Desasosiego en la noche
Se escucharon en Cornell¨¤-El Prat gritos de ¡°asesino, asesino¡± cuando el colegiado expuls¨® a Miranda por el codazo a Abraham
El domingo por la ma?ana nos despertamos doloridos y cansados. La noche fue dif¨ªcil. El s¨¢bado nos fuimos tarde a la cama, de madrugada, dejando a medias La Matanza de Texas. Solos en el sof¨¢ ante el televisor, no pudimos soportar m¨¢s el terror, la sordidez, aquellos personajes fascinantes que encarnaban el mal y que, sin embargo, ten¨ªan tras de s¨ª una terror¨ªfica historia que te daba la posibilidad de comprender, que no justificar, su terror¨ªfico comportamiento. Por la tarde en Cornell¨¤-El Prat se escucharon gritos de ¡°asesino asesino¡± cuando el colegiado expuls¨® a Miranda por el codazo a Abraham. Sergio Garc¨ªa era un personaje de tebeo que ten¨ªa suspendida sobre su cabeza un nubarr¨®n negro que le segu¨ªa all¨¢ donde ¨¦l iba. Eran los nubarrones negros que despu¨¦s descargaron en forma de lluvia y granizo sobre Cornell¨¤ y El Prat.
La toga de los jueces tambi¨¦n es negra, como el luto, como el uniforme arbitral de los a?os setenta, antes de que el color irrumpiera en la caseta arbitral, en los televisores de la clase media y en la Espa?a ¡ªcon perd¨®n¡ª postfranquista. En el club todos dicen que la situaci¨®n de Sergio Garc¨ªa, en tanto que encausado por el ama?o de partidos, no afecta al equipo. Todos ven al capit¨¢n tan contento, ufano y feliz, muy centrado en los entrenamientos y en los partidos. La intenci¨®n de proteger al jugador es loable, pero infructuosa. Sergio Garc¨ªa, Caicedo y Stuani han dejado de marcar goles, el capit¨¢n ya no est¨¢ fresco en sus movimientos, ensombrecido por la nube borrascosa. El solo hecho de estar imputado es un golpe bajo para todos los estamentos del club, incluidos los aficionados. La Asociaci¨®n de f¨²tbol del Jap¨®n destituy¨® como entrenador de su selecci¨®n a Javier Aguirre por los mismos motivos del mismo presunto ama?o. Qu¨¦ pa¨ªs, Jap¨®n. Quiere decirse que poca broma con los efectos de una imputaci¨®n, por mucho que queramos jugar a los trabalenguas llam¨¢ndola investigaci¨®n. Es una investigaci¨®n en un contexto judicial cuya gravedad no se puede disimular de ninguna manera; no se trata de una investigaci¨®n llevada a cabo en un contexto cachondo como el del Teniente Colombo.
Sergio Garc¨ªa, Caicedo y Stuani han dejado de marcar goles, el capit¨¢n ya no est¨¢ fresco en sus movimientos, ensombrecido por la nube borrascosa
Algo del destartalado teniente Colombo ten¨ªa el desali?ado gerente Caszely, delantero chileno que lleg¨® al Espanyol en 1975 procedente del Levante, y antes del Colo Colo, equipo puntero en Chile. Cuando el s¨¢bado anunciaron por megafon¨ªa la presencia en el estadio de Caszely los recuerdos se precipitaron: sentados en el gol sur de Sarri¨¤, a nuestra izquierda l'avi dando patadas queriendo rematar a gol, el se?or que me regala caramelos antes de cada partido, el socio oriundo de las Islas Canarias y su hermosa hija morena inalcanzable para nosotros, que ¨¦ramos bajitos y rechonchos, como Caszely, nuestro ¨ªdolo. Luego hemos sabido que Caszely apoy¨® al presidente chileno Salvador Allende, que la madre de Caszely ¡ªla Sra Olga Garrido¡ª fue secuestrada y torturada por la polic¨ªa de Pinochet, y que actualmente Caszely colabora en materia deportiva con la presidenta chilena Michelle Bachelet, hija de Alberto Bachelet, militar pr¨®ximo a Salvador Allende, muerto en extra?as circunstancias en 1974 durante un interrogatorio.
Es domingo, cae la tarde y el cuerpo nos duele. Como si la tarde nos hubiera ca¨ªdo encima.
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