Desolaci¨®n a ritmo ternario

Hubo algo de reencuentro con una vieja conocida en el concierto que Dayna Kurtz ofrec¨ªa este jueves en Clamores. La de Nueva Jersey ha evolucionado poco en los 12 a?os desde Postcards from downtown, con el que nos enamor¨®, pero es que siempre ha pugnado por alcanzar una atemporalidad. Despu¨¦s de desempolvar preciosidades, adelant¨® canciones que dar¨¢n forma a su nuevo trabajo, Rise and fall. Y s¨ª, la experiencia result¨® muy favorable: suenan como si llevaran a?os escritas.

Kurtz se bast¨® con la compa?¨ªa del veterano Robert Mach¨¦, dandi de la guitarra el¨¦ctrica y la mandolina, para armar un repertorio que a menudo suena desolado y casi siempre recurre a los ritmos ternarios para acentuar esa tristeza. Porque los valses tristes de Dayna causan estragos, honestamente, tan hondos como los de cualquier canci¨®n desolada de Jackson Browne o aquellos discos de Cowboy Junkies que parec¨ªan emanar una nube negra desde el reproductor.

Kurtz conserva esa voz preciosa, granulada, de amplio espectro y vibrato ¨²nico para transmitir canciones a las que cuesta encontrarles flancos d¨¦biles. Casi al final lleg¨® un blues para cortar la respiraci¨®n, I look good in bad, y ese casi one hit wondercon el que siempre la recordar¨¢ su parroquia, Love gets in the way. Un placer volver a verla.