Desconfianza y corrupci¨®n
El ¡®caso Castor¡¯ y las tarjetas de Caja Madrid son ejemplos de una promiscuidad entre pol¨ªtica y dinero que no es puntual
En pol¨ªtica, como en todos los ¨®rdenes de la vida, hay un intangible que se llama confianza. Y, de hecho, la calidad de la convivencia es funci¨®n de la fiabilidad que reconozcamos a las personas con las que nos relacionamos. La confianza no es una apuesta sin reservas, exige madurez y distancia, cr¨ªtica y comprensi¨®n, porque m¨¢s all¨¢ de estos t¨¦rminos se convierte en alienaci¨®n o adhesi¨®n incondicional, que puede ser gratificante para la econom¨ªa del deseo de algunos, pero casi siempre es anuncio de lo peor.
La confianza en las instituciones p¨²blicas y en las personas que las gobiernan est¨¢ bajo m¨ªnimos. Esta desafecci¨®n se ven¨ªa gestando hace tiempo. En la d¨¦cada de los prodigios en que se impuso la idea de que en materia de dinero todo era posible, imper¨® la cultura de la indiferencia, de una ciudadan¨ªa alejada de la cosa p¨²blica, que se limitaba a votar cada cuatro a?os. Solo de vez en cuando alg¨²n arrebato moral ¡ªcontra la guerra de Irak, por ejemplo¡ª romp¨ªa la rutina. Ahora la desconfianza se ha hecho carne y la ciudadan¨ªa ha empezado a exhibirla, rompiendo la monoton¨ªa de un sistema pol¨ªtico muy cerrado sobre s¨ª mismo. Perder la confianza de los ciudadanos es perder la autoridad y cuando esto ocurre el gobernante tiene la tentaci¨®n de dotarse de pr¨®tesis autoritarias para llegar d¨®nde su poder de convicci¨®n no alcanza.
La buena noticia es la repolitizaci¨®n de la ciudadan¨ªa. La mala noticia es el cierre de filas entre PP y PSOE en defensa de su sistema. Las causas profundas de la desconfianza podr¨ªan resumirse en una: la falta de autonom¨ªa de la pol¨ªtica. Estos d¨ªas dos noticias se han hecho hueco en una actualidad monopolizada por la cuesti¨®n catalana: el caso Castor y las tarjetas en negro de Caja Madrid. Son dos ejemplos de una promiscuidad entre pol¨ªtica y dinero que no es atribuible a casos aislados sino que es estructural al sistema pol¨ªtico. En un capitalismo cada vez m¨¢s oligopolista, el Estado, el sistema financiero y las grandes compa?¨ªas de los sectores estrat¨¦gicos, hacen uno.
El caso Castor es el proyecto de almac¨¦n de gas frente a las costas de Castell¨®n que el Gobierno ha retirado, indemnizando a la empresa adjudicataria, al mando de la cual est¨¢ Florentino P¨¦rez, con 1.400 millones de euros, que pagar¨¢n los ciudadanos. Alguien en la Administraci¨®n hizo el proyecto, alguien lo valid¨®, alguien aprob¨® las normas del concurso y alguien decidi¨® cancelarlo. Y esto ocurri¨® gobernando el PSOE y gobernando el PP. Nadie ha asumido la m¨¢s m¨ªnima responsabilidad por un fracaso que repercute en el bolsillo de los ciudadanos. Si el proyecto era inviable, ?qui¨¦n se equivoc¨® en ponerlo en marcha? Y si era viable, ?por qu¨¦ el Gobierno no lo mantuvo? De principio a fin, la pr¨¢ctica es sospechosa. Y la ¨²nica que sale ganando es la compa?¨ªa que se adjudic¨® la obra.
Caja Madrid es el icono de la promiscuidad entre pol¨ªtica y dinero
Caja Madrid es el icono de la promiscuidad entre pol¨ªtica y dinero. El espect¨¢culo de los ejecutivos, los representantes de los partidos, los sindicalistas, tirando de tarjetas incontroladas y la sospecha de que esto es comportamiento habitual en grandes compa?¨ªas hace imposible cualquier atisbo de confianza en unas instituciones habitadas hasta tal punto por la codicia.
Lo que la crisis de confianza desvela es un r¨¦gimen en el que la corrupci¨®n es sist¨¦mica ?C¨®mo restaurar la confianza, en esta situaci¨®n? El PP est¨¢ invalidado mientras desde la c¨²spide del partido no se asuman responsabilidades por el caso B¨¢rcenas. El PSOE vive todav¨ªa en el desconcierto en que le dej¨® Zapatero, con los ERE andaluces en el cogote, y sin osar marcar distancias con el sistema bipartidista, y Converg¨¨ncia i Uni¨®, otro partido del establecimiento, por m¨¢s que el proceso independentista lo disimule, carga con el caso Pujol del que no se librar¨¢. No en vano, a pesar del impulso soberanista, CiU sigue perdiendo votos a cada encuesta.
En este contexto, los movimientos sociales est¨¢n intentando la conversi¨®n en partidos pol¨ªticos, a excepci¨®n de la ANC en Catalu?a que conf¨ªa la representaci¨®n pol¨ªtica a los partidos. Para entrar en el sistema de partidos sin convertirse en casta, como ellos dicen, habr¨¢ que conseguir que este cambie. De momento, la presi¨®n desde fuera no es suficiente. Lo ¨²nico que se le ha ocurrido a Rajoy ha sido proponer una nueva ley electoral que le d¨¦ ventaja y frene a los partidos nuevos.
Crear un partido desde la fuerza de los sondeos, como es el caso de Podemos, requiere mucho tiento, el alud de tr¨¢nsfugas y arribistas puede ser demoledor. Y, sin embargo, es imprescindible romper este sistema corporativo en que los partidos se han convertido en una correa de trasmisi¨®n entre el dinero privado y el gasto p¨²blico, controlado por instituciones nombradas por ellos mismos. Llegar a la conclusi¨®n de que reformar las instituciones y restituir la confianza es imposible, equivaldr¨ªa a dar por hecho que el tiempo de la democracia est¨¢ finiquitado. Y que entramos definitivamente en el gobierno corporativo de los expertos, al servicio de las ¨¦lites econ¨®micas. Desde el poder se sigue apostando a que, una vez m¨¢s, se impondr¨¢n los principios de la servidumbre voluntaria: el miedo, el clientelismo y la costumbre.
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