Plet¨®rica negritud blanca

Dol¨ªa contemplar el domingo esos tres crespones negros en la puerta del Caf¨¦ Central para recordar al maestro Krahe, pero esta vida cruenta sigue su inmutable curso. Al menos est¨¢ bien que lo haga con una sorpresa tan vivificante como la de John Nemeth, absoluto debutante en los escenarios espa?oles a quien no extra?ar¨ªa ver en alguna pr¨®xima entrega del festival Black is Back. Ganador al mejor artista y ¨¢lbum de soul-blues con su reciente Memphis grease, el cantante, compositor y armonicista de Idaho es uno de esos blancos de piel que acredita un bagaje art¨ªstico de plet¨®rica negritud. No descubre nada, lo sabemos, pero su voz es fant¨¢stica. Como la de un B.B. King principiante y sin tanta gravilla en la garganta. O, mejor a¨²n, como un Al Green al que le hubieran concedido una segunda juventud.

Nadie tendr¨ªa por amo de los escenarios a este hombre que luce camiseta blanca de Muddy Waters, gafas oscuras, sombrero y perilla, y a quien m¨¢s confundir¨ªamos con una versi¨®n desastrada de John Belushi. Pero su repertorio suena tan bonito como natural: a Nemeth se le percibe tan relajado sobre las tablas como si devorase palomitas durante la retransmisi¨®n de la Superbowl, y no se le desencaja un m¨²sculo ni en pasajes con los que cualquier otro estar¨ªa desga?it¨¢ndose.

Hasta el jueves 16 permanece en cartel este peque?o gran descubrimiento, flanqueado por el sonido rotundo y agreste de sus tres Blue Dreamers. El fotog¨¦nico bajista Mathew Wilson gana cuando ejerce de segundo guitarrista, mientras que el titular, Johnny Rhoades, ofrece en You¡¯re an angel un tutorial de c¨®mo alternar el car¨¢cter ¡°bonito¡±, ¡°sexy¡± o ¡°incendiario¡± en un mismo solo. Si a?adimos que Sooner or later suena, con sus hermosas segundas voces, tan instant¨¢neo como Eli ¡°Paperboy¡± Reed, es normal que Nemeth se hartase de firmar ejemplares de sus vinilos.