Pla, esp¨ªa n¨²mero 10 de Franco
Un estudio arroja luz sobre el escritor como agente del SIFNE en la guerra civil
Am¨¦n de llorar en Marsella ante una modesta bullabesa tras cruzar la frontera huyendo (supuestamente) de los anarquistas y de descubrir, leer y (dudosamente) haber ido desde ah¨ª a entrevistar a Georges Simenon, Josep Pla hizo tambi¨¦n de esp¨ªa para Franco durante la guerra civil. Era miembro de Servicio de Informaci¨®n de Fronteras del Nordeste de Espa?a (SIFNE), del que el pol¨ªtico y empresario Francesc Camb¨® no estaba en lo financiero demasiado lejos, en el marco de sus infructuosos m¨¦ritos ante el militar sedicioso. Es un episodio de los m¨¢s pol¨¦micos y delicados de las letras catalanas y de la siempre brumosa biograf¨ªa del autor de El quadern gris, cuyos hagi¨®grafos siempre han minimizado. Pero ahora quedan menos dudas al respecto: era el agente n¨²mero 10 del SIFNE y algunos de sus informes fueron especialmente valiosos, como fija el periodista Josep Guix¨¤ en su jugoso y a buen seguro pol¨¦mico libro Esp¨ªas de Franco. Josep Pla y Francesc Camb¨® (F¨®rcola).
La abrumadora investigaci¨®n (nueve archivos consultados, 82 art¨ªculos y 223 libros referenciados y 808 notas) empieza, aportando detalles in¨¦ditos, a disipar la neblina alrededor del Pla esp¨ªa con gabardina por el puerto y los bares de Marsella. El buceo de Guix¨¤ en la pr¨¢cticamente virgen documentaci¨®n del SIFNE en el Archivo General Militar de ?vila le ha cundido. El escritor llega a la ciudad mar¨ªtima francesa, puerto de salida de buques de carga con destino a la zona republicana espa?ola, a las 10.40 horas del 16 de octubre de 1936 tras, c¨®mo no, un episodio oscuro: la visita a su Palafrugell natal de un pelot¨®n de anarquistas de Barcelona entre el 20 y el 22 de julio y del que le salv¨® el comit¨¦ anarcosindicalista local, con intervenci¨®n decisiva de un tal Pere Pey, que le facilitaron un salvoconducto. ¡°No creo que fueran anarquistas sino periodistas vinculados al Comissariat de Premsa que quer¨ªan, por las buenas o por las malas, convencerle de que siguiera escribiendo para el entonces ya incautado diario La Veu de Catalunya¡±, apunta en una primera pol¨¦mica Guix¨¤.
El estilo y el uso de 'informantes' amigos delatan la autor¨ªa de sus notas an¨®nimas
La intervenci¨®n de Jaume Miravitlles, el genial director del Comissariat de Propaganda, y del suegro de Pla, Halfdan Enberg (c¨®nsul general de Dinamarca en Barcelona y futura garganta profunda), facilitaron el papeleo para que el escritor se reencontrara en Marsella con su amigo el periodista Carles Sent¨ªs, agente ya n¨²mero siete de esa SIFNE que construy¨® uno de los brazos organizativos m¨¢s eficaces de Camb¨®, Josep Bertr¨¢n i Musitu. Miembro fundador de esa Lliga Regionalista que tras las elecciones de 1931 ya trabajaba con la derecha espa?ola en el golpe de Estado y eficaz director del Somat¨¦n que se enfrent¨® al pistolerismo sindical barcelon¨¦s en los a?os 20, no dud¨® en contactar con la Abwehr (el servicio de inteligencia militar nazi) para tomar ideas.
