Rajoy es un androide
La librer¨ªa del CGAC en Santiago acoge una singular exposici¨®n de robots realizados con material reutilizado
La librer¨ªa del Centro Galego de Arte Contempor¨¢nea (CGAC) de Santiago recibe estos d¨ªas una visita inusual. En medio de los interesantes libros de fotograf¨ªa, arquitectura o pintura asoman camuflados cerca de una veintena de robots que despiertan la curiosidad de los clientes. La gente pregunta qui¨¦n es el autor de la exposici¨®n, pero S¨¢trapa, el artista, se apresta a matizar: ¡°Esto no es una exposici¨®n, es una invasi¨®n¡±.
En medio de la invasi¨®n de robots, S¨¢trapa explica el proceso de estas criaturas que han nacido de restos de viejos ordenadores, latas de conservas, coladores y materiales variopintos. Los nombres no tienen desperdicio, desde el orgulloso Cilistonio al escrutador Dorislacio, pasando por Tricam¨®ptero Aceitinio, que como su nombre indica tiene por cabeza un pedazo de una aceitera, hasta Criptonio, que en lugar de estern¨®n tiene un viejo contador de corriente.
Pero no todas las criaturas tienen nombres impronunciables. Los hay con nombres m¨¢s comunes, como Mariano o Agust¨ªn, por ejemplo. ¡°A Agust¨ªn lo conceb¨ª el d¨ªa que tomaba posesi¨®n el nuevo alcalde de Santiago, Agust¨ªn Hern¨¢ndez, y Mariano lleva el nombre de Rajoy porque en las gafas finales que le puse tiene un aire con ¨¦l en la mirada¡±, explica S¨¢trapa, que en el fondo tiene un discurso poco amable alrededor de sus androides. ¡°Se habla mucho de las posibilidades de vida en Marte y est¨¢ por ver c¨®mo le ir¨¢ al hombre por all¨ª pero en la Tierra nos han acabado gobernando tipos que son marcianos aut¨¦nticos, por eso fui bautizando as¨ª a mis androides¡±, reflexiona el artista ahora conocido como S¨¢trapa, mientras el androide Mariano lo observa impasible instalado sobre las latas de sardinas que configuran sus pies, en la estanter¨ªa colateral a la de Philip Six, otro nombre tambi¨¦n familiar.
Hace un a?o que S¨¢trapa comenz¨® a adentrarse en el universo de los androides, a donde evolucion¨® desde la pintura. ¡°Despu¨¦s de quedar sin trabajo y deprimido por las incesantes borrascas compostelanas, comenc¨¦ a pintar hace dos a?os, y la pintura me llev¨® a los robots¡±, rememora sobre este proceso que le ha llevado a crear una veintena de piezas. Son las que ahora invaden la librer¨ªa del CGAC, cerca de esa cafeter¨ªa que era hace meses un lugar bullicioso y punto de encuentro de artistas y creadores, pero desde que se apagaron las luces y ech¨® el cierre transmite la frialdad de los lugares deshabitados.
En la invasi¨®n de robots tiene mucho que ver Andr¨¦s Fonte, librero del CGAC, que anim¨® a S¨¢trapa en este proceso. ¡°Vi en San Francisco una tienda de robots que costaban m¨ªnimo 3.000 euros y que en mi opini¨®n eran muy inferiores a estos, as¨ª que creo que sus piezas pueden tener buena salida¡±, explica Fonte. Las piezas de S¨¢trapa tiene un precio entre 450 y 800 euros y la idea es tratar de poder venderlas en pa¨ªses como Estados Unidos o Jap¨®n, a trav¨¦s de una p¨¢gina web que estar¨¢ lista en breve, ¡°aprovechando una gran cultura alrededor de los androides que est¨¢ creando un mercado internacional¡±. Los androides podr¨¢n visitarse en el CGAC al menos hasta marzo, de martes a domingo en horario de 11 a 13.30 y de 16 a 20 horas.
Sobre la nave nodriza Transportino est¨¢n varios de estos robots, con coraz¨®n de latas de guisantes o cabeza de estirilizador de jeringuillas, mezclados entre libros de Miquel Barcel¨®, Walter Benjamin o Mies Van der Rohe. Con el alma aventurera del artista y el esp¨ªritu insaciable del recolector de chatarra, S¨¢trapa va recogiendo de mercadillos de segunda mano decenas de tornillos, muelles y metros de cable para darles una segunda oportunidad en el pa¨ªs de los androides, instalados en la librer¨ªa. ¡°He procurado que se sientan c¨®modos entre los libros y se queden aqu¨ª un tiempo. No molestan, no comen, ni beben ni consumen ox¨ªgeno¡±, comenta el artista mientras Philip Six, Agust¨ªn o Mariano lo observan a lo lejos. ¡°Son buena gente y todav¨ªa no hay ning¨²n androide imputado ni con cuentas en Suiza¡±, aclara. Al mismo tiempo, ya avanza que est¨¢ construyendo el siguiente: ¡°Se llamar¨¢ Alberto¡±.
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