Los alemanes de Gr¨¤cia
En el antiguo matadero municipal se inaugur¨® en 1915 un campo de refugiados
La primera vez que le¨ª algo sobre ellos fue en un art¨ªculo de Sempronio titulado La embotellada flota gracienca. En ¨¦l hablaba de un encuentro casual en una taberna de Torrent d¡¯en Vidalet con una peque?a goleta de madera metida dentro de una botella, que descansaba tras el mostrador. Seg¨²n le cont¨® su propietario, era una artesan¨ªa de los alemanes del matadero realizada durante la Gran Guerra. El cronista no profundizaba mucho m¨¢s, s¨®lo era una introducci¨®n costumbrista para hablar sobre el origen de los barcos metidos en ampollas de vidrio. La siguiente referencia la encontr¨¦ en un reportaje fotogr¨¢fico de Alessandro Merletti, publicado en La Ilustraci¨®n Art¨ªstica en 1915. El art¨ªculo llevaba por t¨ªtulo La casa de los alemanes, y en ¨¦l se ve¨ªa a un grupo de hombres en un gran patio haciendo ejercicio, tocando instrumentos musicales, o escuchando a un individuo que sosten¨ªa unos papeles. Al leer el texto me acord¨¦ de Sempronio, pues el sujeto que hablaba a los dem¨¢s result¨® ser el c¨®nsul de Alemania, lo que le¨ªa era el parte de guerra, y sus espectadores estaban concentrados en el antiguo matadero municipal de Gr¨¤cia.
En agosto de 1914 el consulado del Reich estuvo muy concurrido, los miembros de la colonia germana en Barcelona fueron a alistarse. En la puerta colgaba un cartel que dec¨ªa: ¡°Se ruega a los alemanes que no interrumpan la labor de los funcionarios del consulado con preguntas y consultas. Cada s¨²bdito recibir¨¢ directamente instrucciones¡±. Al lado estaba el anuncio de movilizaci¨®n general, donde se recordaba la obligatoriedad de marchar a defender la patria. Mientras los franceses eleg¨ªan Lisboa para abandonar el pa¨ªs, los reservistas teutones escogieron la capital catalana. A finales de octubre, la inminente entrada en la guerra de Portugal aconsej¨® a los residentes alemanes de all¨ª marcharse tambi¨¦n a Barcelona. Ante tal n¨²mero de personas se decidi¨® agruparlas en un solo lugar, junto a marinos y viajantes de comercio a los que la guerra hab¨ªa dejado aislados, cruzar la frontera espa?ola les expon¨ªa a ser detenidos por espionaje.
El 25 de enero de 1915 se inaugur¨® la Casa de los Alemanes, un eufemismo para hablar de un campo de refugiados dotado con cocinas, hospital, comedor, sal¨®n de actos, zapater¨ªa y sastrer¨ªa. La Esquetlla de la Torratxa ironiz¨® al saberlo: ¡°Los teutones al matadero, / vaya una neutralidad, / cuando el k¨¢iser lo sepa / nos enviar¨¢ el mortero del 42. / Esto no rima, pero es muy posible¡±. Para matar el tedio, sus habitantes se dedicaban a organizar excursiones por Collserola al ritmo de marchas patri¨®ticas, provocando las quejas de los residentes ingleses y franceses. Los marinos organizaron una orquesta, y para ganarse la vida tocaban por los pueblos de la provincia. En septiembre de 1915 dieron conciertos en Sant Quirze de Besora, Sant Antoni y Sant Pere de Vilamajor, Llin¨¤s del Vall¨¨s, Sant Celoni, Arenys de Munt y Calella.
Pero en el otro extremo del maltrecho imperio espa?ol, en Fernando Po hab¨ªa dos mercantes alemanes refugiados. Y s¨®lo eran los primeros de lo que ser¨ªa un problema grave poco despu¨¦s. Cuando en 1916 los ingleses ocuparon la colonia alemana de Camer¨²n, un gran n¨²mero de soldados germanos cruzaron la frontera buscando protecci¨®n, la mayor¨ªa tropa ind¨ªgena. Frente a la imposibilidad de alimentarles, los combatientes europeos fueron llevados a la Pen¨ªnsula e internados en distintas capitales de provincia. A¨²n se discute si lleg¨® alguno a Gr¨¤cia, como s¨ª hicieron pr¨®fugos de los campos de internamiento franceses, como el capit¨¢n Karl Mackensen ¡ªhijo del mariscal August von Mackensen¡ª, as¨ª como diversos oficiales b¨²lgaros y austro-h¨²ngaros. Incluso fueron alojados seis prisioneros turcos evadidos. Te¨®ricamente su manutenci¨®n corr¨ªa a cargo del Estado, que cobrar¨ªa posteriormente de Berl¨ªn. En la pr¨¢ctica los concentrados ten¨ªan derecho a rancho y atenci¨®n sanitaria, para lo dem¨¢s depend¨ªan de la caridad o de sus propios recursos.
De esta forma, al principio s¨®lo los marinos y despu¨¦s muchos hombres dominaron el paciente arte de meter barcos en botellas, a cambio del tabaco y las copas. Llenaron los bares del barrio de aquellas miniaturas. En la Navidad de 1916 celebraron un banquete en La Paloma de la calle del Tigre, para esa fecha se hallaban concentrados unos dos mil hombres de los imperios Centrales. La Casa de los Alemanes funcion¨® hasta la finalizaci¨®n de la guerra, s¨®lo para convertirse acto seguido en un campamento sanitario para enfermos de la terrible gripe espa?ola. Tras lo cual se transformo en el actual cuartel de la Guardia Civil, en la Travessera de Gr¨¤cia esquina con la calle Hip¨®lito L¨¢zaro (un lugar que cuando viv¨ªan all¨ª los militares germanos era conocida como calle del Matadero).
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