En un ambiente casi de ¡°empresa familiar¡± como define el autor (Adi Enberg, novia de Pla, trabaj¨® de secretaria por sus conocimientos de idiomas y muchos informantes hab¨ªan tenido contactos y negocios con responsables de la organizaci¨®n a?os atr¨¢s), Pla se integr¨® r¨¢pido. Llevaba buenas credenciales: en un aspecto poco sabido, Guix¨¤ documenta que Pla hab¨ªa asistido ya en octubre de 1933 a una reuni¨®n de ¡°escritores simpatizantes¡± con Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera de la que saldr¨ªa el semanario falangista FE. Ah¨ª (1933-1934), como en la tambi¨¦n revista Arriba (1935-1936) Pla escribir¨ªa art¨ªculos siempre an¨®nimos, much¨ªsimo m¨¢s beligerantes y antirrepublicanos que los que redactaba simult¨¢neamente para su diario titular, La Veu, en una taimada estrategia.
La 'corte' falangista y un diario del 36
Alfaro, Fox¨¢, Gim¨¦nez-Caballero, Miquelarena, Montes, Mourlane Michelena, Ridruejo, S¨¢nchez Mazas, Santa Marina, Ros... Es la lista de lo que los historiadores M¨®nica y Pablo Carbajosa bautizaron con acierto como "la corte literaria de Jos¨¦ Antonio" y a la que quiz¨¢ habr¨ªa que estudiar si a?adir otro nombre: Josep Pla. Am¨¦n de la colaboraci¨®n an¨®nima para las revistas falangistas Fe y Arriba ¡ªcon la presencia de Pla en la g¨¦nesis de la primera¡ª Josep Guix¨¤ asegura en su libro que el escritor habr¨ªa visitado al l¨ªder de Falange Espa?ola en marzo de 1936, cuando estaba preso en Madrid. As¨ª lo escribi¨® el propio Pla en un art¨ªculo en El Diario Vasco, donde el autor de El quadern gris firmaba XXX. "No creo que fuera mentira: no es un tema para hacer bromas con Falange", dice Guix¨¤.
Una segunda constancia de esa visita y esos contactos de Pla con la corte falangista estar¨ªan en un diario ¡°o quiz¨¢ libreta¡± que el ampurdan¨¦s habr¨ªa llevado ¡°entre enero y marzo de 1936¡± y del que en la fundaci¨®n del escritor dijeron a Guix¨¤ que ¡°no sab¨ªan nada¡± de su existencia.
El periodo es crucial: Pla utiliz¨® en la etapa republicana su corresponsal¨ªa en Madrid y sus contactos parlamentarios para estar en el meollo conspirador, hasta el extremo de que en febrero de 1936 plantear¨ªa a Portela Valladares, presidente del Consejo de Ministros, la implantaci¨®n de una dictadura en nombre del l¨ªder derechista Gil Robles.
Demasiado significado ya como escritor y periodista como para infiltrarse en seg¨²n qu¨¦ misiones (como s¨ª har¨ªa su colega Sent¨ªs), Pla redactaba notas informativas y peque?os informes an¨®nimos, pero tambi¨¦n en al menos media docena de ocasiones, unos documentos extensos y bien argumentados (que exasperaban a su patr¨®n Camb¨® por su literaria longitud), f¨¢ciles de atribu¨ªrselos porque ¡°hay giros estil¨ªsticos claramente suyos o, m¨¢s sencillo, porque los confidentes eran buenos amigos de a?os; Pla nunca disimul¨® su inconfundible prosa: es como si no quisiera esconder que era el autor para hacer m¨¦ritos ante alguien¡±, apunta Guix¨¤.
Tiene claro el autor que Pla nunca delat¨® a nadie y desmiente que una de sus notas fuera la causante indirecta del hundimiento de un barco griego con armamento para Barcelona, como algunos estudiosos le atribuyen. ¡°Pla no fue demasiado elegante al pasar al Heraldo de Arag¨®n una lista de republicanos burgueses que se refugiaron en Francia por el peligro revolucionario; pero no lo considero delaci¨®n porque eran figuras p¨²blicas y en Francia no corr¨ªan peligro¡±, expone Guix¨¤. Pero s¨ª le atribuye responsabilidad al ser un ¡°elemento imprescindible¡± (Bertr¨¢n y Musitu dixit) en ¡°una organizaci¨®n que ten¨ªa como una de sus principales misiones alertar a la aviaci¨®n italiana con base en las Baleares de barcos que zarpaban clandestinamente de Marsella con armamento para la Rep¨²blica¡±.
