La caja de Pandora
Las malas leyes, las hip¨®critas y c¨®mplices, se pueden cambiar, eso s¨ª, si se cambia al legislador que las promulg¨®
Avui toca Grecia. Seg¨²n la mitolog¨ªa griega, en el principio de los tiempos la bell¨ªsima Pandora era anhelada por todos, pero era portadora de todos los males, que escond¨ªa en un recipiente cerrado. La historia de la humanidad comienza cuando lo destap¨® y se vaci¨® el recipiente desparram¨¢ndose por el mundo todas las desdichas guardadas. El mito griego es pesimista, la maldad no volvi¨® nunca m¨¢s al recipiente.
Cuando muri¨® Franco se abri¨® nuestra democr¨¢tica caja de Pandora. Era la nueva democracia que anhel¨¢bamos, con los viejos males hirviendo en su interior, que se desparramaron por todo el pa¨ªs. Desde entonces convivimos democr¨¢ticamente con ellos, y especialmente con la corrupci¨®n. Los m¨¢s insignes protagonistas de la corrupci¨®n triunfaban en los negocios, en la pol¨ªtica y en los negocios de la pol¨ªtica. Sus andanzas se aceptaban con un cierto benepl¨¢cito social, condescendiente hasta que desbordaban los l¨ªmites del sonrojo y la marginalidad. Por eso ascendieron y luego cayeron Gil y Gil, que era obsceno pero zafiamente castizo, y Rold¨¢n, que era una r¨¦plica en verde del Dioni, o Mario Conde y De la Rosa, embaucadores del pelotazo, pero arribistas ostentosos y marginales, y despu¨¦s el petimetre Blesa, finalmente, un simple tah¨²r. Otros ascendieron durante lustros, y como no eran ni advenedizos ni marginales, todav¨ªa no han ca¨ªdo cuanto merecen. Pujol, muy honorable en su casa y muy necesario fuera de ella, con la aparente discreci¨®n del buen disimulador y con paciente premeditaci¨®n, fue acumulando su sospechosa fortuna.
Como en el pesimista mito de Pandora, la corrupci¨®n desparramada se ha quedado entre nosotros. Nuestros indeseables protagonistas, castizos, arribistas u honorables, no eran unos entra?ables artesanos del fraude. La t¨¦cnica macroecon¨®mica de su modus operandi es macrofraudulenta y macrosustractiva. Se sirvieron, y se sirven, de entidades espa?olas y extranjeras, multinacionales y de para¨ªsos fiscales, privadas y oficiales. Seg¨²n los expertos m¨¢s del 80% de los delitos econ¨®micos importantes, y por lo tanto los de la macrocorrupci¨®n, se cometen a trav¨¦s de entidades, es decir, por personas jur¨ªdicas. Estas, hist¨®ricamente, no pod¨ªan ser penadas, porque todas las penas estaban previstas ¨²nicamente para las personas f¨ªsicas, como la prisi¨®n. As¨ª se produc¨ªan intolerables espacios de impunidad para la corrupci¨®n. Por eso en distintos pa¨ªses europeos se crearon nuevas penas para las personas jur¨ªdicas delictivas, adem¨¢s de las penas que pudieran corresponder a sus due?os o administradores.
Desde 2010 nuestro C¨®digo Penal, siguiendo el modelo europeo, tambi¨¦n castiga a las personas jur¨ªdicas que cometan delitos de estafa, blanqueo de capitales, contra la Hacienda P¨²blica, de tr¨¢fico de influencias, contra el medioambiente, y otros similares. Las nuevas penas previstas para ellas van desde elevadas multas, la inhabilitaci¨®n para obtener subvenciones y la intervenci¨®n judicial hasta la clausura de sus locales o la disoluci¨®n de la entidad. Inicialmente el castigo solo alcanzaba a las entidades privadas. Estaban exentos de castigo los partidos pol¨ªticos, los sindicatos y las entidades del Estado y de las Administraciones P¨²blicas, o sea, las oficiales. Esta exenci¨®n se suprimi¨® en 2012, para reforzar la transparencia, pero ¨²nicamente la de los partidos pol¨ªticos y los sindicatos, no de las entidades oficiales, manjar ¨®ptimo de la macrocorrupci¨®n.
El Gobierno del PP promueve una nueva reforma penal que es hip¨®crita y c¨®mplice con los protagonistas de la ¡®macrorrupci¨®n¡¯
La severidad penal promovida por el Gobierno del PP solo estaba prevista para otros, no para ellos. No pensaron en la G¨¹rtel, ni en sus cajas B, ni en las poderosas corporaciones con pr¨¢cticas de dudosa legalidad. Dicen que los lobbies se movilizaron. Entonces el Gobierno vio la urgencia de anticiparse a posibles futuros riesgos y decidi¨® echar agua al vino de la severidad servido en 2012 solo para otros.
Consecuentemente, el Gobierno, en solitario, vuelve a promover una reforma del C¨®digo Penal, esta vez hip¨®crita y c¨®mplice. Prev¨¦ para las personas jur¨ªdicas un ampl¨ªsimo cat¨¢logo de circunstancias eximentes que consisten en simples tr¨¢mites burocr¨¢ticos al alcance de una buena asesor¨ªa jur¨ªdica. El cat¨¢logo es tan extenso que hasta el Consejo de Estado ha tenido que advertir que estamos ante ¡°un margen excesivamente amplio de exenci¨®n¡±. Este margen desmesurado significar¨¢ la casi imposibilidad de condenar a una persona jur¨ªdica poderosa, una entidad, un banco, un partido pol¨ªtico importante. Se brinda a la macrocorrupci¨®n una puerta trasera para eludir la novedosa severidad punitiva.
Pero recordemos que avui toca Grecia. El fil¨®sofo Emilio Lled¨® nos ense?a que Her¨¢clito dec¨ªa que los pueblos deben luchar por sus leyes como luchan por sus murallas. Veinticinco siglos despu¨¦s, los griegos han o¨ªdo a su maestro. Y, aunque Grecia no es Espa?a, no deber¨ªamos olvidar el viejo consejo. Las malas leyes, las hip¨®critas y c¨®mplices, se pueden cambiar, eso s¨ª, si se cambia al legislador que las promulg¨®.
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