Sustantivo y divertido

Anotar que Ram¨®n Rodr¨ªguez ha vuelto no es solo evidencia o t¨®pico, sino quiz¨¢s la mejor manera de resumir lo acontecido este viernes en una Joy Eslava casi llena. Despu¨¦s de un par de ¨¢lbumes entre oscuros y descentrados, el nuevo y flamante Oh, rompehielos tiene todas las trazas de convertirse en eso que viene llam¨¢ndose ¡°disco de madurez¡±. Pero no es solo que el barbado The New Raemon llegara con una soberbia colecci¨®n de canciones bajo el brazo. Sucedi¨® adem¨¢s que a Rodr¨ªguez nos lo encontramos ingenioso, lenguaraz, plet¨®rico, con un desparpajo casi de showman. La versi¨®n improvisada de Bailar pegados, a partir de una broma casual, pasar¨¢ a los anales de la socarroner¨ªa inteligente. El indie, en manos sabias, puede ser sustantivo y divertido a la vez.

La sustantividad proviene de ese repertorio de estreno, bien armado y con much¨ªsimo empaque. Ram¨®n encuentra belleza en las oquedades del ser humano y legitima el orgullo aun cuando las l¨¢grimas pugnan por alcanzar v¨ªa libre en las mejillas. Los seis primeros cortes de Oh, rompehielos sirvieron como tanda inaugural, sin dosificaciones ni complejos. Ram¨®n imprime su voz c¨¢lida y descaradamente mel¨®dica (Reina del Amazonas), el vibr¨¢fono de Marc Clos aporta una elegancia at¨ªpica, los presumibles nervios del estreno son indetectables. Quimera apuesta por la ¨¦pica y el verdadero asombro aflora con El Yeti: pop apenado pero con m¨²sculo, excelentes armon¨ªas vocales, el cum laude definitivo para un creador al borde de los 40.

Hab¨ªa algo en Rodr¨ªguez que trae a la cabeza a Josh Rouse. Enti¨¦ndasenos bien, antes de que alg¨²n tribunal proponga correctivos como al pobre Robin Thicke: ambos comprometen su pellejo por las canciones, les confieren altura y categor¨ªa sin que se noten las costuras. The New Raemon ya era importante con T¨², Garfunkel o Suced¨¢neos. Ahora ha pasado a engrosar las filas de los ineludibles.