La fiesta ha terminado
En pol¨ªtica, si no se tiene autonom¨ªa no se tiene autoridad. Mas carece de ella, por eso est¨¢ ya pol¨ªticamente muerto
En t¨¦rminos generales, se puede sostener, con escaso temor a equivocarse, que cuando un pol¨ªtico echa mano de un lenguaje de resonancias m¨¢s o menos ¨¦picas y empieza a lanzar afirmaciones enf¨¢ticas del tipo ¡°la lucha contin¨²a¡±, ¡°el combate ser¨¢ muy largo¡±, y otras de parecido tenor, lo que en realidad est¨¢ intentando decir, sin que se le note demasiado, es que da por perdida la batalla en la que hasta ahora andaba enzarzado. En concreto, cuando en Catalu?a en las ¨²ltimas semanas altos cargos del Gobierno y pol¨ªticos afines al soberanismo reiteran a la menor ocasi¨®n la idea de que no todo termina el 9-N, de que hay vida m¨¢s all¨¢ de esa fecha, o de que la prosecuci¨®n de los objetivos ¨²ltimos se prolongar¨¢ por mucho tiempo, no hay la menor duda de que est¨¢n intentando, en lo posible, desactivar la espoleta de rabia y frustraci¨®n que todo el mundo viene anunciando para cuando sea por completo evidente que la consulta no tendr¨¢ lugar.
Siendo grave, tal vez la cuesti¨®n m¨¢s relevante a estas alturas haya dejado de ser si merecen alg¨²n tipo de reproche pol¨ªtico quienes, a pesar de ello, contin¨²an reiterando los t¨®picos mensajes para reafirmar a los convencidos, mensajes seg¨²n los cuales se mantiene intacta la hoja de ruta, solo hay un plan: votar, el proceso es imparable, etc¨¦tera. Parece evidente que el grueso de los protagonistas pol¨ªticos est¨¢n atrapados en sus propias palabras, sin posibilidad alguna, tras todo lo que le prometieron a sus respectivos electorados, de intentar la ineludible rectificaci¨®n, pero, sobre todo, sin el necesario coraje para emprenderla. Persisten, obrando de esta manera, en la tarea de inflamar a la ciudadan¨ªa catalana a base de presentar como ineluctable un acontecimiento que ni ellos mismos tienen la menor confianza en que se vaya a producir. Sin embargo, da la sensaci¨®n de que cada vez m¨¢s gente en Catalu?a ha decidido ser condescendiente ante tales mentirijillas, probablemente porque ha percibido lo que tienen de expresi¨®n de impotencia.
O tal vez la condescendencia se deba tambi¨¦n a que la ciudadan¨ªa catalana tiene memoria, y no ha olvidado episodios no tan remotos y de parecido signo. Pensemos, por ejemplo, en las reacciones tras la coincidencia de declaraciones el pasado mes de agosto por parte de Joana Ortega, Joan Rigol y Santi Vila en el sentido de que no conven¨ªa pol¨ªticamente plantearse seguir adelante con la consulta si el Tribunal Constitucional la suspend¨ªa. De inmediato, se produjo una salida en tromba por parte del resto de partidos del bloque soberanista rechazando de ra¨ªz la posibilidad misma de ning¨²n tipo de aplazamiento, e incluso haciendo expl¨ªcitas apelaciones a la insumisi¨®n.
Tan airada reacci¨®n ¡ªque a muchos, sin duda, les debi¨® parecer sobreactuada¡ª recordaba los episodios de emulaci¨®n que tuvieron lugar en Catalu?a durante la etapa de redacci¨®n del Estatut entre las diversas fuerzas pol¨ªticas catalanas favorables al mismo (CiU no queriendo ser menos que ERC, y PSC no queriendo ser menos que CiU), y que dieron lugar a las desastrosas consecuencias denunciadas por Duran i Lleida en su momento (lo que, en el caso de este pol¨ªtico, significa siempre, por definici¨®n, ex post facto).
Pero, dec¨ªamos, centrarse en estos aspectos, sin duda importantes, probablemente distraer¨ªa de lo esencial. Lo esencial es, en el fondo, lo que se?alan tantas personas en Catalu?a cuando, en conversaciones cotidianas sobre la deriva del proc¨¦s, comentan el escaso margen de maniobra pol¨ªtico del que dispone Artur Mas. En efecto, opinando sobre la posibilidad de que desde Madrid se puede plantear alguna propuesta (obviamente, en una l¨ªnea m¨¢s o menos reformista del actual orden constitucional) para desatascar el conflicto, todos hemos escuchado en m¨¢s de una ocasi¨®n en boca de ciudadanos de a pi¨¦ la frase: ¡°eso ERC no lo aceptar¨¢ nunca¡±. La frase constituye un s¨ªntoma extremadamente revelador: en ning¨²n caso la primera reacci¨®n espont¨¢nea de todos esos ciudadanos es comentar ¡°Mas no lo va aceptar¡±.
Con otras palabras, se da por descontado que Mas carece de toda autonom¨ªa pol¨ªtica. Pero en pol¨ªtica si no se dispone de dicha autonom¨ªa, no se tiene autoridad. Y quien carece de autoridad, est¨¢ muerto pol¨ªticamente. No descarto que esta ¨²ltima afirmaci¨®n pueda parecerle a m¨¢s de un lector tan rotunda como poco evidente. Pero la brillante met¨¢fora que en alguna ocasi¨®n utiliz¨® Jean Baudrillard quiz¨¢ haga m¨¢s comprensible lo que pretendo se?alar. Observaba el fil¨®sofo franc¨¦s que, a veces, en situaciones de diverso orden, se produce una apariencia de vida que resulta por completo enga?osa y que recuerda lo que ocurre con los cuerpos de quienes acaban de fallecer. A los cad¨¢veres, durante un per¨ªodo corto de tiempo, les contin¨²a creciendo el pelo y las u?as, apariencia que solo el iluso o el ignorante confundir¨ªan con la presencia de vida.
Acaso esa sea la met¨¢fora adecuada ¡ªa pesar de su dureza¡ª para describir el comportamiento de quien ignora que su carrera pol¨ªtica ha concluido y sigue actuando como si nada, fantaseando que dise?a el futuro, ajeno por completo a su propia muerte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.