Ant¨ªgona en las guerras civiles

Un agravio comparativo: el Gobierno de Creonte concede honras f¨²nebres a Eteocles, pero proh¨ªbe que se d¨¦ sepultura a su hermano Polinices. An¨¢logamente, mientras los ca¨ªdos del bando franquista reposan en cristiana sepultura, buena parte de sus hom¨®logos republicanos yacen en fosas y cunetas, sin que el Estado se interese por ellos. En La sangre de Ant¨ªgona, Jos¨¦ Bergam¨ªn acerca el mito cl¨¢sico a la Espa?a cainita y hace del empe?o de su protagonista un via crucis profano, con su prendimiento, juicio y pasi¨®n. ¡°Ustedes est¨¢n muertos. Todo el que obedece lo est¨¢¡±, dice la joven, alzada contra el dictado real, a quienes la apresan, y su diatriba, en boca de la proteica actriz mexicana ?rika de la Llave (que modela su Ant¨ªgona monumental como un cruce col¨¦rico pero reflexivo entre Sem¨ªramis y Segismundo), viene al caso tambi¨¦n de cuantos aceptan hoy sin r¨¦plica los dictados de un orden econ¨®mico considerado cuasi inmutable y de quienes exhiben las predicciones del FMI como si fueran la voz de Tiresias.

Aunque Bergam¨ªn, desanimado por su exilio de ida y vuelta y por la imposibilidad de estrenar en orilla alguna, concediera en su vejez que su teatro estaba destinado a ser le¨ªdo, esta pieza tr¨¢gica tiene el pathos tendido como un arco, especialmente durante aquellos pasajes donde Ignacio Garc¨ªa, su director, forja im¨¢genes a la altura po¨¦tica del texto. Su puesta en escena sortea con empaque y pericia ese baj¨ªo llamado solemnidad presente en toda obra pareja, aunque no responda a la cosmovisi¨®n de lo tr¨¢gico que el espectador actual tiene tras haber visto producciones de directores versados en el g¨¦nero, como Ariane Mnouchkine, Farid Pay¨¢ o G¨¢bor Zs¨¢mb¨¦ki.

Garc¨ªa bebe de otras fuentes: en su adici¨®n de m¨²sica procesional, sobre la que compone expresivos cuadros pl¨¢sticos, es palpable la influencia de las tragedias populares de Salvador T¨¢vora y La Cuadra de Sevilla.

Entreverando el texto de sonetos, el poeta republicano alumbra por momentos una s¨ªntesis luminosa entre los cl¨¢sicos griegos y nuestro teatro aurisecular. Fernando Bergam¨ªn Arniches, su hijo, autor de la adaptaci¨®n, ha cambiado apenas el orden de alg¨²n pasaje, suprimido ciertas l¨ªneas y reconvertido en di¨¢logos con Ismene, Creonte y el coro tiradas que originalmente eran un dilatado mel¨®logo interior, escrito para Ingrid Bergman a instancias del m¨²sico Salvador Bacarisse y de Rossellini, cuyo estreno se frustr¨® tras la separaci¨®n de la diva y el director italiano.

El espect¨¢culo ganar¨ªa alas si Garc¨ªa suprimiera esos oscuros, obligados (imagino) por la manipulaci¨®n de la escenograf¨ªa corp¨®rea; si limara cierto artificio dram¨¢tico (el que producen los soldados apuntando a Ant¨ªgona, por ejemplo) y consiguiera imprimirle pulso ritual al coro, reparos todos ellos que no merman la impronta poderosa que deja en el p¨²blico.