AC/DC, la felicidad descomplicada
AC/DC son los patanegra en la fe del rocanrol, los guardianes de las esencias inmutables; la demostraci¨®n de que la felicidad, esa entelequia para el com¨²n de los mortales, est¨¢ a solo unos pocos riffs de distancia.
Con AC/DC casi todo da lo mismo. Es curioso, tenemos enfrente a unos tipos feos, peludos y con los cuernos de Lucifer coronando el escenario, pero parecen un manual de autoayuda, los adalides de la vida descomplicada, unos jorgebucays malotes que predican el amor al pr¨®jimo por medio de la electrocuci¨®n rockera. Poco importa el sonido, que al pobre Malcolm Young le hayan concedido baja m¨¦dica indefinida, que el bater¨ªa titular (Phil Rudd) deba afrontar un peliagudo calendario judicial y, por supuesto, que todos los discos de los ¨²ltimos 40 a?os hayan sido b¨¢sicamente el mismo. A ver si nos enteramos: da igual. Los acedece¨ªnicos son los patanegra en la fe del rocanrol, los guardianes de las esencias inmutables; la demostraci¨®n de que la felicidad, esa entelequia para el com¨²n de los mortales, est¨¢ a solo unos pocos riffs de distancia.
Casi todo es previsible en los oficios de estos predicadores tan aplicados, pese a sus conexiones diab¨®licas, que apagaron las luces del Vicente Calder¨®n a las 22.00, con la puntualidad de una conexi¨®n eurovisiva. Pero la oscuridad les sienta bien a los pastores australianos, porque as¨ª la noche la iluminan las miles de cornamentas coloradas que luce la orgullosa feligres¨ªa. ?C¨®mo afearle a nadie una fe tan inquebrantable en estos tiempos de escepticismo cr¨®nico? ?Y c¨®mo negar el poder¨ªo embaucador de unos sexagenarios capaces de reunir a padres talludos y reto?os imberbes, a rockeros de colmillo largo y curiosos sin ¨¢nimo de prejuzgar, a esperanzas y manuelas? Hum, no computen esta ¨²ltima hip¨¦rbole, pero el resto es tan ins¨®lito, asombroso y ver¨ªdico como el gol de Messi.
A los nueve minutos ya se elevaban 100.000 brazos percutiendo entre s¨ª, de dos en dos, en Shoot to thrill. El ritual fue, como todo ritual, inmovilista: los kil¨®metros del colegial Angus Young, los berridos de Brian Johnson bajo su visera portuaria, el badajo gigante para Hell¡¯s bells, la locura con esa particular Tocata y fuga que es Thunderstruck, traslaci¨®n de Bach al heavy. Todo tan visto como la pirotecnia inaugural o las mu?ecas hinchables. AC/DC son como un anuncio de Ikea, un canto a la despreocupaci¨®n. Lo dej¨® dicho Jagger: el rocanrol puede parecer poca cosa..., pero nos gusta.
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