La buena suerte tiene precio
Con la crisis, los comercios de productos esot¨¦ricos han crecido Creyentes y curiosos buscan remedios y p¨®cimas de la suerte
Aceite "Garrapata" como atrayente, velas "Quiero trabajo pronto", hierbas "pata de gallina" para burlar la justicia o soluci¨®n para el ba?o "Leche de la Mujer amada". Estos son algunos de los productos que se pueden encontrar en una santer¨ªa. Aparte de inciensos, diferentes tipos de piedras o centenares de barajas de tarot. Estas tiendas, junto con las que se definen como "exot¨¦ricas", surgieron hace poco m¨¢s de una d¨¦cada, se extendieron a la periferia con la inmigraci¨®n y mantienen su buena forma pese a la crisis.
Ahora tienen el terreno m¨¢s que abonado. "La f¨®rmula es f¨¢cil: cuando peor le va a la gente, mejor nos va a nosotros", resume Ricardo Salas, due?o de Santer¨ªas La Milagrosa. Esta empresa acaba de abrir un nuevo local de 300 metros cuadrados en Barcelona. "El m¨¢s grande de Espa?a de este tipo. Nos hemos gastado 57.000 euros en reformarlo", presume el promotor. Tiene otros cuatro repartidos por Madrid. Y una nave de 700 metros cuadrados en Alcobendas donde se empaquetan los productos y se distribuyen no solo a sus locales sino a otros "puntos de ventas autorizados". La compa?¨ªa re¨²ne a algo m¨¢s de 25 trabajadores, seg¨²n las ¨¦pocas. Todos dependen de la fe de miles de personas que conf¨ªan en estos remedios.
Adem¨¢s, utilizan otros servicios: lectura de cartas, astrolog¨ªa o "consultas con los caracoles". "La gente tiene necesidad de creer y yo les vendo a Dios o al Diablo", explica Salas. Este espa?ol nacido en Argentina maneja el negocio desde el establecimiento m¨¢s c¨¦ntrico, en la calle San Alberto. Ha pagado dos condenas de 15.000 euros cada una por tener barras de incienso fabricadas con sustancias cann¨¢bicas y mudas de serpiente. "Nosotros no ocultamos nada. Somos transparentes. Vendemos productos que los fabrican los mismos que para grandes almacenes o tiendas de regalos", se defiende. "Cuando nos denunciaron se llevaron 48.000 euros en mercanc¨ªa. Lo distinto no se comprende, y a ver qui¨¦n lucha contra el que tiene el poder", lamenta.
Este campo, diluido entre lo m¨¢gico y la esperanza, mezcla una gama diversa de comercios que ofrecen amuletos, im¨¢genes o s¨ªmbolos de diferentes religiones como el budismo o el cristianismo. La principal es la yoruba. Este culto surgi¨® a finales del siglo XIX en Cuba. Fue importada al pa¨ªs caribe?o por los esclavos africanos, llevados principalmente del Congo y la zona occidental del continente. Su supervivencia se bas¨® en la conjunci¨®n del catolicismo con los dioses u orishas tribales. "La prohibici¨®n de practicar su propia religi¨®n hizo que cada santo representara a cada uno de sus reyes. San Marcos o Santa B¨¢rbara, por ejemplo, simbolizan a Chang¨®, rey de la virilidad, la danza y el fuego", apunta Eduardo Nieves, un babalawo o maestro venezolano de 35 a?os que pasa consultas en La Milagrosa.
"La Santer¨ªa se ha vuelto, como la mayor¨ªa de las religiones, en comercio", afirma Nieves, que empez¨® en 2001 a "adquirir poderes" y ahora atiende por 69 euros la hora. "Tratamos de todo. Sobre todo, problemas de salud y de amores", contin¨²a, "es 1.000 % psicolog¨ªa. Hay que saber interpretar cada caso y se juntan muchas emociones", sintetiza se?alando un rollo de papel que, junto a cuencos soperos, restos de coco, collares o figuras, forma su despacho, en el bajo del establecimiento.
Una mujer pide permiso para verle. "Dile que lo de su padre sali¨® perfecto", suelta el santero. Arriba, una pareja pregunta por productos para la energ¨ªa y una chica mira los botes de ba?o. "Se suele comprar una esencia amarga y otra dulce, para limpiar lo negativo y reforzar lo positivo", comenta Alejandra, la dependienta. En Espa?a, seg¨²n datos del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas de 2014, apenas un 2,4% responde a creencias en otras religiones que no sea la cat¨®lica, con un 71,5%.
