Feminismo y tecnolog¨ªa
Las mujeres han contribuido m¨¢s a la ciencia de lo que se reconoce; han aportado sensibilidad hacia lo humano
A grandes rasgos, las mujeres han sido excluidas a lo largo de la historia del mundo de la tecnolog¨ªa, un campo no solo estrictamente masculino sino que tambi¨¦n ha sido, demasiadas veces, un terreno de dominio, apropiaci¨®n y explotaci¨®n del ser humano y de la naturaleza. El campo abierto de investigaciones, combinando estudios feministas con estudios sobre la tecnolog¨ªa, revela rasgos predominantemente patriarcales, que se expresan tanto en el lenguaje como en conceptos y mecanismos caracter¨ªsticos: la substituci¨®n de la naturaleza, la utilizaci¨®n y exaltaci¨®n de la fuerza, el recurrente efecto reset, etc¨¦tera. Y este dominio masculino, que se manifest¨® claramente en episodios hist¨®ricos en los que la tecnolog¨ªa significaba grandes construcciones, infraestructuras y maquinarias, se reproduce actualmente en el mundo de la inform¨¢tica, los ordenadores, Internet y la cultura digital.
Los estudios de g¨¦nero, tan avanzados en la cultura angloamericana y n¨®rdica, nos demuestran, sin embargo, m¨²ltiples excepciones, muy sintom¨¢ticas. El papel protagonista de las mujeres t¨¦cnicas, especialmente en Norteam¨¦rica, desde finales del siglo XIX hasta la consolidaci¨®n de la arquitectura y el dise?o modernos, con figuras como Christine Frederick y Lillian Gilbreth, es clave en la configuraci¨®n de una modernidad que se proyecta como equilibrada y eficaz. Estas aportaciones se sit¨²an en la tradici¨®n taylorista y social, que en Estados Unidos tuvo representantes como Thorstein Veblen, defensor de una tecnolog¨ªa socializadora, creativa y responsable.
Dentro de la posici¨®n cr¨ªtica con la megam¨¢quina, argumentando la necesidad de una tecnolog¨ªa humanista y sistematizadora, en la l¨ªnea de Lewis Mumford, hay aportaciones femeninas trascendentales, que van desde Catherine Bauer, que intent¨® introducir en la legislaci¨®n norteamericana las condiciones de la promoci¨®n de vivienda social en Europa, hasta Jane Jacobs, defensora de las cualidades de convivencia, cuidado y transmisi¨®n del conocimiento en los barrios.
Las personas, mujeres en su mayor¨ªa, que durante la Segunda Guerra Mundial hac¨ªan los c¨¢lculos a mano de las trayectorias de los misiles y cuyo trabajo se automatiz¨® con los primeros ordenadores, se denominaban las computers y le dieron nombre a las m¨¢quinas hoy utilizamos.
La contribuci¨®n de las mujeres ha sido m¨¢s clave en el mundo de la tecnociencia de lo que est¨¢ reconocido, aportando una mayor sensibilidad hacia la realidad, lo humano y lo vivo
Por lo tanto, la contribuci¨®n de las mujeres ha sido m¨¢s clave en el mundo de la tecnociencia de lo que est¨¢ reconocido, aportando una mayor sensibilidad hacia la realidad, lo humano y lo vivo. No es casual que textos pioneros sobre los problemas medioambientales fueran escritos por mujeres como Raquel Carson, que avis¨® de la contaminaci¨®n por productos qu¨ªmicos ya en 1962. O que la primera casa solar fuera el resultado de la colaboraci¨®n en Estados Unidos entre la arquitecta Eleonor Raymond y la cient¨ªfica Maria Telkes.
Ciertamente dentro del pensamiento feminista hay tradiciones distintas: una m¨¢s confiada en el progreso y optimista en relaci¨®n a las aportaciones de la tecnolog¨ªa, desde Catherine Beecher hasta Donna Haraway, y otra cr¨ªtica con los abusos y los monstruos que puede generar la tecnolog¨ªa, inaugurada con el Frankestein de Mary Shelley y continuada hasta hoy por eminentes investigadoras como Vandana Shiva, Maria Mies o Judith Wajman.
Y si angloamericanos y n¨®rdicos elaboran nuevas historias con las aportaciones y el protagonismo de las mujeres t¨¦cnicas, en Catalu?a est¨¢ mucho por hacer, coordinar y visibilizar. Es curioso que desde estas p¨¢ginas de opini¨®n, las dos personas que m¨¢s han argumentado una posici¨®n cr¨ªtica hacia el dominio tecnol¨®gico y el espejismo de la smart city sean dos mujeres: Judith Carreras y Gemma Gald¨®n. Es aquel aviso que ya estaba en la mitolog¨ªa griega: Venus defendiendo el cuidado por la naturaleza y las personas frente a la destrucci¨®n ejercida por Marte.
En Catalu?a se ha reconocido la aportaci¨®n de nuestras pedagogas, un poco la de las escritoras y casi nada la de las artistas. Y qu¨¦ poco sabemos de nuestras investigadoras, cient¨ªficas y m¨¦dicas, desde Dolors Aleu, Maria Teresa Guardiola, Adela Sim¨® o Josefina Castellv¨ª hasta Anna Veiga, Lourdes Vegas o Mara Dierseen. Son pocos los nombres de arquitectas (Margarita Brender, Anna Bofill, Beth Gal¨ª, Carme Pin¨®s, Carme Pigem, Benedetta Tagliabue¡) y mucho menos de ingenieras, como Laura Tremosa, que nos suenan. Siguen siendo campos con la figura dominante y eclipsadora del mito masculino; y seguimos siendo un pa¨ªs que solo permite una gran figura en cada uno de los campos creativos, culturales y cient¨ªficos (T¨¤pies, Bohigas, Dexeus¡).
Necesitamos proyectos de investigaci¨®n, tesis, seminarios, exposiciones y publicaciones que visibilicen este pasado y presente invisibles. Y necesitamos medios de formaci¨®n, investigaci¨®n y promoci¨®n para que la Catalu?a del futuro, m¨¢s justa e igualitaria, no olvide estas aportaciones, no desperdicie la riqueza aportada por las mujeres, y destaque por sus investigadoras, t¨¦cnicas y creadoras.
Josep Maria Montaner, arquitecto y catedr¨¢tico de la ETSAB-UPC
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