¡°Yo no quer¨ªa denunciar, tengo miedo¡±

A Carlos le extra?¨® que no hubiera nadie en el aparcamiento de la plaza de toros de Las Ventas. No era la primera vez que iba a buscar un contacto a ese conocido punto de encuentro gay. Pero s¨ª ser¨ªa la ¨²ltima. Cuando lleg¨®, a eso de las 23.30, s¨®lo hab¨ªa otro chico en un coche. Cerr¨® el suyo y se acerc¨® a ¨¦l.

¡ª Qu¨¦ raro, no hay nadie ¡ªle coment¨®.

Despu¨¦s, los ojos de terror de ese chico al que acababa de conocer. Gir¨® la cabeza y les vio: ¡°Eran siete u ocho, todos vestidos de negro¡±, recuerda.

¡ª?Maric¨®n! ¡ªgritaron, rode¨¢ndoles.

Corri¨® por el terrapl¨¦n de salida del aparcamiento, se top¨® con la valla que sirve de per¨ªmetro a la carretera de la M-30. Sinti¨® una descarga en el hombro. Tropez¨®. Se protegi¨® la cabeza con los brazos mientras recib¨ªa decenas de patadas en el suelo. Pudo abrir los ojos unos segundos y vio un hueco en la cerca de alambre, se dej¨® caer al arc¨¦n de la autov¨ªa: ¡°Menos mal que no hab¨ªa mucha altura, no sab¨ªa adonde me estaba tirando, solo quer¨ªa huir de ellos¡±.

Sin dejar de correr, mir¨® hac¨ªa atr¨¢s y vio c¨®mo pateaban a aquel chico, del que no volvi¨® a saber nada hasta que un d¨ªa le llam¨® la polic¨ªa.

Hoy se cumple un mes de aquella agresi¨®n hom¨®foba. Carlos no se llama Carlos. Pero prefiere no hacer p¨²blico su verdadero nombre. Tiene 43 a?os. Trabaja como administrativo. Bueno, trabajaba, porque desde entonces est¨¢ de baja en su casa. Tiene el hombro roto por varios sitios: ¡°Cuatro fragmentos de h¨²mero proximal izquierdo con lesi¨®n neurol¨®gica asociada tras agresi¨®n, refiere que le dieron una descarga el¨¦ctrica en regi¨®n de hombro, con disestesias y p¨¦rdida de fuerza para la movilizaci¨®n de mano y dedos desde ese momento¡±, reza el parte m¨¦dico del hospital Ram¨®n y Cajal, adonde le llev¨® una ambulancia del Samur despu¨¦s de que un viandante le prestase ayuda. Carlos tiene una par¨¢lisis ¡°nervio-radial¡± desde el ataque.

¡°No quer¨ªa denunciar¡±, recuerda. ¡°Lo hice porque me convenci¨® mi familia. Tengo miedo¡±.

A las 20.00 horas del 21 de enero, nada m¨¢s salir operado del hospital, se present¨® en la comisar¨ªa de Alcobendas. Aparte de relatar esos mismos hechos, tal y como consta en el atestado, solo pudo aportar que los agresores eran todos varones j¨®venes, de entre 20 y 30 a?os.

Las c¨¢maras de seguridad del aparcamiento de Las Ventas ayudaron a identificar a tres de ellos. ¡°Seg¨²n me dijo la polic¨ªa cuando me llam¨®, todos ten¨ªan antecedentes por otras agresiones¡±, cuenta. Carlos no quiso ir a la rueda de reconocimiento. ¡°Temo que me reconozcan y que tomen represalias. Yo solo quiero recuperarme y olvidar todo esto¡±.

Despu¨¦s supo tambi¨¦n que aquel chico del aparcamiento, tras pasar varios d¨ªas en el hospital, con la nariz rota y operada y todo el cuerpo contusionado, puso su correspondiente denuncia. ¡°?l est¨¢ dispuesto a tirar para adelante¡±, dice Carlos que le dijo el agente. Lo que nunca supo es que los tres chicos que detuvieron los miembros de la Polic¨ªa Judicial eran menores de edad y que pasaron a disposici¨®n del Grupo de Menores (GRUME).