Podar y plantar: o emigrar
"En materia fiscal los vascos tenemos un sistema particularmente opaco y r¨ªgido"
Podar y plantar. No hay otra salida a esta crisis larga y dur¨ªsima que llevamos padeciendo desde el a?o 2007. Podar aquellas ramas de actividad que est¨¢n obsoletas y plantar nuevas actividades que tengan futuro. Se podr¨ªa decir que los viejos tendemos a no querer podar, porque es lo m¨¢s c¨®modo y que los j¨®venes necesitan desesperadamente que se apueste por lo nuevo, porque si no tendr¨¢n que emigrar.
Los gobiernos no son los responsables principales, ni para bien ni para mal, de la evoluci¨®n econ¨®mica de un pa¨ªs, pero tienen un papel clave al se?alar las reglas de juego y al fomentar con el dinero de sus presupuestos una filosof¨ªa que gu¨ªe a la sociedad. Y esa filosof¨ªa solo puede ser una de estas dos: apostar por ¡°lo de siempre¡± o apostar por lo ¡°nuevo¡±. Si miramos los datos vemos que, en los siete a?os de crisis, el empleo privado vasco ha bajado en 95.000 personas mientras que el empleo de la administraci¨®n ha aumentado en 7.000 efectivos. Solo este dato reflejar¨ªa que hay algo que nuestros gobiernos no han hecho bien y que han cuidado m¨¢s su propio huerto que el de los ciudadanos.
Y no parece f¨¢cil cambiar las tendencias de fondo, pues hemos creado un modelo muy r¨ªgido y que mira siempre m¨¢s a conservar que a cambiar; m¨¢s a evitar la confrontaci¨®n de ideas que a remover comportamientos; m¨¢s a tener vasallos poco informados que a buscar ciudadanos que sepan y discutan. Y desde luego en materia fiscal y presupuestaria, los vascos tenemos un sistema particularmente opaco y r¨ªgido, poco propenso a aventuras.
Esta misma semana asistiremos a la ceremonia anual por la que seis personas, por cierto no electas, van a decidir sobre la cifra de recaudaci¨®n del a?o 2015, una suma importante que representa aproximadamente el 20% del PIB. Pero su decisi¨®n se har¨¢ sin dar explicaciones sobre el dise?o fiscal que se va aplicar, ni ense?ar¨¢n los informes t¨¦cnicos en los que supuestamente se apoyan, ni mucho menos someter¨¢n a discusi¨®n parlamentaria sus conclusiones. No hay ning¨²n pa¨ªs de nuestro entorno cultural que tenga un sistema tan peculiar de aprobar su pol¨ªtica fiscal, en el que se huye del debate parlamentario y se sustituye el mismo por discusiones en covachas oscuras, blindadas ante la opini¨®n p¨²bica.
Pero es que tampoco el Gobierno puede utilizar ese dinero obtenido con los impuestos de la forma en que crea m¨¢s conveniente para combatir la crisis. Es decir, no puede, por ejemplo, apostar a fondo por nuevas empresas tecnol¨®gicas, materia que corresponde al Gobierno, en detrimento de la inversi¨®n en carreteras, materia que corresponde a las diputaciones. Lo impide la LTH, y su hija bastarda la Ley de Aportaciones, que obliga a entregar a las Diputaciones el 30% de los recursos netos obtenidos por los impuestos, para que ellas las gasten en sus competencias.
Ese porcentaje de reparto te¨®ricamente se revisa cada cinco a?os, pero en la pr¨¢ctica el inmovilismo institucional es tal que las cifras son las mismas desde 1982. Ni siquiera han aprobado la Ley de Aportaciones para el quinquenio 2012-2016, por lo que estamos funcionando con pr¨®rrogas de la ley aprobada en 2007, cuando ¨¦ramos ricos y felices. Mejor no hablar de ello.
Esta teor¨ªa de que el gasto se debe asignar en funci¨®n de un criterio r¨ªgido de asignaci¨®n entre instituciones, significa presupuestar en funci¨®n de la inercia del pasado y no presupuestar atendiendo a las necesidades actuales de la econom¨ªa. Si una empresa privada hiciera eso desaparecer¨ªa al cabo de poco tiempo. Pero como estamos hablando de la Administraci¨®n, ellos no desaparecer¨¢n, aunque nuestros hijos ya van desapareciendo v¨ªa emigraci¨®n, siguiendo el conocido corolario: si no se poda, no se planta y entonces se emigra.
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