Una lecci¨®n de Arvo P?rt
El compositor se acompa?¨® en Barcelona de Bernat Vivancos, haciendo interactuar la m¨²sica de dos generaciones
Sospecho que al compositor Arvo P?rt (Paide, Est¨°nia, 1935) la idea de dar lecciones le es ajena, por m¨¢s m¨²sicos que le hayan seguido y le siguen a lo largo de una trayectoria que empez¨® cuando a los 14 a?os escrib¨ªa las primeras composiciones y de ¨¦l se dec¨ªa en el conservatorio de Tallin que incluso cuando se sacud¨ªa las mangas le brotaban notas musicales sin cesar. No hablo de eso, s¨¦ poco del asunto. Me refiero a la lecci¨®n que dio en Barcelona la semana pasada, al menos a m¨ª, en el primero de los tres conciertos que el Palau de la M¨²sica le dedic¨® en la bas¨ªlica g¨®tica del Pi. El programa alternaba, con exacta paridad, la m¨²sica de P?rt, que en septiembre cumplir¨¢ los 80 y es internacionalmente celebrado desde hace d¨¦cadas, con la de Bernat Vivancos (Barcelona, 1973), que podr¨ªa ser su hijo y acaba de editar su tercer CD, fruto de un trabajo de a?os poco publicitado.
No se trata de crear escuela, pens¨¦, eso lo hacen muchos, sino de comunicar e interactuar con la creaci¨®n del pa¨ªs que te invita y de hacerlo a trav¨¦s de un creador joven, aprovechando la fama que tienes, que atrae a tantos (la cola era larga en Cardenal Cassanyes media hora antes de la entrada al Pi), para as¨ª darnos a conocer a muchos la obra de Bernat Vivancos. No acostumbramos a verlo, ni en m¨²sica ni en nada. ?Cultura local? Uy, ay, no, para nada... Gracias, se?or P?rt, muchas gracias. Por su m¨²sica y por la nuestra.
Los dos compositores llegaron a la bas¨ªlica acompa?ados de Jordi Savall y, al terminar el maravilloso concierto, se abrazaron y saludaron juntos a todos los que se les acercaron. Qued¨¦ admirada. Ya me hab¨ªa rendido a la interpretaci¨®n del Coro de la Radio de Letonia (no acabo de entender por qu¨¦ el programa de mano lo escribe en ingl¨¦s) dirigido por Sigvards Klava (1962), que lo lleva desde 1992. A cada pieza, las veintitr¨¦s voces se desplazan con levedad por el escenario e intercambian sus posiciones seg¨²n la obra que viene a continuaci¨®n. La mayor¨ªa son bastante j¨®venes. El director ha conseguido un colectivo en que cada voz posee, luce y sobre todo ofrece una individualidad espec¨ªfica, luminosa.
Alternando P?rt y Vivancos en un di¨¢logo, que as¨ª se titulaba el concierto, durante setenta minutos, mitad y mitad, la m¨²sica honda y ligera de los dos compositores flu¨ªa. Pod¨ªas captar qu¨¦ hace uno y qu¨¦ el otro, qu¨¦ es propio de cada uno y qu¨¦ comparten, por qu¨¦ el joven Vivancos es disc¨ªpulo de P?rt, como de tantos otros, y es a la vez due?o de una musicalidad distintiva, que a m¨ª me pareci¨®, dif¨ªcil es decirlo, hecha de murmullos y murmurios. El cr¨ªtico musical Xavier Cester le elogia diciendo que muestra ¡°c¨®mo pasar Monteverdi por la licuadora¡±. De momento, de su licuadora me quedo con el vocalizado Le cri des bergers, obra sin texto que parece hecha de los silencios entre los ecos, y con los dulces murmullos de los seis minutos de Aeternam, introito de misa de difuntos.
De? P?rt me lo quedo todo y es probable que a partir de ahora me quede con cualquier cosa que nos quiera y pueda ofrecernos Vivancos
De Arvo P?rt, a quien descubr¨ª hace treinta a?os, me lo quedo todo y es probable que, a partir de ahora, me quede con cualquier cosa que nos quiera y pueda ofrecernos Vivancos. Subrayo que pueda, que ya sabemos c¨®mo est¨¢ la m¨²sica y cu¨¢ntos enemigos la rodean sin piedad. Comprar¨¦ su In Montibus Sanctis, recopilaci¨®n de su trabajo con la Escolan¨ªa de Montserrat que ha dirigido siete a?os, hasta el 2014. Y de P?rt vuelvo a o¨ªr, una y otra vez, su plegaria de seis minutos Da pacem Domine, que cerr¨® el concierto y dice as¨ª: ¡°Da paz, Se?or, a nuestros d¨ªas / porque aqu¨ª no hay nadie / que luche por nosotros / sino t¨², nuestro Se?or¡±. Que cada cual se dirija a su Se?or, que en esto ni P?rt ni Vivancos ni servidora tenemos nada que decir.
La obra se la pidi¨® Jordi Savall para el F¨®rum de las Culturas de 2004. P?rt empez¨® la composici¨®n dos d¨ªas despu¨¦s de los atentados de Madrid del 11 de marzo y desde entonces es interpretada cada a?o en la ciudad para recordar a las v¨ªctimas. La versi¨®n primera fue para cuatro voces. Desde ese momento hasta ahora ha hecho toda clase de variaciones y la ha reescrito tantas veces como ha cre¨ªdo necesario. La del viernes en Barcelona fue, de nuevo, esencial y a la vez para veintitr¨¦s voces.
No soy en especial mit¨®mana, por no decir nada, pero alguna vez el impulso me lleva hacia el creador. Hace a?os, en la barra del viejo Amaya estaba Almod¨®var tomando tapas y le salud¨¦ con un breve ¡°soy una fan¡± y me largu¨¦ pitando. El viernes, en el Pi, a la salida, pas¨¦ al lado de P?rt, creo que en aquel momento Vivancos estaba con sus amistades, cerca. Me decid¨ª a sacar fotos con el m¨®vil. Mientras preparaba el encuadre advert¨ª que P?rt se pon¨ªa a mi disposici¨®n, abierto a la c¨¢mara. No acostumbro tampoco a dar la mano a mis retratados tras disparar la foto pero el viernes lo hice. El hombre estrech¨® fuerte mi mano y entonces le traslad¨¦ con una sonrisa mi agradecimiento. Que repito aqu¨ª: Gracias, se?or P?rt. Por su m¨²sica y por la nuestra.
Merc¨¨ Ibarz, escritora y profesora de la UPF
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