La expareja feliz
Al Bano y Romina Power fueron pareja s¨®lo art¨ªstica en su reaparici¨®n en Peralada
En un escenario veraniego, con tiros moderadamente largos y bronceados a la luz de la luna, una pareja que fue feliz y lo cant¨® a destajo como una franquicia de Cupido, escenificaba que ahora, tras a?os de matrimonio y otros muchos de divorcio, pueden verse sin escozor. No, que nadie se equivoque, Al Bano y Romina Power est¨¢n separados y no se van a reconciliar, pero por razones de amistad debidamente ali?adas con otros argumentos menos intangibles, la ex pareja feliz ha realizado unos pocos conciertos en los que han vuelto a ser pareja art¨ªstica. Uno de ellos tuvo lugar en casa de sus amigos, los se?ores Suqu¨¦, art¨ªfices del festival de Peralada, donde en la noche del martes se dieron un homenaje que hizo pensar en que no hay desamor que mil a?os dure. Todo esto en un concierto eterno que no fue exactamente un concierto de Al Bano y Romina Power, sino un concierto de Al Bano y su familia, entre la que l¨®gicamente estaba su exmujer. Nada como el concepto mediterr¨¢neo de familia, cualquier cosa por los hijos.
S¨ª, fue verdad, el concierto fue un atasco que s¨®lo en la parte final se hizo algo fluido. Como marcando territorio fue Al Bano quien lo comenz¨®, vestido con un traje gris alpaca de los que El Fary usaba en alguna muy se?alada fiesta de guardar. Pero ya se sabe que el fuerte de Al Bano no est¨¢ ni en su carisma ni en la variedad de la montura de sus gafas, sino en su voz de tenor, potente a¨²n m¨¢s porque ¨¦l la siente potente y la exhibe como su musculatura un chaval a¨²n imberbe. Tampoco el tino estuvo en el grupo de acompa?amiento -bater¨ªa, bajo, guitarra y teclados con una orquesta dentro-, cuyos arreglos fueron bastante planos. Un cuarteto de vocalistas ataviadas de boda, reforzaron el apartado vocal. Y precisamente, tras calentar su herramienta con unas cuantas piezas, s¨ª Al Bano tiene una voz tan l¨ªrica que incluso permite olvidar las canciones cuando son median¨ªas e imaginarla en composiciones de fuste, introdujo a Romina sin apenas cruzarse con ella, escatimando la foto que todo el mundo buscaba.
Contrast¨® el gris Al Bano con los vaporosos tejidos azules con los que su exmujer apareci¨® en escena para interpretar en ingl¨¦s un par de canciones bastante mediocres, declamar un poema y certificar como la maternidad ciega hasta ver gracilidad en el trotar de un paquidermo. Yari Carrisi, segundo fruto de la relaci¨®n con Al Bano, le acompa?¨® en una pieza por ¨¦l compuesta para mam¨¢ y con pocos visos de ser recordada por alguien que no sea mam¨¢. Luego, para extraviar un poco el sentido de la velada, Yari hizo una versi¨®n de los Beatles y otra de Pink Floyd y se qued¨® tan pancho. Metido por el calzador protector de la familia, Yari cant¨® tanto que peg¨® el cante.
Pero nadie pareci¨® ponerse tiquismiquis, la fiesta celebraba un reencuentro, el de la pareja con Peralada tras 20 a?os de ausencia. Tras el hijo, Al Bano homenaje¨® un escenario tan l¨ªrico como aquel marc¨¢ndose unas arias y la famos¨ªsima y popular "Funicul¨¬, funicul¨¤" napolitana. Cay¨®, por supuesto, su "Ave Mar¨ªa", en cuya presentaci¨®n Al Bano confundi¨® espiritualidad con religiosidad, algo muy cat¨®lico. M¨¢s tarde comparti¨® escena con Romina, espl¨¦ndida en su sentido del humor sobre el paso del tiempo, inspirado en la seguridad de quien no se siente muy desportillada por los a?os. Romina, todo clase a¨²n en sandalias, ya vestida en fucsia tambi¨¦n vaporoso, dignific¨® la estampa de su ex, quien dejando la alpaca en el camerino gan¨® enteros. Hubo humor incluso repitiendo la entrada de Romina en escena para cantar a d¨²o, pues un problema en la bater¨ªa impidi¨® que fuese digna de la situaci¨®n y de las deseadas fotos.
Y este fue el tramo del concierto que hab¨ªa movido los suspiros. La pareja, comport¨¢ndose como una razonable pareja de divorciados, cant¨® piezas como "Nostalgia canaglia", "Siempre, siempre" o "Vivirlo otra vez", interpretados sin necesidad de parecer v¨ªctimas de un amor diab¨¦tico. En este sentido los di¨¢logos entre ambos y sus miradas nos hablaron de una pareja normal que ya no tiene que vender post adolescencia, sino sentimientos que no por morir conducen de por vida al resquemor. Casi resulta m¨¢s esperanzador este mensaje que el amor a quintales, llovido como una catarata de sentimientos marcados por arrobas de acn¨¦. Incluso fue tierno el t¨ªmido e inseguro baile que la pareja protagoniz¨® bajo los acordes de "Vivirlo otra vez", en el tramo final de un concierto innecesariamente largo y titubeante. Hay esperanza m¨¢s all¨¢ del divorcio, pero cuidado con la familia.
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