El se?uelo del mar
El mar como coartada era y es solo un enga?o para sacar tajada de los despojos de El Cabanyal
No hay forma m¨¢s fina de enga?ar que hacerlo con eufemismos. Un buen reclamo manejado con habilidad hace que cualquier barbaridad pueda parecer hasta beneficiosa. Lo que no suele contar quien est¨¢ dispuesto a conseguir su objetivo a toda costa es qui¨¦n va a salir beneficiado. Aunque ya nos lo podemos imaginar. Cualquiera que sepa actuar as¨ª, sin escr¨²pulos y utilizando el pretexto adecuado, es capaz de vender Marte por parcelas.
La idea de un paseo hasta el mar es, en efecto, algo tremendamente sugerente. Qu¨¦ maravilla. Poder llegar paseando hasta la orilla misma del agua entre ¨¢rboles que van dando sombra a lo largo del trayecto. Demasiado bonito para ser verdad. Por eso, cuando en Valencia se desempolv¨® hacia finales del siglo XIX aquel proyecto de ensanche lineal entre el parque de Viveros y El Cabanyal que el arquitecto Sorn¨ª hab¨ªa ideado, a las clases acomodadas valencianas no debi¨® parecerles mal la pretensi¨®n de alcanzar el mar.
Lo malo era que para lograr tal prop¨®sito hab¨ªa que atravesar un poblado ya consolidado desde hac¨ªa m¨¢s de 150 a?os y que estaba a punto de pasar a ser el barrio marinero de la ciudad, todo un ejemplo de urbanismo eficaz, magn¨ªficamente concebido, verdaderamente singular. Calles en ret¨ªcula, manzanas paralelas al mar, doble orientaci¨®n este-oeste, ventilaciones cruzadas, higiene, soleamiento... Arquitectura popular adaptada al medio, al lugar. Con buen sentido se dieron cuenta del descalabro que supondr¨ªa aquella ilusi¨®n y ah¨ª se qued¨® la cosa.
Mediado el siglo XX, con el desarrollismo galopando en la punta afilada del l¨¢piz para trazar grandes v¨ªas y autopistas urbanas, a alguien se le ocurri¨® retomar la idea. Pero ah¨ª segu¨ªa el obst¨¢culo de El Cabanyal. Aun as¨ª, la obsesi¨®n por la demolici¨®n y el negocio les imped¨ªa dejarlo en paz. Faltos de imaginaci¨®n, o vaya usted a saber, despreciaron la posibilidad de trasladar la idea del paseo a lo que era el camino del Grao, eje principal entre la ciudad y el puerto, que ya estaba arbolado y por donde circulaba el tranv¨ªa. Como era la ruta que segu¨ªan las clases populares y a la burgues¨ªa no le apetec¨ªa compartir espacio, hicieron todo lo contrario. Eliminaron ¨¢rboles y tranv¨ªas, y la transformaron en una horrorosa avenida para coches.
El caso es que la avenida de Blasco Ib¨¢?ez, que a finales del XIX figuraba en alg¨²n plano como paseo de Valencia a El Cabanyal, y que as¨ª pod¨ªa haber sido al ir desde un magn¨ªfico principio hasta un extraordinario final, acab¨® tambi¨¦n siendo la v¨ªa de tr¨¢fico rodado intenso que es hoy en d¨ªa. Pero la siguieron denominando eufem¨ªsticamente paseo al mar para continuar con el enga?o y con la esperanza de que alg¨²n d¨ªa se podr¨ªa materializar. El mar era un simple se?uelo. Siempre se ha podido alcanzar sin necesidad de destruir. El mar como coartada era y es solo un enga?o para sacar tajada de los despojos de El Cabanyal.
Con un plan arcaico, con toda una oposici¨®n vecinal y a sabiendas del expolio, ?a qui¨¦n quieren enga?ar?. Pongan otra excusa, porque esa obstinaci¨®n no tiene otra explicaci¨®n m¨¢s que la de la especulaci¨®n. Si de verdad quisieran hacer urbanismo se tomar¨ªan el asunto en serio y no seguir¨ªan con patra?as sacadas a exposici¨®n p¨²blica en pleno mes de agosto. En este ayuntamiento faltan ideas de futuro y voluntad regeneradora desde lo existente, y sobran retroexcavadoras.
Como ya dijera Le¨®n Felipe en sus versos, yo no s¨¦ mucho de estas cosas, es verdad. Pero a tenor de lo que veo, me da la sensaci¨®n de que tampoco saben mucho los que se dedican a ello, lo cual no me consuela en absoluto. El destrozo ya no tiene sentido hoy en d¨ªa. Emperrarse en la prolongaci¨®n a costa del desahucio y la destrucci¨®n patrimonial es como pretender explicar que los israel¨ªes hacen urbanismo en Gaza porque est¨¢n esponjando la ciudad abriendo nuevas posibilidades.
No quisiera apuntar ejemplos gratuitos, pero algunos son obvios. Las Ramblas de Barcelona, ciudad de la que tanto ha copiado la nuestra, ser¨ªa uno de ellos. Haciendo algo parecido, aunque mejorado, aqu¨ª ser¨ªa f¨¢cil restablecer el eje directo al puerto para llegar a sus nuevos y antiguos edificios, restaurados y recuperados para la ciudadan¨ªa, paseando, en tranv¨ªa, troleb¨²s, o lo que sea, con ¨¢rboles, quioscos, caf¨¦s y bancos por el camino donde sentarse a leer, charlar o mirar pasar la vida. Ojal¨¢ nuestros nietos lo vean alg¨²n d¨ªa si deciden desterrar al coche y hacer urbanismo sin otra coartada m¨¢s que la de la cultura ciudadana.
Vicente Blasco Garc¨ªa, arquitecto y profesor de Construcci¨®n de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia.
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