Un Wagner para el olvido
La orquesta del Teatro Mariinski de San Petersburgo en su regreso al Liceo dirigida por Valery Gergiev acredit¨® su tradici¨®n wagneriana con 'Trist¨¢n e Isolda'
Cuando la orquesta del Teatro Mariinski de San Petersburgo toca Wagner suena a Wagner sin por ello dejar de sonar rusa. Y en su regreso al Liceo, bajo la direcci¨®n de Valery Gergiev, acredit¨® su tradici¨®n wagneriana en una ¨²nica funci¨®n, en versi¨®n de concierto, de Trist¨¢n e Isolda que tuvo m¨¢s fuerza en la orquesta que en las decepcionantes voces solistas. Fue un Wagner de sonido denso en las cuerdas y potente en los metales, un punto seco y con buenas maderas, rico en el color, pero no siempre preciso y bien ajustado. Siendo una gran orquesta, podr¨ªa haber rendido a mejor nivel con un poco m¨¢s de ensayo y reposo.
Sin la personalidad de Gergiev, esta versi¨®n de Trist¨¢n probablemente habr¨ªa naufragado en las tediosas aguas del formato concertante. Cierto que la importancia de la partitura, absolutamente revolucionaria en la historia del g¨¦nero, tolera mejor la ausencia de la escena que otras obras porque, al fin y al cabo, Wagner concentra la acci¨®n en la emoci¨®n, el drama y la pasi¨®n de las voces, siempre arropadas por una orquesta que abre las puertas la m¨²sica del siglo XX.
Pero ni la t¨¦cnica y el talento de Gergiev, que inyecta energ¨ªa permanente a la orquesta y no se pierde en los detalles instrumentales, puede compensar la pobre actuaci¨®n de dos voces absolutamente insuficientes en los emblem¨¢ticos papeles estelares. La soprano Larisa Gogolesvkaya, de voz muy oscura y agudos destemplados, mantuvo la tensi¨®n dram¨¢tica del personaje en algunas escenas, aunque hizo a?icos la expresividad de Isolda con una l¨ªnea de canto abrupta y truculentos cambios de color. A su lado, el tenor estadounidense Robert Gambill, de voz muy gastada, fue un Trist¨¢n ululante y con serias limitaciones; estuvieron muy mal en el crucial segundo acto y se llevaron no pocos abucheos.
TRIST?N E ISOLDA
Trist¨¢n e Isolda, de Wagner. Robert Gambill, Larisa Gogolesvkaya, Yulia Matochkina, Evgeny Nikitin, Mikhail Petrenko. Coro del Gran Teatro del Liceo. Orquesta del Teatro Mariinski de San Petersburgo. Director: Valery Gergiev. Versi¨®n de concierto. Liceo. Barcelona, 18 de marzo.
La estupenda Brang?nne de la mezzosoprano Yulia Matochkina, de voz bella y bien proyectada y exquisita musicalidad, fue como un b¨¢lsamo de expresividad ante los desatinos de la pareja protagonista. Tambi¨¦n el bajo-bar¨ªtono Evgeny Nitikin -un Kurwenal de buen instinto dram¨¢tico- y el bajo Mikhail Petrenko, que otorg¨® nobleza al rey Marke- dieron m¨¢s satisfacciones, al igual que el coro del Liceo en su breve cometido; uno de sus miembros, el bar¨ªtono Miquel Rosales, asumi¨® con decisi¨®n la intervenci¨®n del timonel, sum¨¢ndose al buen equipo de comprimarios de la compa?¨ªa rusa. Pero, por mucho inter¨¦s musical que aporte Gergiev y su notable orquesta, un Trist¨¢n e Isolda sin Trist¨¢n ni Isolda que den la talla est¨¢ destinado al completo olvido en la selectiva memoria mel¨®mana.
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