Un partido para el presidente
Radicalismo democr¨¢tico, s¨ª, pero sin exagerar; al pueblo hay que consultarle, pero no hace falta decirle la verdad
No estamos en guerra, pero como en la guerra la verdad es la primera v¨ªctima de nuestra contienda pol¨ªtica. Mentir y ocultar, siempre que sea por los m¨¢s altos intereses patri¨®ticos, est¨¢ bien visto y recibe el aplauso de la concurrencia. Lo hacen nuestros dirigentes abiertamente, con la explicaci¨®n de que no quieren dar pistas al enemigo. No estamos en guerra pero lo parece, y en la guerra como en la guerra: todo vale, incluso sacrificar la obligaci¨®n de transparencia hacia los ciudadanos en favor de la esperanza, aunque sea muy tenue, en una segura e inevitable victoria.
La verdad es sencilla y conocida por todos, pero ahora est¨¢ embargada. No habr¨¢ consulta el 9 de noviembre. Lo saben los convocantes, lo saben los que se sienten convocados y lo saben los que no se sienten convocados en absoluto. Lo sabe el presidente y su gobierno y lo saben los partidos del pacto por el derecho a decidir; pero nadie se atreve a decirlo, porque al primero que hable le caer¨¢ encima todo el peso de la descalificaci¨®n patri¨®tica. El embargo es del Gobierno, claro est¨¢, pero lo es tambi¨¦n de los partidos de la consulta. El primero que hable se sale de la foto.
El periodismo presidencial, en posici¨®n de saludo y a las ¨®rdenes del primer magistrado catal¨¢n desde que empez¨® el proceso, se ha convertido en el primer guardi¨¢n del embargo. Tambi¨¦n la entera clase pol¨ªtica soberanista tiene buen cuidado de guardar el pacto de silencio ante las leg¨ªtimas presiones del periodismo m¨¢s suelto y asilvestrado, que no quiere atender a la disciplina de Palau. Radicalismo democr¨¢tico, s¨ª, pero sin exageraciones.
Al pueblo hay que consultarle, claro est¨¢, pero no siempre hay que contarle la verdad. Si no hay consulta el 9-N y nadie quiere contarlo todav¨ªa, significa que algo se est¨¢ tramando a sus espaldas. Solo pueden ser dos cosas: una, c¨®mo vender la mercanc¨ªa averiada de la consulta del 9N que no se celebrar¨¢; y otra, c¨®mo organizar las elecciones anticipadas, sea cual sea la denominaci¨®n con que se planteen.
No son tareas f¨¢ciles, puesto que alguien puede perder la cara en las explicaciones. La ocultaci¨®n de la verdad puede que tenga menos de astucia maquiav¨¦lica que de p¨¢nico esc¨¦nico que conduce a diferir el momento en que habr¨¢ que enfrentarse a la dura y desnuda verdad, cuando veamos en qu¨¦ han quedado tantas fotos hist¨®ricas y tantas proclamas que hac¨ªan obligada, segura y decisiva la cita del 9-N.
De entrada y a grandes rasgos hay un partido que no ha hecho m¨¢s que ganar y reforzar sus posiciones, Esquerra, y otro que se ha ido deshilanchando, que es Converg¨¨ncia. La paradoja de la partida que se est¨¢ jugando debajo de la mesa, con expresa ocultaci¨®n ante los votantes y los ciudadanos, es que el presidente de los sucesivos fracasos quiere convertirse en el l¨ªder del partido de todos los ¨¦xitos gracias a la f¨®rmula del partido presidencial en el que se unan CDC y Esquerra, pero tambi¨¦n todo lo que ambos puedan pillar dentro y fuera de las otras fuerzas soberanistas.
Artur Mas fracas¨® en las elecciones de noviembre de 2012, como ha fracasado ya con su apuesta s¨ª o s¨ª por el 9-N, y solo le falta culminar su historial de fracasos liquidando a la federaci¨®n con Uni¨® e incluso diluyendo Converg¨¨ncia dentro de una candidatura con Esquerra. Tras entregarse al programa y calendario republicanos se entrega ¨¦l mismo como presidente y prenda de su compromiso con el proceso, acompa?ado de las obligadas odas y epinicios que le exaltan como un dirigente excepcional, capaz de hacer historia sin bajar del autob¨²s como hac¨ªa el Bar?a seg¨²n su entrenador Helenio Herrera.
Exactamente lo contrario de lo que ha hecho Esquerra, que obtuvo unos resultados espl¨¦ndidos en las elecciones de 2012; consigui¨® que CiU se adhiriera a su programa; no tuvo necesidad alguna de asociarse con un presidente marcado por los recortes de su primera y bien corta presidencia y lastrado en la segunda por la figura de su padre pol¨ªtico, Jordi Pujol; y ahora se encuentra preparada para recoger en las elecciones sucesivas los frutos de su paciente trabajo y reconocida ventaja estrat¨¦gica, de modo que a poco que le vayan bien las cosas puede hacer tres en raya en las elecciones sucesivas, sea cual sea el orden en que se celebren, catalanas, municipales y generales.
La discreci¨®n de Esquerra s¨ª es maquiav¨¦lica, seguro. La explicaci¨®n para el bloqueo informativo, en cambio, es bien simple y la ha dado el presidente en persona, recibiendo como refuerzo el eco de decenas de art¨ªculos, comentarios y tertulias: el ¨²nico responsable de todo lo que est¨¢ pasando es el Estado hostil. Cuando las cosas llegan a este punto no hay m¨¢s remedio que entonar el grito de unidad, unidad, unidad. No es la hora de los cr¨ªticos y de los distantes, sino de la obediencia. Todos a formar. Quien no lo haga ya sabe qu¨¦ le espera. El nuevo partido est¨¢ ya preparado. Y tambi¨¦n su presidente, muy bien entrenado en las formas y variaciones de su liderazgo: primero y hasta 2012 el de Mois¨¦s, personal, carism¨¢tico; despu¨¦s y hasta ahora, el compartido, humilde y a veces ag¨®nico; y a partir del 10N el obediente, no liderando sino liderado, a las ¨®rdenes del pueblo, ¨²nico se?or de esta nueva era.
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