Sebasti¨¢n Castella, plet¨®rico, due?o y se?or de la tarde
Al noble quinto toro, de N¨²?ez del Cuvillo, se le dio la vuelta en el arrastre
Llegado el quinto, la tarde despert¨® de una cierta monoton¨ªa y se puso interesante por una sola vez. No hay quinto malo, dice el refr¨¢n taurino. Confirm¨® la regla ¡°Juncoso¡±, un colorado de buena pinta, sin exageraciones, y de buen dibujo, como toda la corrida de N¨²?ez del Cuvillo que estuvo en el l¨ªmite de presentaci¨®n. Ese quinto se arranc¨® como una exhalaci¨®n al caballo, sin estar puesto en suerte, y romane¨® bajo el peto como lo hacen los toros bravos. Tanto empuj¨®, que acab¨® echando por tierra a caballo y picador. Repiti¨® carrera en el segundo envite, al relance, tambi¨¦n sin estar puesto como exige la norma. Esta vez fue visto y no visto, porque lo sacaron del caballo para no malgastar fuerzas. Entre vara y vara, un quite por chicuelinas de Castella de vertical y quieta planta. Con el toro bien procesado en la mente de Castella, la faena comenz¨® con tres pases cambiados por la espalda, uno del desprecio y el de pecho tirando por delante toda la proa del toro. Buen inicio; fulgurante. A partir de ah¨ª, la faena fue la de un Castella plet¨®rico, que tore¨® a placer. Hubo de todo en esa faena, y casi todo bien administrado. Noble el toro, pastue?o en su embestida, d¨®cil, obediente, todos los ingredientes para que el torero encontrara la horma a sus deseos e intenciones.
CUVILLO / FANDI, CASTELLA, ROM?N
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, el tercero lidiado como sobrero. Justos de presentaci¨®n y desiguales de juego. Destac¨® el noble y pastue?o quinto, al que se le dio la vuelta al ruedo en el arrastre. El lote de Rom¨¢n, el m¨¢s deslucido.
El Fandi. Estocada trasera (silencio); entera trasera y ca¨ªda ¨Caviso- (oreja).
Sebasti¨¢n Castella. Pinchazo, saliendo desarmado y perseguido, y entera trasera (oreja); entera pasada ¨Caviso- (dos orejas).
Rom¨¢n. Dos pinchazos y entera trasera (silencio); pinchazo, entera perdiendo muleta y tres descabellos (silencio).
Plaza de Valencia, 15 de marzo. 3? de Fallas. Tres cuartos. Rom¨¢n fue asistido de un corte en el dedo coraz¨®n de la mano izquierda, que no le impidi¨® continuar la lidia.
Faena ordenada, sin altibajos. Comuni¨®n total entre ¡°Juncoso¡± y Castella, que templ¨® por los dos pitones. Salpicada esa labor con golpes de inspiraci¨®n, como un pase de las flores, cosido a continuaci¨®n con una serie en redondo, muy redonda ella ¨Cla serie-. Luego, otras dos al natural, enroscado el toro; para terminar, los circulares de rigor que anunciaban el fin del cap¨ªtulo y la fiesta. A placer, Castella. Del tendido salieron voces de protesta, cuando Castella se dispuso a cuadrar al toro, que ped¨ªan el indulto. No era para tal. Muy buen toro por su bondad infinita, pero no para el perd¨®n. Lo vio claro Castella que, sensato, cuadr¨® y tumb¨® al de Cuvillo de una entera algo trasera. De la presidencia asomaron los dos pa?uelos blancos a la vez, y un tercero, el azul, que rend¨ªa honores a la memoria del buen toro. Despu¨¦s de lo de El Fandi en el toro anterior, lo de Castella supo a gloria. Y es que casi era gloria. Un buen Castella ha pasado por Fallas.
Ya en el segundo de turno, Castella se impuso firme. En este segundo, con viaje pero escaso de clase, el torero franc¨¦s comenz¨® por estatuarios. La faena, trabajada muletazo a muletazo, paso a paso, fue posiblemente m¨¢s de lo que el toro merec¨ªa. No hubo tanta armon¨ªa, pero la seguridad de Castella siempre fue valor a?adido. El toro intent¨® resistirse en alg¨²n trance, pero Castella, con ideas muy claras, no se dej¨® sorprender. El toreo de cercan¨ªas final, junto a un circular invertido sacado a golpe de insistencia, fue la propina de una labor con pocos resquicios. Sobria pero compacta.
De Castella a Fandi y Rom¨¢n, un punto y aparte. Fandi ech¨® por la calle del populismo, viniera o no a cuento. Su primero, sin fuste y muy gastado en los dos primeros tercios, casi se le muri¨® en las manos. No hubo toro; no hubo toreo. En el cuarto, toro de paso tan noble como cansino, le cost¨® a Fandi centrarse. La faena no tuvo norte o la br¨²jula del torero se volvi¨® loca, que tir¨® mano de toda la galer¨ªa posible para hacerse con la gente. En medio de un desorden casi ca¨®tico, hubo molinetes de pie, de rodillas, intentos en redondo, un rodillazo, un circular, un desplante¡ Todo cupo por el mismo precio. A todo cien, el premio de esa faena. En ambos toros banderille¨® Fandi con toda la variedad de suertes y buena colocaci¨®n de los palos.
Al primer toro de Castella, segundo de la tarde, le hizo Rom¨¢n un ajustado quite por gaoneras. Tan buen momento no tuvo luego continuidad. El sobrero que salt¨® en sustituci¨®n del inv¨¢lido titular, de hechuras muy diferentes a los que entraron en el sorteo, no fue f¨¢cil ni dif¨ªcil, pero s¨ª tuvo su aquel. Rom¨¢n, sin permiso previo del toro, le dio de entrada dos arrucinas tan ajustadas que hicieron saltar chispas del terno verde botella. Comienzo tan vibrante abri¨® la puerta de la esperanza, pero no hubo continuidad. La faena fue un salto de mata; una combinaci¨®n de muletazos a someter, unos sal¨ªan limpios y otros, enganchados, ensuciaban la cuesti¨®n. El toro, con un derrote seco y por alto en el remate de cada muletazo, se adue?¨® de la situaci¨®n y no dej¨® que Rom¨¢n se centrara. Lo mejor, una primera serie con la izquierda bien llevado el toro y una nota de cierta emoci¨®n en todo. Con el toro dispuesto en su defensa y cada vez m¨¢s vencido por el lado izquierdo, el valenciano enfri¨® el tema con la espada.
El sexto embisti¨® a cabezazos y algo rebrincado. Le comi¨® la moral a Rom¨¢n, que no pudo acoplarse y sorte¨® alg¨²n derrote del toro que llevaba siniestras intenciones. Voluntarioso pero sin las ideas claras, Rom¨¢n pareci¨® incluso perder el ¨¢nimo.
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