Arquitectos en desahucio
"Cada vez es m¨¢s complicado vivir de esto¡±, afirman dos profesionales de la tercera generaci¨®n formada en Galicia, tras los cambios impuestos por la crisis
Tocada en su estructura por el desplome del ladrillo y la marea especulativa, la arquitectura fabrica ahora m¨¢s parados que casas. Una profesi¨®n de prestigio, entre el arte y la t¨¦cnica, que cambi¨® de arriba abajo con la crisis. ¡°Las condiciones en las que se trabajaba antes y las de ahora no tienen nada que ver¡±, confirma Antonio L¨®pez Rodr¨ªguez (Betanzos, 1976). Se acabaron los grandes estudios, como los que proliferaban en A Coru?a, centrados ¡°a lo bestia en hacer vivienda¡± con 20, 30 o hasta 40 empleados ¡°mal pagados¡± pero que cobraban ¡°aut¨¦nticas barbaridades por cada proyecto¡±. La calidad profesional no vari¨®, opina este arquitecto treinta?ero. Pero s¨ª el inter¨¦s, cada vez menor, afirma, por la arquitectura de calidad mientras el paro hace estragos, crece la precariedad laboral y se desmoronan las perspectivas de futuro.
?La supresi¨®n en 2009 de un baremo de honorarios tir¨® por el suelo las remuneraciones de un oficio en el que ya no salen las cuentas. Para sobrevivir, las nuevas generaciones apuestan por asociarse y ramificarse. Afloran nuevos estudios formados por socios de diversas disciplinas y oficios que tratan de ofrecer servicios complementarios. ¡°Se trata de retroalimentarse¡±, apunta Andr¨¦s Rodr¨ªguez Nistal (Cacabelos, Le¨®n, 1976), compa?ero de promoci¨®n de Antonio en la Escuela T¨¦cnica Superior de A Coru?a y ahora ¡°superparado¡±. Seguir en la profesi¨®n de forma individual es cada vez m¨¢s imposible.
Ambos arquitectos arrancaron su carrera en 2003 de forma muy similar, al igual que una legi¨®n de compa?eros de su generaci¨®n, la tercera formada en Galicia. Antonio L¨®pez empez¨® primero de pr¨¢cticas y luego como falso aut¨®nomo ¡ªcobra un fijo mensual del que hay que descontar Seguridad Social y Hacienda¡ª en el despacho de un asentado arquitecto en Santiago. Colabor¨® en varias obras p¨²blicas. Y a costa de ¡°sacrificar vida social y horas nocturnas¡±, consigui¨® con un colega un gran proyecto, como es un hospital psiqui¨¢trico en O Pino (A Coru?a), que le permiti¨® independizarse y abrir su propio estudio.
Era 2007, ¨²ltimo a?o de bonanza. Antonio no se lamenta. Asociado a su pareja, tambi¨¦n arquitecta, sigue teniendo trabajo, incluso m¨¢s que la media aunque ¨¦sta se reduce a ¡°una vivienda al a?o como mucho¡± y a aceptar todo tipo de encargos: realizaci¨®n de informes, tasaciones, certificaciones energ¨¦ticas... Nada de abundancias tampoco. ¡°Si sacas mil euros limpios al mes, te puedes dar con un canto en los dientes, eres afortunado¡±, subraya. Lejos quedan las rentas de una profesi¨®n liberal que hasta hace bien poco era sin¨®nimo de ganarse bien la vida: ¡°Me veo con casi 40 a?os como con 20. No se puede estar empezando de cero todo el rato, deber¨ªa estar como m¨ªnimo establecido¡±.
Rodr¨ªguez Nistal asiente. ¡°No nos planteamos esta carrera para hacernos ricos, ni hacer un mont¨®n de obras para hincharnos de dinero¡±, precisa. Tampoco se trata de ¡°estar haciendo obras maestras¡±. Simplemente tener ¡°encargos que te llenen profesionalmente¡± y proporcionen lo suficiente para vivir. Pero la cosa se est¨¢ poniendo peliaguda.
Andr¨¦s, que tambi¨¦n arranc¨® asociado a una compa?era con un estudio que, al disminuir la demanda, decidi¨® mantener en solitario, apunta que antes que la crisis, fue la entrada en vigor en 2006 de un mucho m¨¢s restrictivo c¨®digo t¨¦cnico de edificaci¨®n lo que fren¨® en seco el boom desaforado de la construcci¨®n. Como todo un tropel de j¨®venes arquitectos, vio poco a poco reducirse a cero su cartera de pedidos.
