Cullum y Lamar, diversi¨®n en el Cru?lla
El jazz-pop del ingl¨¦s y el hip-hop del norteamericano, los mejores conciertos del primer d¨ªa
De todo, o de casi todo, como en botica. El Festival Cru?lla de Barcelona es una especie de farmacia en la que hay remedio para todos los males musicales y el paso por sus cinco escenarios ofreci¨® en su primera jornada todo tipo de ung¨¹entos, emplastos y purgas ¨²tiles para levantar el ¨¢nimo y empujar a la danza. Si el baile ha sido tradicionalmente una f¨®rmula para espantar malos esp¨ªritus y alegrar el alma, bailar es la conducta m¨¢s recurrente del personal que visita el festival, una forma de mostrar la satisfacci¨®n ante un montaje de tama?o humano, s¨®lo cinco escenarios, que se recorre sin el concurso de demostraciones atl¨¦ticas, en el que las actuaciones principales se suceden sin solapamientos y que art¨ªsticamente resume su l¨ªnea en los t¨¦rminos expresados por una joven cuando a media tarde ingresaba en el recinto y dec¨ªa a sus amigos: "Aqu¨ª puedes encontrar de todo tipo de todo". Horas m¨¢s tarde, los hechos evidenciaban lo acertado del comentario.
En la primera franja horaria el reinado correspondi¨® al ingl¨¦s Jamie Cullum, un artista para el que se ha inventado el t¨¦rmino enterteintment. Cullum hace jazz, pero lo hace envuelto en celof¨¢n pop y lo expone de forma que si bien el coraz¨®n del espect¨¢culo es la m¨²sica, ¨¦sta va acompa?ada por otros elementos no de menor importancia como subirse al piano (lo hizo ya en Get Your Way, la segunda canci¨®n) y saltar desde el mismo, tocar la percusi¨®n, dar buenos planos al realizador cantando a la c¨¢mara, deambular por escena ansioso y veloz y beber cerveza como si formase parte de una interpretaci¨®n, que lo es. Ese es Jamie Cullum, un canalla divertido que al saludar a la audiencia no dijo s¨®lo que Barcelona es muy bonita, sino que a?adi¨® estar muy contento "de beberme vuestra cerveza", toda una declaraci¨®n de intenciones. A aquella hora, a¨²n de d¨ªa, no hab¨ªa una multitud en el recinto, pero quienes vieron el concierto pudieron disfrutar de un artista que versiona a Cole Porter, Love For Sale, mientras se tira entre el p¨²blico, se acerca al pop con I'm All Over It, percute sobre su piano como si se tratase de una bater¨ªa y canta, alborozado Please Don't Stop The Music, un tema que coge altura a medida que vuela.
En otro escenario, Osibisa, con casi tanto p¨²blico como m¨²sicos sobre el escenario, taparon con su sonido la m¨²sica de Ferran Palau en un entarimado cercano, y una indisposici¨®n del bajista de los islandeses Of Monsters And Men, un grupo de los pocos con perfil indie en el cartel, impidi¨® que la banda islandesa ofreciese un concierto completo. Con un bajista de apa?o actuaron por espacio de cuarenta minutos, sin escatimar su ¨¦xito Little Talks, una canci¨®n euforizante que hizo pensar en unos sanfermines boreales. A esa hora ya funcionaba a destajo la restauraci¨®n, que ahora, como la m¨²sica de Jamie Cullum, necesita de un envoltorio adecuado. Se trata de los camiones de comida, restaurantes m¨®viles que recuerdan a las camionetas que llevan los productos frescos de alimentaci¨®n a los pueblos perdidos. Claro est¨¢ que sus hermanas festivaleras, entre las que la m¨¢s deseada es la Citro?n HZ, la de chapa acanalada, o cualquier otro modelo restaurado con no menos de 40 a?os de historia, son mucho m¨¢s estilosas. Una esperanza para los m¨¢s viejos: antes de claudicar ante la muerte alguien puede pintarles de rosa y reflotarlos para la moda.
El plato fuerte de la noche lo puso m¨¢s tarde Kendrick Lamar, un recitador norteamericano en la cumbre que ofreci¨® un estupendo concierto, ¨²nico en Espa?a, fundamentado en el repertorio de sus dos ¨²ltimos discos. Con una voz con poco cuerpo pero con una cadencia muy sensual y acompa?ado por un tr¨ªo que dio un tono m¨¢s crudo a sus temas, Kendrick abri¨® con Money Trees y toc¨® el cielo con I y King Kunta ante el delirio de, entonces s¨ª, una multitud que se cimbreaba como formando parte de un juncal. Cierto que temas como Poetic Justice perdieron en directo detallismo en relaci¨®n al disco, al faltar volumen en los coros y precisi¨®n en los efectos que pautan los cambios del tema, uno de sus activos, pero se trat¨® de un caso aislado. Fue as¨ª el de Kendrick un estupendo concierto a pesar de no mantener el nivel durante toda su duraci¨®n. La tarde hab¨ªa comenzado con jazz, pisaba el acelerador con hip-hop y m¨¢s tarde acabar¨ªa con formaciones menores cuya finalidad era el baile. La diversi¨®n rein¨® en el Cru?lla.
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