Las mujeres, calladitas
Los hombres piden aumentos de sueldo en sus empresas cuatro veces m¨¢s que ellas
No solo en la patronal espa?ola cuecen habas machistas. Hace unos d¨ªas, el director general de Microsoft, Satya Nadell, afirm¨® en un coloquio que las mujeres no deben pedir aumentos de sueldo sino ¡°saber y tener fe en que el sistema los dar¨¢ con el tiempo¡±. Las que no los reclaman, dijo Nadell, tienen ¡°superpoderes adicionales¡± porque actuar as¨ª les ¡°proporciona buen karma¡±.
Aunque trat¨® de rectificar enseguida diciendo que se refer¨ªa a su experiencia personal ya fue imposible disimular que detr¨¢s de sus palabras est¨¢ una de las razones que explican que las mujeres cobren menos que los hombres (20% en Espa?a) cuando realizan el mismo trabajo: negocian sus condiciones laborales menos y peor que sus colegas masculinos.
As¨ª lo demostraron las investigadoras Linda Babcock y Sara Laschever en su libro Las mujeres no se atreven a pedir en el que indican que los hombres piden aumentos de sueldo en sus empresas cuatro veces m¨¢s que ellas y que esa mayor renuncia de las mujeres desde su primer empleo les cuesta en Estados Unidos medio mill¨®n de d¨®lares por t¨¦rmino medio a lo largo de su carrera profesional.
Es l¨®gico que ocurra as¨ª porque mientras que los hombres nos habituamos desde el principio a actuar en la esfera p¨²blica en donde prima la competencia, la imposici¨®n y la fuerza, a las mujeres se les ense?a a ser m¨¢s cuidadosas y condescendientes, a renunciar al inter¨¦s propio en beneficio de los dem¨¢s o a conseguir que los conflictos se diluyan en lugar de hacerlos estallar violentamente. Son habilidades, humanamente hablando, mucho m¨¢s virtuosas y valiosas pero que cuando se desarrollan en un medio ambiente masculinizado resultan muy perjudiciales. Lo que explica que tantas mujeres tengan que decidir entre comportarse de esa forma asumiendo las desventajas consiguientes o hacerlo del mismo modo en que lo hacen los hombres.
Los hechos demuestran que no lleva raz¨®n Nadell. Las mujeres, o los hombres, que no reclaman aumentos salariales no los consiguen con el tiempo sino que se quedan sin ellos, como demuestra el sueldo m¨¢s bajo de las mujeres, que los piden en menor medida, o el techo de cristal que solo se rompe a base de conquistar d¨ªa a d¨ªa mejores condiciones de trabajo.
La cuesti¨®n tiene mucha trascendencia en la Espa?a de nuestros d¨ªas. Nos advierte del gran incremento de la desigualdad que producir¨¢ el desmantelamiento de la negociaci¨®n colectiva y que es imposible acabar con la discriminaci¨®n si, adem¨¢s de proteger la negociaci¨®n, no se act¨²a sobre la cultura y los valores que desde peque?os nos diferencian artificialmente a mujeres y hombres. Ni las empresas ni la sociedad sobreviven cuando lo que piden a las mujeres es que se resignen y callen.
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