Injusticia en casa de la justicia
El Consejo del Poder Judicial ha sido fiel a la larga tradici¨®n de expulsar o castigar al discrepante
La mayor¨ªa del Consejo General del Poder Judicial que ha sancionado al juez Vidal a tres a?os de suspensi¨®n en su cargo y traslado forzoso puede estar tranquila y satisfecha. Felicidades. Forma parte de una larga tradici¨®n de expulsar o castigar al discrepante o al diferente, tan presente en nuestra historia, y que todav¨ªa sigue viva. Jud¨ªos, moriscos, herejes, liberales, masones y antifranquistas son buen testimonio de ello, y que no decaiga. Enhorabuena a la minor¨ªa por su defensa de la buena doctrina basada en el respeto a los derechos de los ciudadanos, aunque sean jueces. Todav¨ªa hay jueces en Berl¨ªn, como bien dijo el molinero de Postdam en su enfrentamiento con el Rey de Prusia. ?Faltar¨ªa m¨¢s!
Cabr¨ªa interrogarse, ante la gravedad de la sanci¨®n, si el juez ha cometido hechos que guarden alg¨²n tipo de paralelismo con la sanci¨®n impuesta, como prevaricaci¨®n, cohecho, corrupci¨®n, etc¨¦tera. No se le imputa nada parecido a estas deshonrosas conductas, productoras, en s¨ª mismas, de indignidad al ser contrarias a la confianza social depositada en la magistratura y a las que el propio Consejo se ha limitado al imponer la sanci¨®n de la suspensi¨®n por tres a?os.
Se le castiga, concretamente, por haber participado en la elaboraci¨®n de una futura Constituci¨®n de Catalu?a. En ella intervinieron otros juristas, algunos magistrados. Fuera de su horario laboral, sin retribuci¨®n ni encargo. Se le acusa, asimismo, de haber presentado aquel texto en diversos actos p¨²blicos en su condici¨®n de magistrado. Estas actuaciones encajan, seg¨²n el Consejo, en la falta muy grave de haber incurrido en ignorancia inexcusable en el cumplimiento de sus deberes judiciales. Llama la atenci¨®n el esfuerzo rigorista del Consejo, por su severidad y por no ser conforme con los principios de legalidad y de tipicidad. Otra vez, en casa de herrero, cuchillo de palo.
?Qu¨¦ late debajo de tanto empe?o persecutorio? Muchas razones. El caso del juez Vidal es indicativo de la crisis en la que est¨¢ sumergida la Justicia que incluye, entre otros aspectos, el que en ella coexisten dos tipos de juez, ambos admitidos por la Constituci¨®n, la cual no impone ninguno de ellos.
No queda acreditado que se haya producido un quebrantamiento de la confianza social en el Poder Judicial
Al lado del juez cl¨¢sico, pasivo, t¨¦cnico, encerrado en su propio mundo, cartujano y pretendidamente apol¨ªtico (de derechas, por supuesto), encontramos a otra clase de jueces m¨¢s integrados en la sociedad civil, activistas, participantes en actividades extrajudiciales y atentos a la realidad social. Estos jueces consideran que el hecho de serlo no suprime su condici¨®n de ciudadanos y que son, por tanto, titulares del conjunto de derechos constitucionales. Entre ellos el derecho a la libertad de expresi¨®n.
Nadie sostiene, sin embargo, que esas actividades de juez carezcan de l¨ªmites: no han de mermar su dignidad, imparcialidad e independencia. Los jueces son unos ciudadanos especiales, pero ciudadanos. Las resoluciones judiciales del juez Vidal, en ning¨²n caso, se han visto afectadas por su ideario pol¨ªtico ni tampoco consta que debido a aquellas haya habido incidentes ni recusaciones o abstenciones. No queda acreditado que se haya producido un quebrantamiento de la confianza social en el Poder Judicial. La tentaci¨®n de castigar al discrepante est¨¢ omnipresente pero en una sociedad democr¨¢tica que acepta el pluralismo pol¨ªtico y la tolerancia ha de ser vencida so pena de incurrir en el autoritarismo y en la persecuci¨®n de las ideas y de las personas.
El Tribunal Constitucional, en su sentencia 42/2014, entiende que no hay en la Constituci¨®n un n¨²cleo normativo inaccesible a los procedimientos pac¨ªficos de reforma constitucional. El juez Vidal, en realidad, lo que preconiza es esa reforma. Nada m¨¢s. La elaboraci¨®n de una Constituci¨®n catalana no est¨¢ prohibida ni tiene por qu¨¦ ser clandestina. Se trata de una actividad t¨¦cnico-jur¨ªdica con una proyecci¨®n, de futuro, pol¨ªtica. Discrepar de la Constituci¨®n y del TC, si se hace por medios pac¨ªficos y respetuosos, es l¨ªcito y, en una sociedad democr¨¢tica, una obligaci¨®n y una necesidad. La adhesi¨®n a ella y al TC no es obligatoria.
Mantener que el juez Vidal es merecedor de su suspensi¨®n durante tres a?os del cuerpo judicial es representativo de una mentalidad totalitaria que concibe los textos legales y a las instituciones como objetos sagrados merecedores de culto. El discrepante ha de ser apartado, sin remisi¨®n, del Para¨ªso. El principio de proporcionalidad una antigualla. El progreso social y la reforma legislativa, prohibidos hasta nueva orden.
Seamos positivos y contemplemos las actividades del juez Vidal de forma serena y objetiva. Un magistrado profesionalmente ejemplar que, preocupado por un determinado problema, como otros muchos de sus conciudadanos, elabora junto con otros magistrados y expertos jur¨ªdicos un texto legal de futura y no segura vigencia para el caso de que se produzca un cambio en Catalu?a, no merece ser tratado como un ser indigno. Ha de serlo con respeto aun sin compartir su ideolog¨ªa.
No todo est¨¢ perdido, dada la divisi¨®n producida en el Consejo. Si se determina en v¨ªa de recursos por el Consejo o por el Tribunal Supremo que el juez no ha cometido ninguna infracci¨®n y no sanciona su ideolog¨ªa, lo habr¨¢ salvado y, tambi¨¦n su prestigio institucional. La libertad y la discrepancia han de ser protegidas. En suma, se trata de vivir en democracia y seg¨²n la Constituci¨®n. Dif¨ªcil pero necesario.
?ngel Garcia Fontanet es exmagistrado del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a
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