Las ¡®teles¡¯ del PP valenciano
La maniobra es todo un sarcasmo, una burla hiriente para los 1.600 despedidos de la radio y televisi¨®n que el partido ha matado
Era de esperar. El PP no pod¨ªa afrontar las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas y locales sin la artiller¨ªa de una televisi¨®n d¨®cil y dom¨¦stica. En este sentido, el presidente Alberto Fabra ha prometido reemplazar el asesinado Canal Nou, aunque no antes de que las finanzas de la Generalitat lo permitan. O sea, que largo nos lo f¨ªan a la vista de la ruina econ¨®mica que agobia al erario p¨²blico y de otras necesidades m¨¢s perentorias. El asunto, pues, va para largo y previsiblemente tal tarea quedar¨¢ reservada para los futuros gobiernos de la hoy oposici¨®n. Los populares ya han grabado su propio epitafio en este cap¨ªtulo como liquidadores de RTVV. La ya denominada Tele Fabra no ha trascendido el limbo de las buenas intenciones.
Otra cosa parece ser el proyecto televisivo fletado por el presidente de la Diputaci¨®n de Valencia, alcalde de X¨¤tiva y presidente provincial del PP, el ilustre Alfonso Rus, ese verso suelto del partido gobernante que dice responder con ello a ¡°la necesidad manifestada por ciudadanos y autoridades¡±, obviamente preocupadas por la inminente cita electoral y los deprimentes resultados que se le pronostican a las siglas conservadoras. Entiende el eminente pol¨ªtico que mediante una amena e intensa programaci¨®n de bous al carrer, festejos, procesiones, plenos municipales y profusi¨®n de caretos edilicios afines se responde a ese referido clamor al tiempo que se moviliza a la feligres¨ªa despagada.
El proyecto, que seg¨²n anuncian comenzar¨¢ a emitir a primeros de enero y no ser¨¢ denominado Tele Rus, como ya se le conoce, se ha presentado con toda la prosopopeya del caso. Al decir de su referido patrocinador ser¨¢ una TV p¨²blica, abierta, de calidad, no manipulada ni propagand¨ªstica y econ¨®micamente sostenible. Vamos, que ser¨¢ la repera a fuerza de ins¨®lita. As¨ª concebida encaja con el objeto y principios que se establec¨ªan por ley para la finada RTVV. Mucha farfolla ret¨®rica, pero ya hemos visto en qu¨¦ qued¨® la postulada veracidad, imparcialidad, objetividad informativa y pluralismo pol¨ªtico. Claro que el espabilado Rus no apunta tan alto. A ¨¦l le basta con hacer ruido y amenizar a su alelada clientela electoral pagando la fiesta con dinero p¨²blico, con el de todos, incluidos sus adversarios y discrepantes pol¨ªticos, lo que es tanto un abuso como una confiscaci¨®n de recursos ajenos. Tienen un morro que se lo pisan.
La maniobra, por modesta que sea, es todo un sarcasmo, una burla hiriente para los 1.600 despedidos de la radio y televisi¨®n que el PP ha matado, a los que hay que sumar otros 5.000 damnificados del centenar de empresas que depend¨ªan de dicho ente. Una p¨¦rdida y un da?o que, adem¨¢s, trascienden al conjunto social del Pa¨ªs Valenciano, traum¨¢ticamente privado de un instrumento que pudo ser decisivo para su cohesi¨®n y desarrollo cultural. Pero este es un aspecto capital que no podemos evaluar en unas l¨ªneas. El Col.lectiu Ricard Blasco acaba de publicar Per unes politiques de comunicaci¨®n al servei de la societat (Onadaedicions.com), un texto en el que sus autores, J. L. G¨®mez Mompart, Toni Moll¨¤, M¨°nica Parre?o, Manuel S. Jard¨ª y Rafael Xamb¨® glosan con pelos y se?ales la pasi¨®n en forma de esc¨¢ndalos, importancia y muerte de RTVV, a la par de la necesidad de un nuevo proyecto de naturaleza p¨²blica que habr¨ªa de ser independiente de gobierno, partidos y oligopolios econ¨®micos e informativos. La izquierda deber¨ªa tomar nota.
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