Diga que se lo ped¨ª yo
Conoc¨ª a Vaclav Havel de cerca, en una entrevista cuando ya era presidente de Checoslovaquia
Algunas personas han llevado vidas tan extraordinarias que su recuerdo se te queda como una obsesi¨®n, como si fuesen paradigmas de una especie humana parecida a la nuestra pero diferente. Un d¨ªa me gustar¨ªa levantar la lista de esos fantasmas particulares y desde luego en ella figurar¨ªa el dramaturgo y pol¨ªtico Vaclav Havel. En estas fechas en que se celebra el veinticinco aniversario de la Revoluci¨®n de terciopelo su recuerdo vuelve a imponerse y releo su obra teatral, traducida por Monika Zgustova y publicada en C¨ªrculo de Lectores bajo el t¨ªtulo Largo desolato y otras obras, y la biograf¨ªa, o m¨¢s bien hagiograf¨ªa de Eda Kriseov¨¢ que public¨® Espasa. No s¨¦ si el aniversario habr¨¢ dado nueva vida a esos libros, aunque estos d¨ªas he estado comprobando con agrado que aquella dramaturgia que funde el teatro del absurdo de Ionesco con el teatro de denuncia de Brecht ¡ªpero en un tono m¨¢s dom¨¦stico o ¨ªntimo¡ª, aguanta el paso de las d¨¦cadas, especialmente en Vernisage, Fiesta en el jard¨ªn y sobre todo en Largo desolato,que es la tremenda declaraci¨®n de fatiga, miedo y hast¨ªo del disidente que tras entrar y salir repetidamente de la c¨¢rcel como el mismo autor, acosado por sus amigos, su esposa y su amante en pos de iluminaci¨®n, y por la polic¨ªa pol¨ªtica que en cualquier momento puede presentarse en su casa para devolverle a la celda pero cuando aparece es s¨®lo para decirle que est¨¢ definitivamente libre, porque su oposici¨®n es insignificante, reclama salir de todo eso: ¡°?D¨¦jame en paz! ?Dejadme todos en paz!¡±. Tel¨®n.
Como tantos periodistas, tuve ocasi¨®n de ver de cerca a Havel, durante una entrevista en un sal¨®n del Castillo de Praga, cuando ya era presidente de Checoslovaquia ¡ªaun exist¨ªa esa ef¨ªmera rep¨²blica: 1918-1992¡ª, pero la imagen m¨¢s fuerte que viene a mi conciencia cuando pienso en ¨¦l es una foto (descrita, por cierto, en una novela de reciente aparici¨®n) que le tomaron en los a?os ochenta cuando todav¨ªa era un disidente: se le ve de medio cuerpo, vestido con ropa informal, sentado a una mesa de la taberna cerca del r¨ªo que frecuentaba, que creo recordar que se llamaba La carpa. Con una mano se cubre la boca o se atusa el bigote, en una actitud reflexiva y ausente; y en la pared detr¨¢s suyo se ve un anuncio de la ¨¦poca en el que una joven desnuda y risue?a se abraza a una botella de cerveza Staropramen, como la idea de un interesante s¨²cubo que quiere meterse en los pensamientos de Havel. Sobre la mesa hay una jarra de cerveza mediada y un cenicero de vidrio, con sus colillas. La clandestinidad no llevaba una vida de h¨¢bitos muy sanos.
Pero de todas las frases de Havel, que era un hombre y un presidente de excepcional locuacidad, la que para m¨ª le define y resume se remonta al a?o 1977, cuando visitaba a posibles signatarios del manifiesto fundacional de la disidencia, la Carta 77. Para tranquilizar al interlocutor, naturalmente angustiado por las consecuencias que para s¨ª y su familia pudieran derivarse de su firma en aquel manifiesto Havel le dec¨ªa la siguiente frase: ¡°Si le detienen e interrogan, no se preocupe, diga que el documento se lo entreg¨® Vaclav Havel¡±.
Diga que se lo pidi¨® Vaclav Havel.
El peso de asumir esa responsabilidad fatalmente iba aumentando sus probabilidades de ser aplastado por las fuerzas de Seguridad del Estado y el hombre ingres¨® en la c¨¢rcel en 1977, 1978, 1979, 1980-1983, 1988 y 1989, adem¨¢s de puntuales arrestos en comisar¨ªa, y al mismo tiempo nutr¨ªa su liderazgo moral, su ascendiente sobre multitudes que s¨®lo conoc¨ªan su nombre de verlo calumniado en el ¨®rgano de prensa oficial Rude Pravo. As¨ª en abril de 1989 Havel estaba en la c¨¢rcel de Pankr¨¢c pero ocho meses m¨¢s tarde era presidente de la Rep¨²blica.
Aquel dramaturgo reciclado en estadista protagoniz¨® muchas entradas y mutis teatrales, escenas dram¨¢ticas, conmovedoras, admirables, y algunas inevitablemente tambi¨¦n penosas, pero entre mis preferidas est¨¢ el momento en que un emisario del Gobierno le visita en la c¨¢rcel de Hermanice para ofrecerle puente de plata al exilio en USA, donde Milos Forman (el cineasta de Amadeus) gestiona su libertad, y ¨¦l rechaza la oferta; y la noche en el caser¨ªo de Hr¨¢decek, en la clandestinidad del granero de su amigo Krob, en que ¨¦l mismo representa su pieza para dos actores La audiencia ante un p¨²blico de diez personas; su encuentro, ya en los d¨ªas de la Revoluci¨®n de Terciopelo, con el inolvidable Alexander Dubcek, el l¨ªder de la fallida primavera de Praga de 1968¡
Pero, como dec¨ªa antes, entre tantas escenas y fant¨¢sticos tours de force me quedo con aquel momento de 1977 en que un hombre de cuarenta a?os entra en un piso de Praga, se sienta en el comedor, extrae de la cartera la Carta, discute con su anfitri¨®n sobre el valor del manifiesto que ese a?o s¨®lo obtendr¨¢ 242 signatarios pero que ser¨¢ decisivo en la formaci¨®n de una masa cr¨ªtica de oposici¨®n y tiende el bol¨ªgrafo; su interlocutor lo coge, y mordi¨¦ndose el labio estampa su r¨²brica. El visitante se alegra: ya ha obtenido otra preciosa firma; y entonces, fij¨¢ndose en la preocupaci¨®n del otro, se ofrece: ¡°Diga que se lo pidi¨® Vaclav Havel¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.