?Tranquilo, compa?ero Pablo¡!
El l¨ªder de Podemos ya se considera la cabeza de la oposici¨®n en el Congreso
Pablo Iglesias tiene una prisa endiablada. Quiere hacerse con Espa?a, y con los espa?oles, antes hoy que ma?ana. Le falta la paciencia, que da serenidad, y empe?ado en conquistar el poder a cualquier precio se muestra dispuesto a todo. Tiene una acreditaci¨®n que le permite acceder al Parlamento europeo, pero a¨²n no ha tenido tiempo para hacerse con una acreditaci¨®n para acceder al Parlamento espa?ol. Le urge en exceso hacerse con ella, pero ya se considera el l¨ªder de la oposici¨®n en ese Parlamento: ¡°Hac¨ªa falta que la oposici¨®n respondiera al Gobierno¡ Por eso estamos aqu¨ª¡ (Podemos) es la fuerza pol¨ªtica que m¨¢s posibilidades tiene de ganarle las elecciones¡ Ojal¨¢ debatamos pronto en televisi¨®n¡±.
?D¨®nde dijo esto el ¨ªnclito Pablo? Pues fue en un foro alquilado por ¨¦l mismo, como si fuera una r¨¦plica para contrarrestar el efecto del debate sobre el Estado de la Naci¨®n que estaba teniendo lugar en el Congreso de los Diputados. Su perorata se titul¨® El otro estado de la naci¨®n, como queriendo dar a entender que lo que estaba aconteciendo en el Congreso era una pantomima. Sin embargo, su rid¨ªculo arrojo s¨®lo pretender hacerse un lugar, aunque sea a codazos, en ese Congreso de las pantomimas. Como si fuera su eco el l¨ªder de Ciudadanos le core¨® en su absurdo preg¨®n para cacarear que ¡°el debate est¨¢ en la calle¡±, y no en el Congreso. S¨®lo el exceso de prisa puede hacer tan est¨²pido a alguien que, posiblemente, no lo es tanto.
El debate, en abstracto, siempre ha estado en la calle, pero Pablo I. Turri¨®n se present¨® a las elecciones europeas porque quer¨ªa debatir en un edificio grandioso y cerrado, no en la calle. ?Qu¨¦ dir¨¢ cuando suba a la tribuna de oradores del Congreso? ?Acaso, lo primero de todo, que no es all¨ª donde se practica un debate leg¨ªtimo, sino que tal se produce en la calle? No, no lo dir¨¢. En ese momento, que va a llegar, hurtar¨¢ el debate a la calle para apropi¨¢rselo como un aut¨¦ntico padre de la patria. Cabe que quisiera cuestionar las palabras de algunos de los que platicaban en el Congreso, pero en el elenco del Congreso hay grupos de izquierdas y de derechas, los hay ¡°encastados¡± y desarraigados, sin embargo intent¨® cargarse la legitimidad de todos de un plumazo porque de los dos estados de la naci¨®n, el que ten¨ªa lugar en el Congreso o en el C¨ªrculo de Bellas Artes, s¨®lo importaba el ¡°otro¡±, el que ten¨ªa lugar en el sal¨®n alquilado.
A ¨¦l y a Albert Rivera (Ciudadanos) les agobia la prisa¡ y a la vez les descalifica, porque la urgencia es enemiga de la reflexi¨®n responsable, y no digamos nada si tal reflexi¨®n se supedita a la consecuci¨®n del poder. ?A qu¨¦ teme, acaso al rearme ideol¨®gico de los dem¨¢s, acaso a que una mejora en la econom¨ªa devuelva a las ideolog¨ªas cl¨¢sicas la credibilidad perdida, acaso a que sus prisas y urgencias terminen por mostrar sus carencias y sus perversas intenciones? Lo que Pablo I. Turri¨®n organiz¨® en el C¨ªrculo de Bellas Artes, con intenci¨®n de desacreditar al aut¨¦ntico debate del estado de la naci¨®n, protagonizado por quienes el pueblo espa?ol eligi¨® democr¨¢ticamente, solo fue una farsa, propia de quienes creen (y quieren llegar a creerse), como en los tiempos del absolutismo franc¨¦s que ¡°el Estado soy Yo¡±.
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