Su ¨²ltimo trabajo en Galicia condensa todos los elementos de lo que ¨¦l llama ¡°el crack¡±: se trataba de una segunda residencia en Vila de Cruces (Pontevedra) para una pareja cuarentona con un boyante negocio de cubiertas. Trabajaban para Fadesa y su gigantesca pero a¨²n hoy inacabada urbanizaci¨®n en Mi?o, uno de los grandes exponentes del fiasco del ladrillo en zonas costeras. El negocio de cubiertas quebr¨® y sus due?os pararon de cuajo la construcci¨®n de la casa en la zona rural sin que Andr¨¦s cobrara nunca buena parte de la direcci¨®n de obra. La crisis tambi¨¦n dio al traste con otros dos de sus proyectos, dos viviendas visadas y con las licenciadas cursadas en el Bierzo y en Asturias. Se paralizaron por no poder sus due?os afrontarlas.
Antonio y Andr¨¦s aseguran que la inmensa mayor¨ªa de su generaci¨®n apenas sobrevive. ¡°Solo unos pocos, muy bien relacionados y sin inter¨¦s en hacer proyectos de calidad, tienen mucho trabajo¡±, aseveran. Los arquitectos veteranos tambi¨¦n van conservando sus carteras de clientes y pedidos. Pero se quedaron solos o casi en sus estudios. Despidieron a todos sus empleados en precario, quienes optaron o por dejar el oficio o por ponerse por su cuenta. Eso s¨ª, para sortear la competencia, tirando por el suelo los honorarios m¨¢s all¨¢ de lo razonable, destaca Antonio. ¡°Hacen cada vez m¨¢s complicado vivir de la arquitectura¡±, recrimina. Es una de las grandes batallas de la profesi¨®n, recuperar los baremos de precios m¨ªnimos que el Gobierno prohibi¨® en 2009. Alemania los volvi¨® a implantar, subraya Andr¨¦s.
Ha decidido continuar en activo todo el tiempo que pueda. Paga la cuota m¨ªnima del colegio, un requisito obligatorio para ejercer su oficio, adem¨¢s de la de aut¨®nomos. El bajo en la Ciudad Vella de A Coru?a comprado a cr¨¦dito en ¨¦poca de bonanza fue reconvertido hace un a?o en oficina y vivienda para abaratar gastos y, de paso, servir de escaparate ante hipot¨¦ticos futuros encargos. Andr¨¦s mantiene tambi¨¦n la p¨®liza de responsabilidad que todo arquitecto debe pagar durante 10 a?os para cubrir incidencias en cada obra que realice. Hace poco le lleg¨® una reclamaci¨®n judicial por una de las dos promociones de viviendas protegidas que dise?¨® y dirigi¨® en 2009. ¡°A punto estuve de dar de baja el seguro para reducir gastos, menos mal que no lo hice¡±.
Las alternativas son m¨¢s bien reducidas. Envi¨®, como la inmensa mayor¨ªa de compa?eros de su quinta, curr¨ªculos a las grandes constructoras con obras en el extranjero. Sin ¨¦xito de momento. Y proyecta sacar partido de una de las pocas ventajas de la crisis, la bajada de precios de la vivienda de segunda mano. Se tratar¨ªa de buscar socios y financiaci¨®n donde fuera, entre bancos o incluso familiares, para poder adquirir alg¨²n piso o edificio necesitado de rehabilitaci¨®n que se pueda revender una vez reformado.
Es ahora mismo una de las pocas v¨ªas que quedan, corrobora Antonio. A trav¨¦s de su padre, aparejador, le surgen encargos. Aunque muchos son de personas de 50 o 60 a?os, residentes en zonas rurales, que s¨®lo recurren a un arquitecto con ¨¢nimo de legalizar una obra, no de pedirle asesoramiento o apoyo t¨¦cnico. ¡°S¨®lo buscan que la hagas como ellos quieren y que la firmes, es un choque generacional, lo que proyectas como arquitecto es ciencia ficci¨®n al lado de lo que demanda la gente¡±. Menos mal, reconoce, que los clientes potenciales, los que ahora se plantean construir su primera vivienda, son m¨¢s de su generaci¨®n, entre 35 y 45 a?os. ¡°Hay m¨¢s informaci¨®n y cultura, suelen ser mucho m¨¢s receptivos a lo que plantea el arquitecto¡±. Aunque convencerlos tambi¨¦n requiere grandes dosis de psicolog¨ªa.
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