Europa puede y debe hacer m¨¢s
Hay que demostrar mucha m¨¢s decisi¨®n ante problemas humanitarios
Hay d¨ªas en las que tengo la sensaci¨®n de que no vivo en Europa, esa parte del mundo en el que damos por supuesto que existe una cultura, unos valores y una forma de hacer pol¨ªtica en la que podemos confiar, un dise?o de instituciones en las que estamos a cubierto de los horrores que acontecen en otras partes, una zona en la que estamos satisfechos de haber nacido, donde podemos tener una vida razonable y en la que nacer no es una desdicha, algo que lamentablemente ocurre en muchas otras partes del mundo.
Esta sensaci¨®n de confort, ¨²ltimamente no es tan s¨®lida; es m¨¢s bien fr¨¢gil. Empiezo a tener miedo de estar atenta a las noticias porque hay muchas, demasiadas, no s¨®lo malas sino que adem¨¢s reflejan aspectos defectuosos de nuestro mundo europeo y hechos terribles que no debieran acontecer.
La muerte de 50 ni?os, adem¨¢s de un n¨²mero tremendo de adultos inmigrantes en el Mediterr¨¢neo, lo que ha ocurrido en la escuela catalana donde un ni?o de 13 a?os ha matado a un profesor y herido a una alumna y a un profesor, las noticias sobre corrupci¨®n que siguen llegando, semana tras semana sin darnos una tregua, la cara del falso shaol¨ªn en la prensa y el recuerdo de lo que hizo a dos mujeres indefensas; hay que tener un coraz¨®n de piedra para poder soportarlo o pasar de largo de tan funestas noticias. Por no recordar el reciente avi¨®n de la compa?¨ªa low cost de Lutfthansa en el que el piloto consigui¨® morir llevando a la muerte a los pobres pasajeros que le acompa?aban en aquel horrendo viaje.
Y lo que describo, como todos saben, no es m¨¢s que una m¨ªnima parte de lo que acontece en nuestro mundo. Muertos, hambre, enfermedad, violencia. No se me escapa que el vivir acarrea mucho dolor y mucha tragedia pero me pregunto, a la luz de los acontecimientos que he mencionado, si hacemos lo necesario para minimizar el sufrimiento. Y la respuesta es no.
Muchas noticias reflejan aspectos defectuosos de este mundo europeo"
La muerte de inmigrantes en el Mediterr¨¢neo no es algo inevitable. Se sabe que al otro lado del mar hay gente que no puede vivir en su tierra y est¨¢ dispuesta a embarcarse en barcazas de mala muerte, despu¨¦s de pagar mucho dinero por llegar a Europa. Pero Europa, un continente envejecido, con una poblaci¨®n formada en valores humanos, valores religiosos, con una ¨¦tica que no permite este tratamiento a seres humanos, no parece poder encontrar un remedio tan aparentemente sencillo, como perseguir a las mafias que controlan las barcazas o algo tan imprescindible como llegar a un acuerdo para decidir recibir en nuestros pa¨ªses no a 50.000 inmigrantes, como acaban de aprobar, sino a muchos m¨¢s. Sabemos desde hace mucho que es mejor ense?arles a pescar en su tierra que darles pescado para comer pero esta soluci¨®n tan pr¨¢ctica y tan utilizada no vale en las circunstancias actuales de crueles guerras en los pa¨ªses de donde los inmigrantes quieren escapar. Hace falta m¨¢s. Los europeos no podremos dormir tranquilos mientras sepamos que en las costas sicilianas y en el sur de Espa?a hay gente esperando a cruzar las fronteras enfrent¨¢ndose a cualquier peligro e incluso a la muerte. Y, en otro orden de cosas, tampoco podemos dormir tranquilos mientras d¨ªa s¨ª, d¨ªa no, se descubra m¨¢s casos de corrupci¨®n y fraude fiscal.
Durante estos a?os de crisis hemos comprobado fehacientemente que las instituciones europeas han reaccionado tarde y mal a los problemas econ¨®micos muy acuciantes de algunos de los pa¨ªses del euro. Hemos comprobado que comportarse cooperativamente cuando las circunstancias as¨ª lo exigen es algo en lo que todav¨ªa no estamos bien entrenados y que, aunque al final se ha actuado, queda mucho por hacer para que los mecanismos econ¨®micos p¨²blicos europeos funcionen de forma eficaz.
Pero es que de lo que estoy hablando es de otra cosa. Es de que este continente tan rico en muchos aspectos y en muchos valores tiene que demostrar mucha m¨¢s decisi¨®n ante problemas humanitarios en nuestras fronteras. Es obligatorio que la pol¨ªtica de inmigraci¨®n cambie, que cambie para bien de todos y que cambie pronto. Es imprescindible que las instituciones privadas y p¨²blicas no cometan errores que ponen en peligro la vida de ciudadanos ni en las escuelas ni en los viajes de avi¨®n y es crucial que entre todos consigamos que la corrupci¨®n y el fraude sea algo tan mal visto que los incentivos a practicarlos se minimicen r¨¢pida y definitivamente.
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