No le queda clara, sin embargo, la participaci¨®n de Pla en la autor¨ªa de otro informe, de enero de 1937, de la sede de la SIFNE en Biarritz, en el que se afirma que un bombardeo de Barcelona ¡°lejos de producir p¨¢nico, ser¨ªa recibido como el primer s¨ªntoma de una pr¨®xima liberaci¨®n a que todos aspiran despu¨¦s de seis meses de anarqu¨ªa¡±. Guix¨¤, en cambio, es categ¨®rico al asegurar que Pla no tuvo ¡°nada que ver, seguro¡± con los bombardeos italianos sobre Barcelona de marzo de 1938, precedidos, eso s¨ª, de unas gestiones de Camb¨® cerca del entorno del mism¨ªsimo Mussolini.
El escritor fue el padre de informaciones valiosas, como la de la fallida visita de Juan Negr¨ªn a Par¨ªs en julio de 1937 para frenar a la desesperada el reconocimiento del gobierno rebelde de Burgos y sobre el encuentro entre masones franceses y espa?oles. Pero uno de sus grandes momentos como esp¨ªa fue alertar sobre los intensos contactos del gobierno republicano y de la Generalitat para lograr la mediaci¨®n internacional que frenase la guerra. La informaci¨®n se la sonsac¨® a uno de sus mejores amigos, el escritor Josep Maria de Sagarra, de paso en Marsella rumbo a Tahit¨ª en su oportuno viaje de bodas. ?Desliz de un Sagarra inocent¨®n? ¡°Es poco cre¨ªble que Sagarra no supiera con qui¨¦n se la jugaba; lo que ocurre es que, estando a punto de irse, quedaba bien con un amigo simpatizante o agente de los rebeldes que quiz¨¢ podr¨ªa devolverle el favor si las cosas se torc¨ªan; habl¨® con demasiada precisi¨®n como para hacer el bocazas¡±, cree el autor, a quien Sent¨ªs (infiltrado adem¨¢s en la vital tert¨²lia en Par¨ªs del abogado Amadeu Hurtado, que participaba en esas negociaciones) confirm¨® la autor¨ªa de Pla del informe. Adem¨¢s, el poeta y dramaturgo ten¨ªa un hermano, Fernando, militante de la Lliga, que tambi¨¦n aparece en las listas de colaboradores del SIFNE (agente 52).
El otro gran momento-esp¨ªa de Pla es su m¨¢s que probable participaci¨®n en un informe sorprendente que el SIFNE remiti¨® en abril de 1937 a Salamanca sobre Estat Catal¨¤, partido catalanista radical de donde en noviembre de 1936 surgi¨® una oscura trama para apartar al presidente de la Generalitat Lluis Companys de su cargo, eliminar a una veintena de dirigentes anarquistas y responsables de milicias antifascistas y declarar la Rep¨²blica catalana bajo el auspicio de Francia.
Bertr¨¢n y Musitu, director del SIFNE, calific¨® a Pla de "imprescindible"
De los papeles analizados por Guix¨¤ se desprende que el SIFNE mantuvo contactos con Josep Denc¨¤s, exconsejero de Gobernaci¨®n de la Generalitat y uno de los m¨¢ximos promotores de los Fets d¡¯Octubre de 1934 y que en agosto de 1936 huy¨® de Catalu?a perseguido por los anarquistas, enemigos ac¨¦rrimos a los que acusaba de destrozar y desvirtuar Catalu?a. ¡°Los del SIFNE pretend¨ªan que Estat Catal¨¤ fuera una especie de agente provocador que desestabilizase la retaguardia barcelonesa¡±, cree el autor.
