¡°La austeridad est¨¢ provocando un severo problema de salud p¨²blica¡±
La facultativa sostiene que demasiadas veces se tratan con f¨¢rmacos dolencias causadas por las desigualdades sociales
Ya han pasado 35 a?os desde el d¨ªa en el que la doctora Mar¨ªa Jos¨¦ Fern¨¢ndez Sanmamed (Pobra do Carami?al, A Coru?a, 1951) subi¨® por primera vez, reci¨¦n acabada la especialidad de neumolog¨ªa en el hospital de Bellvitge, las empinadas escaleras de una humilde consulta de atenci¨®n primaria en Santa Perp¨¨tua de Mogoda (Vall¨¨s Occidental). Empezaba a ejercer como m¨¦dico de familia. Entonces, recuerda, s¨®lo pensaba ¡°en c¨®mo har¨ªan los pacientes mayores para subir esas escaleras¡±.
La tradici¨®n familiar ¡ªsu padre era m¨¦dico¡ª la empuj¨® a la profesi¨®n, pero fue la vocaci¨®n ¡°por las personas¡± lo que la llev¨® a abanderar el oficio con el que tanto se llena la boca a pesar de haber estudiado otra especialidad: ¡°M¨¦dico de cabecera de la gente¡±. Nueve meses despu¨¦s de jubilarse, Fern¨¢ndez Sanmamed repasa con dureza la situaci¨®n de la sanidad catalana y sigue dando guerra en las plateas, defendiendo la importancia nuclear de la atenci¨®n primaria y proponiendo ideas, como recetar a personas deprimidas por su situaci¨®n socioecon¨®mica la adhesi¨®n a entidades sociales en vez de atiborrarlos de antidepresivos.
¡°Los determinantes de la salud m¨¢s importantes son sociales¡±
Autocr¨ªtica y contundente en su discurso, Mar¨ªa Jos¨¦ define su trabajo como ¡°acompa?ar a los pacientes, no s¨®lo en la enfermedad, sino en la vida y en el bien morir¡±. Durante los 20 a?os que estuvo en Santa Perp¨¨tua de Mogoda ¡ªlos 15 a?os siguientes ejerci¨® en Barcelona¡ª, vivi¨® la renovaci¨®n de la atenci¨®n primaria y la metamorfosis que estos cambios supusieron en la concepci¨®n de la medicina para los pacientes. ¡°La gente ha ido perdiendo capacidad en s¨ª misma y reflexi¨®n para saber qu¨¦ le est¨¢ pasando. Antes ten¨ªamos una narrativa basada en la experiencia y hoy es mucho m¨¢s biom¨¦dica, basada en las pruebas diagn¨®sticas y la medicaci¨®n¡±, explica. Reconoce que ¡°hay una petici¨®n de medicalizarlo todo¡± de los pacientes y asume su parte de culpa. ¡°Se ha medicalizado la tristeza¡±, resume.
Mar¨ªa Jos¨¦ admite que durante la crisis se ha optado por medicar m¨¢s de lo necesario dolencias cuya curaci¨®n estaba lejos de los f¨¢rmacos. ¡°Los profesionales de la salud no hemos sido suficientemente claros al decir que la crisis, la austeridad y las contrarreformas han provocado un severo problema de salud p¨²blica¡±. Apunta que cada caso de depresi¨®n o tristeza relacionado con el contexto socioecon¨®mico que llegaba a las consultas lo han ido solucionando sobre la marcha. ¡°No estamos juntando la pr¨¢ctica con la teor¨ªa. Si hubi¨¦semos estado teorizando y ahora juntando la pr¨¢ctica, estar¨ªamos avanzando mucho en c¨®mo intervenir. No hemos sabido salir de la inercia del discurso que llev¨¢bamos anteriormente¡±, apostilla.
¡°Prescripci¨®n social es recetar la visita a la PAH si hay estr¨¦s por la vivienda¡±
¡°Si los determinantes de la salud m¨¢s importantes son sociales, las soluciones han de ser sociales¡±, repite. Y parece que por fin empiezan a llevarlo a la pr¨¢ctica. ¡°Estamos poniendo en marcha grupos de reflexi¨®n y acci¨®n para ver c¨®mo actuar de forma diferente con la gente que tienen s¨ªntomas y sufrimiento emocional por estr¨¦s, paro, crisis de vivienda¡ Dar una respuesta que no sea un f¨¢rmaco. La prescripci¨®n social, que es recetar que visiten entidades como la PAH si tienen problemas de vivienda, o acudir a grupos de ayuda o de parados son algunas alternativas¡±, asegura.
A quien quiera o¨ªrla, en charlas y conferencias, en los editoriales que publica en revistas o en sus art¨ªculos cient¨ªficos, Mar¨ªa Jos¨¦ alerta, ¡°preocupada¡±, de la situaci¨®n de la atenci¨®n primaria. ¡°Pese a que los sistemas sanitarios basados en una atenci¨®n primaria fuerte son m¨¢s eficientes, se est¨¢n rebajando el concepto de la primaria¡±, advierte. Para ella, la accesibilidad al servicio, la atenci¨®n a lo largo del tiempo y la coordinaci¨®n con otros niveles son las bases, ahora en peligro, sobre las que se vertebra la atenci¨®n primaria. ¡°En los discursos no estamos olvidados, pero en la pr¨¢ctica s¨ª. No hay m¨¢s que ver los presupuestos¡±, critica. Y para muestra, un bot¨®n: en su CAP se jubil¨® ella y otra compa?era, ¡°y s¨®lo han cubierto una de las plazas¡±, apunta indignada.
Hasta el ¨²ltimo d¨ªa de consulta, Mar¨ªa Jos¨¦ mantuvo su m¨¢xima de ¡°acompa?ar en el proceso del buen morir¡± a sus pacientes. Ya muy lejos de ese piso de escaleras empinadas en el que comenz¨® su periplo, la doctora recuerda que, poco antes de jubilarse, cuando certific¨® el fallecimiento de una paciente mayor a la que hab¨ªa acompa?ado en los ¨²ltimos a?os, sinti¨® una profunda tristeza. ¡°No entend¨ªa por qu¨¦ me sent¨ªa as¨ª si yo estaba acostumbrada a vivir eso. Luego comprend¨ª que estaba haciendo el duelo por mi profesi¨®n. Era mi ¨²ltimo acompa?amiento a la muerte¡±.
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