Un d¨¦cimo, tres millones de euros, 14 personas y un pub de Tetu¨¢n
Absueltos los acusados de no repartir, en 2002, un premio de Loter¨ªa Nacional
En el pub Rey ten¨ªan una costumbre: jugar todas las semanas a la Loter¨ªa Nacional, al n¨²mero 49.032. Tras a?os de apuestas, el due?o del bar y un grupo de 13 asiduos a su barra vieron recompensada su persistencia. El 10 de agosto de 2002 la suerte les sonri¨® y su n¨²mero fue premiado. Pero adem¨¢s del premio regular, una fracci¨®n de una de las series que el grupo pose¨ªa fue agraciada con una bonificaci¨®n especial de 2.940.000 euros. Y justamente el cobro de esa recompensa abri¨® la caja de los truenos entre los felices jugadores; cuatro de ellos se repartieron los casi tres millones de euros. Cuando se enteraron, sus compa?eros de juego les denunciaron por apropiaci¨®n indebida y ahora, en su tercera visita a los juzgados y m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s, la Audiencia Provincial de Madrid les ha absuelto.
El fiscal ped¨ªa seis a?os de prisi¨®n para cada uno de los acusados
¡°Regal¨¦ diez millones de euros y me parece incre¨ªble que est¨¦ aqu¨ª sentado¡±, se quejaba Luis Aranda Abad, propietario del pub de Tetu¨¢n, el pasado febrero en el banquillo de la Audiencia Provincial. Hace varios a?os, Aranda propuso a un grupo de amigos jugar todas las semanas a dos series (la seis y la siete) del mismo n¨²mero de la loter¨ªa (el 49.032). ?l se encargaba de comprar los boletos y posteriormente distribuirlos entre el grupo de manera aleatoria. El reparto o bien se hac¨ªa antes del sorteo o bien a posteriori. Un d¨ªa, uno de los participantes, Francisco Jos¨¦ Esteban, se encaprich¨® de la fracci¨®n siete de la serie siete.
Un billete de loter¨ªa est¨¢ formado por diez d¨¦cimos que a su vez est¨¢n fraccionados para diferenciar unos de otros. La serie, por su parte, refleja la numeraci¨®n de los billetes. Los premios, adem¨¢s de al n¨²mero, se otorgan tanto a la serie como a la fracci¨®n. Esteban pidi¨® permiso al resto de jugadores para quedarse con ese boleto. Cediendo a sus inclinaciones numerol¨®gicas, el grupo accedi¨®. Al poco tiempo, Pilar Ortega tambi¨¦n tuvo una inquietud: Se le antoj¨® la fracci¨®n octava de la serie seis. Se lo coment¨® a Aranda, pero no al resto del grupo, que no supo nada de ese acuerdo hasta que el premio recay¨® en el n¨²mero que llevaban a?os comprando con una bonificaci¨®n especial a la fracci¨®n y la serie de Ortega.
¡°?A quien le ha tocado el premio especial¡±, preguntaron a Aranda los jugadores del pub Rey. ¡°La persona prefiere no decirlo¡±, zanj¨® la cuesti¨®n el propietario del bar. Extra?¨¢ndose ante esa actitud, averiguraron que Ortega era la propietaria del boleto y que hab¨ªa acordado repartir el premio extra con Aranda, Esteban y Nuria Gonz¨¢lez.
Los magistrados respaldan un acuerdo secreto entre dos jugadores
El resto del grupo reclam¨® 36.750 euros por d¨¦cimo jugado y acudi¨® al juzgado, que acab¨® dando respaldando a los demandados. Los jugadores el pub Rey no se quedaron conformes con la sentencia y, en 2009, decidieron recurrir a la Audiencia Provincial, que en esta ocasi¨®n les otorg¨® la razon. ¡°A m¨ª ni me pagaron el caf¨¦, ni el d¨¦cimo¡±, a?adi¨® Aranda, compar¨¢ndose con el medi¨¢tico anuncio de la Loter¨ªa de Navidad, el pasado febrero, de nuevo en la Audiencia Provincial. Tras dos sentencias contradictorias, los jugadores del pub Rey acud¨ªan de nuevo a los tribunales.
Ahora, los magistrados han conclu¨ªdo que no exist¨ªa un acuerdo jur¨ªdico que obligara a compartir el premio eximiendo a los demandados del delito de apropiaci¨®n indebida por el que el fiscal ped¨ªa una pena de seis a?os de prisi¨®n para cada uno de ellos. Dos pruebas han pesado sobre el resto para que los magistrados hayan dado la raz¨®n a los cuatro agraciados. Por un lado, el reconocimiento por parte del grupo de que en caso de que se hubieran repartido los boletos de manera aleatoria, no hubiese tenido existido obligaci¨®n de compartir el premio especial. Por otro, un conjunto de d¨¦cimos, una docena de la serie seis de la fracci¨®n octava, que Ortega present¨® como prueba del acuerdo que ella cerr¨® con Aranda. ¡°Que el grupo desconociera el trato no significa que este no existiera¡±, argumentaron los jueces.
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