Tendiendo puentes con el diablo
El fil¨®sofo Ignacio Castro desarrolla en un libro de conversaciones su visi¨®n radical de la contemporaneidad
Para Ignacio Castro escribir es algo tan natural, cotidiano e inevitable como respirar. "Escribo hasta en las servilletas de los bares para que no se me escape ninguna idea, algo que leo o que le oigo a alguien. Luego lo llevo a los textos y ya no recuerdo si es m¨ªo o lo he cogido de alguna parte", confiesa. Ahora mismo, asegura, "tendr¨ªa material para tres o cuatro libros", adem¨¢s de otra obra de mayor alcance en la que est¨¢ trabajando. "Si no lo publico es porque no hay m¨¢s editoriales", bromea el fil¨®sofo (Santiago, 1952), que adem¨¢s mantiene una colaboraci¨®n semanal en la revista digital Frontera D, dirigida por otro gallego, el periodista y dramaturgo Alfonso Armada. Pero en medio de esa escritura torrencial, tambi¨¦n hay tiempo para la conversaci¨®n y el debate, como atestigua su libro reci¨¦n salido de la imprenta, Pontes co dia?o (Cors¨¢rias), que ha presentado este mi¨¦rcoles en la Fundaci¨®n Granell de Santiago.
El libro recoge 12 conversaciones o entrevistas con otros fil¨®sofos, periodistas o amigos de muchos a?os de discusiones. En la m¨¢s antigua, que se remonta a 2008,? el conocido ensayista C¨¦sar Rendueles (Sociofobia) se interesa por una de sus obras m¨¢s celebradas, Votos de riqueza. Las cinco ¨²ltimas son mucho m¨¢s recientes, de 2014. Las charlas discurren por los caminos m¨¢s variopintos: de las nuevas tecnolog¨ªas al turismo, de Los Soprano a la guerra de Ucrania, apuntes que asoman en medio de largas incursiones en territorios m¨¢s convencionalmente filos¨®ficos. El hilo que une todos los recorridos y todas las conversaciones es una mirada radical, una cr¨ªtica demoledora del mundo contempor¨¢neo y del capitalismo entendido como sistema de organizaci¨®n de la existencia (ojo, porque, seg¨²n su interpretaci¨®n, del capitalismo participan tambi¨¦n una buena parte de la izquierda, incluida la m¨¢s contundente, y hasta rasgos del propio Marx)
Castro, como prescrib¨ªa uno de sus autores m¨¢s queridos, el viejo Nietzsche, filosofa a martillazos y busca premeditadamente la hip¨¦rbole. Al criticar el mesianismo que impregna las nuevas tecnolog¨ªas, por ejemplo, se puede permitir una arremetida contra "esa nueva raza aria de los nativos digitales". A menudo lo tachan de apocal¨ªptico y ¨¦l no rehuye la etiqueta: "Es que el propio mundo cap¨¬talista es apocal¨ªptico. Escribir y conversar es exagerar. Yo lo hago, aunque siempre con una mirada ir¨®nica".
Dentro de esa radicalidad se inscribe una cierta posici¨®n filorrusa que tambi¨¦n le ha granjeado sus cr¨ªticas, sobre todo a ra¨ªz de su participaci¨®n en un acto organizado por la embajada de ese pa¨ªs en Madrid para analizar el conflicto de Ucrania. "Occidente tiene un problema con lo exterior, con lo que est¨¢ fuera de la muralla que ha construido, no sabe c¨®mo enfrentarse a lo eslavo, a lo musulm¨¢n, incluso a lo lationoamericano, y lo sataniza. Resulta incre¨ªble que ni Alemania ni Francia calculasen que una buena parte de la poblaci¨®n de Ucrania es rusa por tradici¨®n, por cultura, por lengua. En la sociedad occidental hay un racismo latente, aunque solo lo exprese de modo grosero la extrema derecha".
Frente al consumismo y la comunicaci¨®n permanente, frente al "discurso de los medios y la consigna", Castro busca la conexi¨®n con la tierra, con la vida, con lo oscuro, la sombra, la negatividad... Un pensador muy citado en sus conversaciones m¨¢s recientes es el ensayista coreano asentado en Alemania Buyng Chul-Han, pese a que no deje de considerarlo un "autor menor". De ¨¦l dice que es un "conservador antropol¨®gico", definici¨®n que no desagrada al propio Castro: "Para conservar lo que merece la pena hay que ser radical. Lo vemos en Pasolini, en Heidegger, en Nietzsche, en John Berger...".
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