La teor¨ªa econ¨®mica y la crisis
?Por qu¨¦ la ¨²ltima crisis apareci¨® de una forma tan inesperada y brutal? ?Qu¨¦ fall¨®?
Bajo el t¨ªtulo La ense?anza de la econom¨ªa, la Facultad de Econom¨ªa de la UB y la Fundaci¨® Ernest Lluch organizaron la semana pasada un debate en el que participaron, en la mesa, Ant¨®n Costas, Javier Andr¨¦s, Joan Tugores, Javier San Juli¨¢n y Alba Rold¨¢n, y en la sala, algunas docenas de profesores y alumnos de la facultad. Hace poco, para presentar su nueva Colecci¨®n de Econom¨ªa, RBA organiz¨® una mesa redonda con Antoni Castells, Josep M? Bricall, Guillermo de la Dehesa y Emilio Ontiveros. Desde la mesa en un caso, y desde la sala en el otro, observ¨¦ con inter¨¦s c¨®mo los debates iban desliz¨¢ndose hacia estas preguntas: ?por qu¨¦ la ¨²ltima crisis (inicialmente financiera y americana, pero finalmente general y global) apareci¨® de una forma tan inesperada y brutal? ?Qu¨¦ fall¨®? ?Supone ello una descalificaci¨®n de las teor¨ªas econ¨®micas que se ense?an en las universidades y aplican los Gobiernos? ?Exige una revisi¨®n de c¨®mo se ense?a la econom¨ªa o c¨®mo se construyen modelos y teor¨ªas?
Planteadas por economistas de prestigio, con mentalidad abierta y esp¨ªritu cr¨ªtico, estas preguntas son de enorme inter¨¦s y trascendencia. Desde un gran respeto, y admiraci¨®n en muchos casos, por los economistas, destaco algunas de mis conclusiones:
1. Responsables. Las responsabilidades sobre la crisis se pueden repartir de forma muy amplia, y alcanzan a much¨ªsimas personas, aunque desgraciadamente hay muchas m¨¢s v¨ªctimas que responsables¡ Me centro en el ¨¢rea de las teor¨ªas econ¨®micas, los intereses econ¨®micos, y las decisiones, u omisiones, de pol¨ªtica econ¨®mica. Pienso que a menudo los Gobiernos utilizan en sus decisiones las teor¨ªas econ¨®micas que m¨¢s les convienen para defender los intereses econ¨®micos que ellos representan. La teor¨ªa econ¨®mica ha servido para poner el sello de calidad cient¨ªfica a decisiones que obedec¨ªan a intereses, d¨¢ndoles la imagen de buena gesti¨®n. ?Cu¨¢ntas veces hemos o¨ªdo ¡°esta es la ¨²nica alternativa correcta¡±, en lugar de ¡°esta es la que yo prefiero¡±? A las teor¨ªas econ¨®micas, y a algunos centros de creaci¨®n de pensamiento econ¨®mico o empresarial, se les puede acusar, junto a otros muchos, de colaboradores necesarios y por tanto de responsables subsidiarios¡
2. Opini¨®n p¨²blica. Hay que preguntarse por qu¨¦ no fueron escuchadas las opiniones divergentes, que las hubo, de muchos economistas que advert¨ªan de los errores que se estaban cometiendo y anunciaban algunas cosas que luego han ocurrido. Creo, en primer lugar, que no fueron suficientes en su momento, y que adem¨¢s sus voces quedaron apagadas por la resistencia a escucharlas mientras la realidad inmediata segu¨ªa siendo muy beneficiosa para casi todo el mundo. Las visiones de corto plazo de los Gobiernos y de los votantes tienen una parte de responsabilidad.
Hay que preguntarse por qu¨¦ no fueron escuchadas las opiniones? de economistas que advert¨ªan de los errores que se estaban cometiendo
3. Ciencias naturales y ciencias sociales. Creo que tenemos un problema de l¨¦xico. Nos equivocamos cuando utilizamos la palabra ¡°ciencia¡± para estas dos realidades pensando que significa lo mismo en ambas, es decir, que la evidencia cient¨ªfica equivale a la verdad. Es much¨ªsimo m¨¢s cierto decir que ¡°si tiramos una piedra al aire volver¨¢ a caer¡±, que decir que ¡°si bajan los impuestos aumentar¨¢ la inversi¨®n y el consumo¡±. Incluso en la f¨ªsica, especialmente en la cu¨¢ntica, existe el principio de indeterminaci¨®n. Pero en las ciencias sociales existe la libertad de las decisiones personales, que significa un grado de indeterminaci¨®n incomparablemente mayor, y que obliga a separar claramente las leyes naturales de las leyes econ¨®micas, o a no llamarlas leyes... Dej¨¦monos de leyes y hablemos de opciones, de teor¨ªas y de probabilidades.
4. Modelos. La econom¨ªa ha tenido estos ¨²ltimos a?os un gran componente matem¨¢tico. En todo el ¨¢mbito de las ciencias sociales, es enormemente ¨²til trabajar con modelos. Los modelos permiten confirmar las teor¨ªas y darles validez. Pero los modelos no son neutros; se construyen en base a hip¨®tesis y por tanto tienen unos prejuicios y a menudo tambi¨¦n unos componentes ideol¨®gicos que les restan credibilidad.
Uno de los ejemplos m¨¢s conocidos es pensar que las personas act¨²an bien informadas y aplicando la racionalidad, cuando normalmente la informaci¨®n es escasa, excesiva o confusa, y la actuaci¨®n tiene muchos componentes emocionales¡ Todo ello obliga a aceptar la diversidad de las aproximaciones, la pluralidad de las escuelas y a prevenirse contra el posible ¡°pensamiento ¨²nico¡± que tanto da?o ha hecho en distintas ¨¦pocas del siglo pasado.
5. Incentivos y objetivos. La actividad econ¨®mica tiene como objetivo mejorar el bienestar produciendo ¡°valor real¡± para las personas. En nuestro sistema econ¨®mico, el beneficio es el incentivo para que funcione y se consigan estos objetivos. ?Por qu¨¦ est¨¢n permitidas e incentivadas fiscalmente actividades que producen beneficios sin crear ning¨²n valor (especulaci¨®n financiera, inmobiliaria, energ¨¦tica o alimentaria)? ?Puede ser que el crecimiento mal regulado de estas actividades sea el culpable de los fallos observados?
Pienso que las l¨²cidas aportaciones que se hicieron en estos debates deber¨ªan, por su inter¨¦s, salir del ¨¢mbito cerrado de la universidad y acercarse m¨¢s a la opini¨®n p¨²blica, porque las teor¨ªas econ¨®micas condicionan cada vez m¨¢s nuestro pensamiento ya que la econom¨ªa condiciona cada vez m¨¢s nuestras vidas.
Joan Maj¨®, ingeniero y exministro
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