Es campa?a, es tiempo de fiscalidad
La econom¨ªa se hace un hueco en los debates del 24-M con un escenario m¨¢s optimista aunque sin hablar del empleo

Ante contados empresarios socialistas en la asamblea de la patronal vizca¨ªna, el lehendakari I?igo Urkullu hizo un gui?o al previsible entendimiento futuro con el PSE-EE a partir del 24 de mayo. Le bast¨® apelar a la necesidad de alcanzar una fiscalidad "mejor que la actual" para que r¨¢pidamente se entendiera el gesto de condescendencia con su socio de referencia. Quienes albergaban algunas dudas sobre las preferencias del PNV para asentar su estabilidad institucional tienen resuelta la ecuaci¨®n. Pero no acababa ah¨ª la profundidad del mensaje.
Ser¨ªa todo un absurdo ejercicio de simplismo enga?oso reducir el debate pretendido sobre fiscalidad a una consideraci¨®n puntual del lehendakari con el PSE-EE. Y es que el expreso pronunciamiento lleva expl¨ªcito una exigencia de altura pol¨ªtica de la que adolecen las instituciones. El cortoplacismo de las t¨¢cticas partidistas agrieta la autentificaci¨®n de cualquier presupuesto que se precie de acomodar sus ingresos a las exigencias sociales.
O¨ªda la invitaci¨®n "sin exclusiones" y por encima de mayor¨ªas y minor¨ªas, resulta una conclusi¨®n inmediata que el lehendakari asume ya la fiscalidad como una asignatura pendiente. En un ejercicio de reciente memoria, el PNV nunca se lo quiso reconocer al Gobierno de Patxi L¨®pez porque, en el fondo de su estrategia, le supon¨ªa entonces un entreguismo que el orgullo pol¨ªtico jam¨¢s se lo podr¨ªa permitir. Sin embargo, llegado el tiempo de acomodar los ingresos a las exigencias de un desbordado estado de bienestar, toda reforma fiscal es poca.
Pero Urkullu no quiere regates en corto. Pretende compromisos, consciente del riesgo que supone un calendario pol¨ªtico jalonado de envites electorales. Y sabe que ah¨ª est¨¢ la tentaci¨®n de la rentabilidad por encima de los principios. Para demostrarlo, no tard¨® en Cebek en recordar c¨®mo los socialistas no tuvieron "reparo" en lograr un consenso con Bildu en Gipuzkoa en lo relativo al impuesto de patrimonio. "?Estamos en el regate en corto para castigar al que est¨¢ gobernando?", se pregunt¨®. Vaya, palo y zanahoria a los socialistas para guardar las composturas antes de acudir a las urnas.
"?Estamos en el regate en corto para castigar al que est¨¢ gobernando?", se pregunta urkullu
As¨ª las cosas, sin llegar a¨²n al ecuador de la campa?a, la econom¨ªa se ha hecho un hueco significativo en el discurso pol¨ªtico. Lo hace fundamentalmente porque el viento sopla a favor. En una comunidad donde la crisis azot¨® m¨¢s tarde que en el resto del Estad, comienzan a disiparse las dudas sobre el futuro inmediato. Ahora bien, la mejor¨ªa econ¨®mica no se ha convertido todav¨ªa en un argumento mitinero porque hay miedo, hay incertidumbre.
Sobre esta prevenci¨®n cobra protagonismo que Urkullu hablara de recuperaci¨®n ante un aforo donde la mayor¨ªa comparte? ideol¨®gicamente sus coordenadas. El nacionalismo moderado siente el latido del empresariado vizca¨ªno y ah¨ª radica buena parte de su mutua identificaci¨®n. Quiz¨¢ por eso el lehendakari avanz¨® por la senda de la moderaci¨®n sin echarse en manos de un triunfalismo que nunca agrada entre quienes arriesgan el dinero de sus negocios.
Sin arrogarse m¨¦rito alguno en el discurso, el PNV sabe que el mero brote de la incipiente recuperaci¨®n le aporta paralelamente los r¨¦ditos suficientes en su balance pol¨ªtico. Es la conclusi¨®n inmediata de un orden natural aceptado com¨²nmente en el Pa¨ªs Vasco y que, desde luego, lastra las aspiraciones del resto de los partidos, en especial de quien detenta el poder en Madrid.
Pero al aflorar la proyecci¨®n de una progresiva mejor¨ªa econ¨®mica qued¨® taponado el debate sobre el empleo. Quiz¨¢ no era el momento de deslucir el panorama en un contexto m¨¢s propicio para hablar de la internalizaci¨®n y de atraer nuevas inversiones. Es cierto que el lehendakari renov¨® sus votos en favor de un trabajo para los j¨®venes, pero tampoco habr¨ªa quedado mal unas gotas de sensibilidad del resto.
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