"Lo ¨¦tnico [en materia religiosa] se entiende como una modernizaci¨®n de un ritual", escribe Francisco D¨ªez de Velasco, catedr¨¢tico de la Universidad de La Laguna, en el libro Breve Historia de las religiones. Para el experto, estas creencias "son las menos tratadas por la complejidad que deriva de su estudio: son muy numerosas y muy diversas, las s¨ªntesis son complicadas y las comparaciones y generalizaciones resultan dif¨ªciles".
De hecho, a pesar de que esta devoci¨®n es m¨¢s com¨²n en pa¨ªses como Cuba, Venezuela o Nigeria, los comerciantes aseguran que el p¨²blico es heterog¨¦neo. Lo confirma Sebasti¨¢n D'Arbo, director y productor de Magic Internacional, una feria dedicada al mundo esot¨¦rico y paracient¨ªfico que se celebra desde hace tres d¨¦cadas en Barcelona. El periodista, fundador de la revista Karma7, habla de 50.000 visitantes durante el fin de semana de la ¨²ltima convenci¨®n, el pasado mes de noviembre, y de m¨¢s de 200 puestos. "Acuden los que quieren saber lo que no se dice en los medios".
Entre ellos est¨¢n la tienda esot¨¦rica Alquimiah, La Orden de Ayala, Lunaria M¨¢gica o Om Mani Padme Hum, que anuncia "contactar con los seres queridos que ya no est¨¢n aqu¨ª". "El universo de gente que cree en algo m¨¢gico crece exponencialmente en tiempos de crisis", se?ala Mauricio Jos¨¦ Schwarz, miembro de C¨ªrculo Esc¨¦ptico, una asociaci¨®n que pretende fomentar el pensamiento cr¨ªtico y racional. "En Espa?a es legal estafar a gente con cualquier creencia. Es extra?o, porque no pasa en ning¨²n otro pa¨ªs de Europa", reflexiona. "No hay datos sobre el n¨²mero de tiendas. Son muchas. Tampoco hay un perfil de usuarios. No hay nacionalidades ni edades ni sexos ni con una educaci¨®n determinada", a?ade. "Simplemente se trata de la desesperaci¨®n. Cuanto m¨¢s desesperados, m¨¢s demanda".
Schwarz encuentra similitudes de las santer¨ªas o tiendas de car¨¢cter esot¨¦rico con la venta de v¨ªrgenes o vestuario cat¨®lico. Algo que Ana Mar¨ªa, empleada de la tienda Belloso desde hace 22 a?os, rechaza tajantemente: "Ellos se dedican al esoterismo, a los conjuros. Yo lo asemejo a la magia negra. Y no tiene nada que ver con nosotros". "Los amuletos son algo ancestral", recobra Ricardo Salas, el propietario de La Milagrosa, peletero de formaci¨®n. "Esto es imperecedero, no tiene modas y no se vende por tallas o colores", concluye mostrando una cruz de Caravaca o una fuente gobernada por Buda.
El auge de tarotistas y curanderos, por tel¨¦fono o Internet
El mundo de la santer¨ªa est¨¢ muy unido al de los curanderos y los lectores de tarot. La fe a la que apelan desde las tiendas que venden amuletos y dem¨¢s parafernalia con connotaciones religiosas sirve, en la mayor¨ªa de los casos, para que el sost¨¦n y el tratamiento de las creencias se lleven a cabo por personas individuales. Una simple b¨²squeda por Internet da como resultado una mezcla de estos negocios empresariales con actuaciones personales y n¨²meros de consultas con un coste de llamada superior al habitual.
Esta actividad, generalmente poco legislada, pasa por un marketing que implica desde anuncios en portales de segunda mano hasta el reparto de octavillas a la salida del metro. Las consultas suelen ser en el domicilio del curandero, aunque tambi¨¦n se ofrecen servicios "a distancia", lo que supone por tel¨¦fono, previo ingreso correspondiente. Los m¨¢s habituales son los curanderos y los tarotistas. A estos tambi¨¦n se les puede ver en el parque de El Retiro con una mesa y una baraja anunciando "lecturas de mano".
Pocos hablan. Solo el guineano Amadou. Este "maestro" ofrece sus poderes para resolver "mal de ojo, dolores de espalda y rodillas o impotencia" en el sur de Madrid. Apenas quiere explicar sus labores. Cobra 30 euros por una consulta donde dice si puede o no resolver los problemas que le plantean. "No me gusta enga?ar", reconoce. Lleva poco tiempo en el pa¨ªs y explica que utiliza productos africanos. "Ahora la cosa no est¨¢ muy bien. Pocas llamadas, pocos clientes", concede antes de que una voz lejana le ordene que no cuente nada m¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.