Almayso, un Facebook del XIX
La exposici¨®n muestra retratos de la sociedad madrile?a durante el cambio de siglo realizados por uno de los fundadores de la cervecera Mahou
Una joven madre de la d¨¦cada de 1890 sostiene a su beb¨¦ en el regazo. Es probable que la fotograf¨ªa estuviera destinada al padre ausente de la criatura (?un soldado?, ?un emigrante en Am¨¦rica?), y para que no quedara duda de que era un hijo var¨®n la mujer lo muestra desnudo y de frente. Es la imagen que da la bienvenida a la peque?a exposici¨®n de Almayso, unos 40 retratos de la sociedad madrile?a del cambio de siglo entre el XIX y el XX, realizados por uno de los fundadores de la f¨¢brica de cervezas Mahou.
El franc¨¦s Casimiro Mahou contrajo nupcias con una madrile?a y fund¨® en la ciudad, a mediados del siglo XIX, una f¨¢brica de papel pintado que lleg¨® a abastecer a la Casa Real, despu¨¦s diversificada a las pinturas al vapor. Uno de sus hijos, Alfredo Mahou y Solana, trabajaba en el negocio familiar y viajando por Europa con el objetivo de conseguir maquinaria para ¨¦ste descubri¨® el incipiente arte de la fotograf¨ªa. En 1870, con 20 a?os, Mahou y Solana abr¨ªa uno de los primeros estudios fotogr¨¢ficos de Madrid, bautizado con las primeras s¨ªlabas de su nombre (Almayso). Estaba situado en la calle de Amaniel, 29, en la f¨¢brica familiar que un par de d¨¦cadas m¨¢s tarde, en 1890, y con el patriarca ya fallecido, producir¨ªa cerveza y barras de hielo bajo el nombre de ¡°Hijos de Casimiro Mahou¡±.
Cuando en los a?os 60 del pasado siglo se abandon¨® la factor¨ªa de Amaniel (hoy reconvertida en el moderno Museo ABC de Dibujo e Ilustraci¨®n), se sacaron de sus almacenes los 4.000 negativos en placas de vidrio que compon¨ªan el archivo de Almayso. Son en su mayor¨ªa platinotipias, una t¨¦cnica fotogr¨¢fica m¨¢s cara que la emulsi¨®n de sales de plata pero de mayor calidad, que dej¨® de usarse de modo habitual alrededor de la I Guerra Mundial, poco despu¨¦s de la muerte de Alfredo Mahou en 1913 (el estudio lo heredar¨ªa su sobrino Carlos Mahou, que lo mantuvo abierto hasta 1931).
Hoy, esos 4.000 negativos est¨¢n siendo restaurados y digitalizados por Mahou, con vistas a una gran muestra en 2015, cuando la marca cumple 125 a?os, seg¨²n cuenta Alberto Velasco, director de relaciones institucionales. ¡°La mayor¨ªa est¨¢n en buen estado¡±, se?ala Velasco: ¡°Podr¨ªa ser un fondo fotogr¨¢fico realmente importante, no hay muchos como ¨¦ste de esa ¨¦poca¡±.
Lo que se expone en Manzana Mahou 330, el ef¨ªmero espacio cultural-recreativo localizado en un palacete de la calle de Hortaleza, 87 (abierto hasta finales de septiembre, igual que la exposici¨®n), es un aperitivo dentro de la programaci¨®n de PhotoEspa?a 2014, apenas un 1% del archivo. Pero sirve para dar una idea de los usos y finalidades que los madrile?os de entonces daban a los retratos, ya fuera como recuerdos para los seres queridos o simplemente con la intenci¨®n de pasar a la posteridad.
Por desgracia, la informaci¨®n inherente a las im¨¢genes (la fecha, la identidad de los retratados) se perdi¨®, pero muchas de las fotograf¨ªas hablan por s¨ª solas. Est¨¢n las tres mozas de buena familia en una cuestaci¨®n, cestillo al brazo en la Puerta del Sol; est¨¢n las damas burguesas que hacen encaje de bolillos un d¨ªa de verano en Cercedilla (donde los Mahou ten¨ªan casa); tambi¨¦n hay un militar de alta graduaci¨®n, todo bigotes y entorchados; un afectado actor vestido de Tenorio; un botones de uniforme; una aprendiz de flamenca sosteniendo una guitarra sin demasiado arte o una familia proletaria haci¨¦ndose ¡ªprobablemente¡ª el primer retrato de sus vidas. La mayor¨ªa de las fotograf¨ªas expuestas est¨¢n realizadas dentro del estudio de Amaniel, con el atrezo entonces de moda: sillones, una columna griega, unas rocas para sentarse o simplemente conseguir diversos niveles de altura, incluso una peque?a barca en la que manda feliz un ni?o vestido de marinero.
Y se pueden atisbar ejemplos de primitivo retoque fotogr¨¢fico, como el caso de una mujer, asaz gruesa, que exhibe una cinturita de avispa incongruente con sus brazos y caderas. Un vistazo m¨¢s atento descubre que la cintura ha sido reducida pintando en los lados con una laca blanca que se confunde con el fondo. Aunque el departamento de documentaci¨®n de Mahou trabaja en ello, seguramente nunca sabremos el nombre de la coqueta se?ora, pero incluso desde el anonimato las im¨¢genes de Almayso transmiten el mismo orgullo casi exhibicionista de las fotos actuales, haci¨¦ndonos pensar en un inexistente Facebook decimon¨®nico, solo que sin instant¨¢neas de platos de comida ni selfies de gente en avanzado estado de embriaguez.
ALMAYSO. Manzana Mahou 330 (Hortaleza, 87). Hasta el 24 de septiembre, de 11.00 a 21.00. Gratis.
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