Los nuevos marcan puntos
Los movimientos sociales transformados en organizaciones pol¨ªticas con vocaci¨®n de gobierno zarandean estructuras de poder y colocan temas ¡®imposibles¡¯ en la agenda
Como era previsible, los nuevos partidos pol¨ªticos, surgidos de los movimientos sociales de los ¨²ltimos cuatro a?os, son escrutados con una minuciosidad desconocida. Sus adversarios ¡ªpol¨ªticos, sociales o medi¨¢ticos¡ª van a la caza de cualquier desliz para ponerles en evidencia. ?Qu¨¦ buscan? Evidentemente, descalificarlos. Y en esta tarea, nada produce m¨¢s satisfacci¨®n que poder decir ¡°Ya se comportan como casta¡±. Es el placer de ver cumplida la profec¨ªa c¨ªnica: ¡°A la que toquen poder acabaran como todos¡±. Pero, a su vez, es el reconocimiento impl¨ªcito de que la casta existe. Siempre tiene morbo pillar al predicador que clama contra la inmoralidad de los que mandan con las manos en la masa. Los nuevos han abusado de presentarse como pulcros defensores del buen pueblo contra las perversas ¨¦lites dirigentes. Pero es sonora la hipocres¨ªa de los que cuando les vieron llegar gritaron que viene el lobo y cuando este se amansa, en vez de celebrarlo, se rasgan las vestiduras. ¡°Acabar¨¢n incluso aprendiendo a comer bien¡±, o¨ª decir a un distinguido empresario. El factor clase como trasfondo del desprecio y de la negaci¨®n de reconocimiento a los nuevos.
Expuestos a todas las miradas, estos partidos tienen la enorme responsabilidad de estar a la altura de las expectativas generadas. Y hay fundadas dudas sobre su capacidad para afrontar este reto. Promover el cambio en las prioridades de la agenda, que es para lo que han sido elegidos, sin mengua del buen funcionamiento de las Administraciones y afrontando a poderes contramayoritarios que ir¨¢n a por todas, es una ¨ªmproba tarea. La precariedad de unas organizaciones nacidas en el barullo las expone a gran volatilidad. Y la dificultad de navegar con mayor¨ªas escasas y muy compuestas obliga a confiar en liderazgos con imagen independiente y capacidad de empat¨ªa que, como dec¨ªa Richard Sennett, es la virtud que corresponde a la verdadera autoridad. ?Qu¨¦ pasar¨¢ cuando ¨¦stos se marchiten?
Al Gobierno de Rajoy le ha entrado una s¨²bita y desconocida preocupaci¨®n social
Y, sin embargo, estos movimientos sociales transformados en organizaciones pol¨ªticas con vocaci¨®n de gobierno han conseguido ya algunas cosas importantes. La primera de ellas, rebelarse contra el tradicional car¨¢cter evanescente de las grandes movilizaciones. Nadie se esperaba que osaran desafiar a los poderes establecidos y disputar el poder a los partidos tradicionales, forzando la exclusiva puerta tras la que se parapetaba el bipartidismo. S¨²bitamente, la reforma del r¨¦gimen pol¨ªtico est¨¢ en boca de todos. Y el que m¨¢s se resiste a ella, el Gobierno del PP, busca desesperadamente inventos para salvar con leyes el poder que le quitan los votos. No basta con reformar las instituciones, hay que dar un baldeo a la cultura pol¨ªtica imperante. Los partidos tradicionales hablan de comunicar mejor, un eufemismo que supone el reconocimiento impl¨ªcito de que hay que relacionarse de otra manera con la ciudadan¨ªa. El espacio de representaci¨®n se ha ampliado. Gentes que se sent¨ªan excluidas ven ahora opciones para su voto. Es decir, se reintegran a la pol¨ªtica.
El impacto se extiende a la agenda p¨²blica. De pronto suben a lugar destacado temas que los partidos tradicionales descartaban por imposibles: renta b¨¢sica, derechos sociales, limitaci¨®n de desahucios, desigualdad, pobreza energ¨¦tica. Al Gobierno de Rajoy le ha entrado una s¨²bita y desconocida preocupaci¨®n social, Pedro S¨¢nchez habla de ingreso m¨ªnimo asegurado y de extensi¨®n de la protecci¨®n de desempleo, y la lista Juntos por el s¨ª del independentismo catal¨¢n se viste de sensibilidad social. Y el eje de la pol¨ªtica se desplaza ¡ªy ah¨ª entran en juego tambi¨¦n los movimientos independentistas¡ª hacia un nuevo reparto del poder.</CS>
Con todo, la nueva izquierda alternativa necesita pasar con urgencia de la fase negativa a la fase positiva. Para marcar el cambio, es comprensible que se haya empezado con la letan¨ªa de los Nos, que rompe tab¨²s, apunta a intereses descontrolados y revisa compromisos adquiridos nunca cuestionados. Pero ahora es necesario pasar a la fase propositiva. S¨®lo llegar Ada Colau a la alcald¨ªa, un amigo me dijo: ¡°No me preocupa en absoluto lo que har¨¢, sino lo que deje de hacer¡±. Si quieren ganar credibilidad tienen que demostrar que son capaces de proponer mucho m¨¢s de lo que se esperaba. Desde otras prioridades, pero en inter¨¦s de todos.
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