado, se la ha comido el muro del puerto de Mar¨ªn. Del otro, la autov¨ªa. Por el medio, la destripa el ferrocarril. A Posta es un ejemplo de la destrucci¨®n de la parroquia, atravesada por una v¨ªa de tren ilegal y empotrada contra un relleno portuario igualmente irregular, junto a una depuradora en el limbo y una f¨¢brica de celulosas tambi¨¦n entrampada en pleitos. Los tribunales han fallado masivamente contra las obras que encorsetaron el lugar, pero nadie parece dispuesto a revertir el da?o.
La ¨²ltima sentencia contra los rellenos del puerto que a comienzos de la d¨¦cada pasada a?adieron m¨¢s de 300.000 metros cuadrados a las instalaciones ¨Cun aumento de casi el 75%- se hizo p¨²blica la semana pasada. Dictada por el Tribunal Supremo, remite a una previa del Superior que ya amenazaba con multas y con empezar a dirimir responsabilidades penales si no se revert¨ªa la situaci¨®n de los terrenos a la del a?o 2000, cuando se aprob¨®, sin evaluaci¨®n de impacto ambiental, un plan especial, anulado por el propio Supremo en 2009. En los cinco a?os transcurridos, la actuaci¨®n de las Administraciones ha ido en la l¨ªnea de tratar de parchear la chapuza previa. La ¨²ltima intentona, del a?o pasado, fue un nuevo plan especial ¡ªvan tres¡ª sobre cuyo fin ya da pistas el Alto Tribunal, enfadado ante ¡°la existencia de una serie de planes anteriores y posteriores que habr¨ªan de dar supuesta cobertura a las obras¡±. Dicen los magistrados que no valen apa?os.
Pero de momento nadie se da por aludido. El puerto de Mar¨ªn es de inter¨¦s general, por lo que depende del Estado y no de la Xunta. El presidente de la Autoridad Portuaria desde 2009 es Jos¨¦ Benito Su¨¢rez Costa, marido de la ministra de Fomento, Ana Pastor, y acompa?ante habitual de Mariano Rajoy en sus paseos estivales junto al r¨ªo. Aunque en 2009 dijo que retirar los rellenos era inviable, sobre esta ¨²ltima sentencia a¨²n se no se ha pronunciado. ¡°Est¨¢ en manos del abogado del Estado¡±, se limita a decir una portavoz. La alcaldesa de Mar¨ªn, Mar¨ªa Ramallo, tambi¨¦n del PP y en tiempos presidenta del puerto, declar¨® que la resoluci¨®n generaba ¡°incertidumbre¡± y ¡°preocupaci¨®n¡±. Todos esperan no tener que cumplir a rajatabla la sentencia. El regidor pontevedr¨¦s, Miguel Anxo Fern¨¢ndez Lores (BNG), dice, tras recordar que el Ayuntamiento aleg¨® sistem¨¢ticamente contra todas las ampliaciones portuarias, que no queda ahora m¨¢s remedio que ¡°buscar soluciones¡± para que la sentencia no se ejecute.
Ese encogerse de hombros de los responsables pol¨ªticos molesta a Eladio Torres, portavoz de la plataforma vecinal de Os Praceres, que lleva 15 a?os peleando con las Administraciones ¡°por dignidad¡±. ¡°Nos dec¨ªan que est¨¢bamos locos, que todo era legal¡±, rememora. Critica que el puerto haya crecido como un pol¨ªgono industrial ¡ªen los terrenos ganados al mar est¨¢ la f¨¢brica de Gonvarri, que produce componentes para Citro?n¡ª, y reclama que las sentencias se ejecuten de una vez. ¡°Si no saben c¨®mo, que me pregunten a m¨ª¡±, bromea, antes de relatar que para sufragar los pleitos fue necesario organizar colectas entre los vecinos para pagar los gastos. Est¨¢ convencido de que no hay posibilidad judicial de escapar a las resoluciones del Supremo, pero acaba explotando contra la ¡°estrategia de aburrimiento, de cansancio, de entretener a la justicia y re¨ªrse de los ciudadanos¡± y el sentimiento de que ¡°el Estado de Derecho es para m¨ª y mi vecino, mientras hay otros que se cachondean¡±.
Pasos a nivel junto al parque infantil
Sentado en la terraza del bar en Praceres, Antonio Castro, que fue redero y navegante antes de meterse a hacer obras, mira de refil¨®n, hace una mueca y concluye: ¡°El pez grande siempre se come al chico¡±. Ya jubilado, el hombre vivi¨® en 2001 la instalaci¨®n de la v¨ªa del tren por el medio de la plaza del pueblo, unas obras para dar servicio al puerto que tuvieron una oposici¨®n vecinal masiva, con enfrentamientos con la polic¨ªa que en una jornada mand¨® al hospital, seg¨²n el c¨¢lculo de Eladio Torres, a 26 personas. Las obras duraron un a?o y dejaron la plaza partida en dos. Despu¨¦s de aquello, don Antonio cree que por mucha sentencia favorable, los vecinos llevan las de perder.
La plataforma vecinal tambi¨¦n recurri¨® judicialmente estas obras. El Supremo dictamin¨® en 2007 que, efectivamente, no se pod¨ªan tener pasos a nivel en medio de una plaza p¨²blica. La soluci¨®n, siete a?os despu¨¦s, todav¨ªa est¨¢ por llegar. Fomento remolone¨®, busc¨® resquicios para legalizar la obra y nuevamente se top¨® con los jueces. Ahora la idea declarada es construir pasos subterr¨¢neos pero para los peatones, no para el tren.
Entre tanto, los intentos por maquillar el estropicio no fueron bien recibidos. Destilan iron¨ªa amarga los comentarios respecto al parque infantil vallado, levantado junto a la v¨ªa. ¡°Est¨¢ como nuevo¡±, r¨ªe Torres, convencido de que la actuaci¨®n de las Administraciones tanto para los rellenos del puerto como las obras del tren forman parte de una ¡°trama¡± para incumplir la ley a sabiendas.
A estos desplantes se suma, adem¨¢s, la presencia de la depuradora en un extremo del pueblo, en unos terrenos en los que no deber¨ªa estar, en opini¨®n de la Audiencia Nacional. El c¨ªrculo se completa con la presencia tambi¨¦n cercana de la pastera Ence, que igualmente carga con resoluciones contrarias a su ubicaci¨®n pero que est¨¢ a un paso de conseguir una pr¨®rroga del Gobierno para perpetuarse en su emplazamiento junto a la r¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.