Terror antiterrorista
Los problemas de seguridad no deben afrontarse con un acivismo legislativo que afecte a los derechos individuales
Desde los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York en 2001 y el p¨¢nico global que les sigui¨®, la Uni¨®n Europea ha aprobado 239 medidas antiterroristas entre directivas, reglamentos y decisiones marco. Medidas que no han sido capaces de evitar el 11-M en Madrid, la matanza de Utoya, la masacre de Par¨ªs ni los 153 actos terroristas que, seg¨²n Europol, ocurrieron en Europa s¨®lo en 2013.
Evidentemente, nunca sabremos cu¨¢ntos podr¨ªan haberse producido si estas medidas no hubieran existido, pero es relevante que en la mayor¨ªa de estas pol¨ªticas el Parlamento Europeo ni siquiera haya intervenido de forma vinculante y que su impacto jam¨¢s haya sido evaluado de forma sistem¨¢tica. Es sorprendente tambi¨¦n que en el caso de Par¨ªs, tanto los terroristas como el objetivo, la redacci¨®n de Charlie Hebdo, estuvieran ya bajo vigilancia. Preguntarse qu¨¦ ha fallado en los mecanismos existentes parece que deber¨ªa emerger como la principal cuesti¨®n en estos d¨ªas.
Y sin embargo, parece que la propuesta que emerge desde Europa es una patada para adelante. M¨¢s medidas. Ninguna reflexi¨®n. Ninguna evaluaci¨®n. Los ministros de Interior de pa¨ªses como Espa?a han relanzado esta semana la campa?a para aprobar a nivel europeo el registro de pasajeros (PNR en sus siglas en ingl¨¦s), una base de datos que recoja informaci¨®n relacionada con cada viajero (nombre, direcci¨®n, tel¨¦fono, itinerario, tarjeta de cr¨¦dito, opciones de men¨², IP del ordenador si el billete se adquiere online, detalles sobre menores, etc¨¦tera), compilada por la aerol¨ªneas y de obligada entrega a las fuerzas de seguridad de los pa¨ªses implicados. Estos registros, que los pa¨ªses miembros ya son libres de implementar, quieren ahora hacerse obligatorios y compartidos en toda Europa y con otros pa¨ªses aliados.
Hasta ahora, estos datos no se compart¨ªan a nivel europeo porque el Parlamento Europeo y el Tribunal de Justicia de la UE hab¨ªan planteado dudas sobre la legalidad de recoger y compartir sistem¨¢ticamente datos de personas sobre las que no pesa ninguna sospecha, o datos que revelan filiaciones religiosas (como la preferencia en las comidas en el avi¨®n). Aunque el alud de dispositivos de vigilancia preventiva parezca indicar lo contrario, los ciudadanos europeos seguimos teniendo derecho a no ser puestos bajo sospecha sin motivo, y a entrar a nuestros pa¨ªses incluso si somos delincuentes. La definici¨®n de ciudadan¨ªa basada en los derechos que heredamos del Renacimiento se juega hoy en el debate sobre los registros de pasajeros, ni m¨¢s ni menos. As¨ª lo entendieron los miembros del Parlamento Europeo.
?C¨®mo habr¨ªa contribuido la existencia de un registro de pasajeros europeo a evitar el atentado de Par¨ªs?
Pero si la l¨®gica es la primera v¨ªctima del miedo, Europa muestra una gran capacidad de sucumbir al miedo. De nuevo, ante un atentado se impone la recuperaci¨®n de agendas de seguridad m¨¢s propias de una fantas¨ªa dist¨®pica que de la voluntad de aprender de los errores y mejorar de forma efectiva la seguridad de los y las europeas. ?C¨®mo habr¨ªa contribuido la existencia de un registro de pasajeros europeo a evitar el atentado de Par¨ªs? Sus autores eran ciudadanos franceses y hab¨ªan sido identificados y sometidos a vigilancia hasta hace unos meses. Sus viajes eran perfectamente conocidos por las autoridades utilizando mecanismos existentes, como todos los viajes realizados a pa¨ªses considerados sensibles por parte de cualquier ciudadano de la UE. ?A qu¨¦ l¨®gica responde pues la propuesta actual, fervientemente defendida por el Partido Popular Europeo?
El problema de seguridad al que se enfrenta Europa es evidente. Las amenazas y riesgos existen, y la necesidad de apuntar a las causas y consecuencias de la pol¨ªtica exterior perseguida por los gobiernos occidentales no elude la urgencia de abordar los desaf¨ªos inmediatos. Pero estos no pasan por el activismo legislativo sin reflexi¨®n ni control, ni por la subversi¨®n de garant¨ªas legales fundamentales, que son las que definen en qu¨¦ consiste nuestro estatus de ciudadan¨ªa y lo que algunos llaman ¡°nuestra forma de vida¡±.
Tampoco por convertir los aeropuertos y pasos fronterizos en zonas de excepci¨®n, en agujeros negros legales por los que pueden caer inocentes y culpables. Los retos de seguridad de la UE pasan por implementar pol¨ªticas de seguridad bien dise?adas, legales y evaluables, as¨ª como por identificar cu¨¢les son los detonantes de la radicalizaci¨®n y abordarlos desde una perspectiva social y de inclusi¨®n.
Sin embargo, en ciertas instancias de decisi¨®n europeas y estatales parece haberse impuesto la idea de que la amenaza al modelo de convivencia y libertades que supuestamente impera en Europa debe ser combatida a partir de la eliminaci¨®n de los mecanismos de convivencia y la supresi¨®n de libertades. Dijo Benjamin Franklin que ¡°aquellos que est¨¢n dispuestos a sacrificar libertades fundamentales a cambio de seguridad no merecen ni libertad ni seguridad¡±. 300 a?os despu¨¦s, seguimos sin aprender esta imprescindible lecci¨®n.
Gemma Galdon Clavell es doctora en Pol¨ªticas P¨²blicas
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