Para Guix¨¤, Denc¨¤s fue un poco ¡°un tonto ¨²til¡± porque si bien el SIFNE transmiti¨® a Franco su propuesta de provocar una invasi¨®n por el Pirineo de sus partidarios a cambio de que Catalu?a se convirtiera en un protectorado fascista, ¡°no creo que nadie pensara que Franco aceptar¨ªa el acuerdo; pero le dieron cuerda¡±. Para aprovechar eso y hacer pinza, los hombres de Bertr¨¢n y Musitu reiteraban en sus informes la necesidad de que Franco pasara r¨¢pidamente a la ofensiva en Catalu?a, una idea que obsesionaba a Pla.
La presi¨®n sobre la c¨²pula del SIFNE de las autoridades francesas (el 10 de diciembre de 1937 el nombre de Pla ya aparec¨ªa en una lista de la Direction G¨¦n¨¦rale de la S?ret¨¦) llevar¨ªa al ya de natural asustadizo Pla a moverse por Par¨ªs, Biarritz e incluso Roma, facilitado todo por la absorci¨®n, en febrero de 1938, del SIFNE por parte del Servicio de Investigaci¨®n Militar (SIM) que dirig¨ªa el coronel Ungr¨ªa.
Una charla con Josep Maria de Sagarra facilit¨® un documento sobre la mediaci¨®n extranjera
Pla se alej¨® del espionaje cuando su buen amigo Manuel Aznar pas¨® a dirigir El Diario Vasco y le pidi¨® que fuera su lugarteniente. Augusto Ass¨ªa, Eugenio Montes y Dionisio Ridruejo fue la particular escolta que el miedoso Pla se encontr¨® cuando lleg¨® a Ir¨²n dispuesto a pasar a zona rebelde.
Ese mismo t¨¢ndem Aznar-Pla lleg¨® a la Barcelona de enero de 1939 con la entrada de las tropas franquistas casi compitiendo a la carrera con Carlos God¨® y Valls, el propietario de La Vanguardia, para tomar posesi¨®n de la redacci¨®n del diario barcelon¨¦s. Los primeros lo dirigir¨ªan apenas cuatro meses: Aznar se fue a Roma y Pla, a pesar de que respond¨ªa a todo el mundo en castellano por los pasillos del rotativo, al quedarse solo no supo hacer frente a las autoridades franquistas y a un God¨® que el libro descubre que ingres¨® en el SIFNE el 15 de octubre de 1937: ¡°Su labor consisti¨® en ceder uno de sus veh¨ªculos para misiones de enlace y, como despu¨¦s ¨¦l mismo se vanagloriaba en la primera posguerra, hacer gestiones financieras para la junta de Burgos¡±, clarifica Guix¨¤.
El autor dej¨® solo dos pistas de su labor en su obra y acab¨® de esp¨ªa aliad¨®filo
El autor de Viaje en autob¨²s nunca dijo nada en su voluminosa obra sobre su pasado como esp¨ªa de Franco. S¨®lo dos detalles en sendos art¨ªculos le delatan: en 1943 escribi¨® sobre su vieja amistad con el periodista portugu¨¦s Ant¨®nio Ferro, uno de los principales informadores que tuvo en Francia; en los a?os 60, en un art¨ªculo sobre cocina provenzal, cit¨® que en Marsella conoci¨® a un gran cocinero mallorqu¨ªn, Salom (tambi¨¦n lo mencionaba Sent¨ªs en un texto): el tal Salom y su local fueron vitales para el SIFNE.
En diciembre de 1944, un informe de la Guardia Civil de Palafrugell citaba al escritor, junto a su hermano y otros vecinos de la localidad, como esp¨ªas que vigilaban los movimientos mar¨ªtimos en la Costa Brava para los servicios de inteligencia aliad¨®filos. Eran otros tiempos: quiz¨¢ la democracia volver¨ªa... Pla, como siempre, le hab¨ªa dado la vuelta. Efectivamente, un agente 10.
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