Las piscinas perdidas
Los aires de modernidad que trajo la Rep¨²blica alumbraron los primeros espacios p¨²blicos para practicar deportes acu¨¢ticos en la capital. Hasta entonces eran exclusivos de la ¨¦lite econ¨®mica y de la aristocracia
Lo han cantado y proclamado, pero no es cierto. En Madrid s¨ª hubo playa, y al menos media docena de piscinas hist¨®ricas que han desaparecido. Una de ellas, Stella, sigue en pie, en la calle de Arturo Soria, pero cerrada. Del resto quedan fotos, planos y recuerdos. Como ocurre en El nadador del cuento John Cheever, un recorrido por las primeras piscinas de Madrid depara sorpresas.
?Desde cu¨¢ndo hay piscinas? En contra de lo que cabr¨ªa pensar no fue el asfixiante verano, sino el ocio de las masas lo que las trajo. En el caso de Madrid se debate si la primera fue Ni¨¢gara, una casa de ba?os que abri¨® en 1879 en la Cuesta de San Vicente y que, en 1931, tras varias remodelaciones, aloj¨® el Club de Nataci¨®n Canoe. Sea como fuere, de lo que no cabe duda es de que fue en esa d¨¦cada de los a?os treinta del siglo pasado, con el advenimiento de los aires de modernidad que trajo la Rep¨²blica, cuando empezaron a planificarse y edificarse espacios p¨²blicos de recreo para practicar deportes acu¨¢ticos en la ciudad.
Modernidad, salud, higiene, aire libre y democracia cambiaban radicalmente el concepto de esparcimiento y chapoteo. ¡°Hasta entonces los deportes acu¨¢ticos se entend¨ªan como privativos, propios de la ¨¦lite y la aristocracia, de ah¨ª los clubs n¨¢uticos construidos en el siglo XIX y principios del XX¡±, apunta el catedr¨¢tico de Historia de la Arquitectura Carlos Sambricio. De hecho, el estilo racionalista del Club N¨¢utico de San Sebasti¨¢n inspir¨® gran parte de los proyectos de las primeras piscinas modernas de Madrid.
La reivindicaci¨®n laboral de las cuarenta horas semanales de trabajo que empezaba a instaurarse en Europa cambi¨® tambi¨¦n la idea de tiempo libre, de ocio, para todos. Como el foxtrot o el autom¨®vil, las piscinas empezaron a popularizarse en Europa y EE UU en el periodo dec¨® de entreguerras. Madrid no fue una excepci¨®n, y la ribera del Manzanares, a la que muchos acud¨ªan para refrescarse, dej¨® paso a la planificaci¨®n arquitect¨®nica: ¡°Frente al precario de las pozas surge el boom de las piscinas como reivindicaci¨®n social¡±, se?ala Sambricio.
En 1931 Luis Guti¨¦rrez Soto construy¨® una de las joyas racionalistas perdidas en Madrid: sobre uno de los islotes del r¨ªo Manzanares dise?¨® una piscina p¨²blica con tres piletas. La Isla ten¨ªa forma de barco y constaba de una zona de ba?o en la proa y otra en la popa; adem¨¢s, dentro del puente de mando central se encontraba la piscina cubierta. Hab¨ªa cafeter¨ªa y zona de vestuarios. El agua proced¨ªa del r¨ªo y era filtrada y clorada. El ¨¦xito entre los madrile?os fue inmediato.
Apenas cinco a?os despu¨¦s, en el verano del 36, estall¨® la Guerra Civil. El frente de Madrid pronto alcanz¨® las inmediaciones de esa zona y un ob¨²s de los nacionales impact¨® en la edificaci¨®n de La Isla. Las dependencias de la piscina fueron reconstruidas tras la guerra, pero el desbordamiento del r¨ªo en 1947 volvi¨® a da?arla y, finalmente, en 1954 fue clausurada definitivamente. Se abri¨® una presa y desaparecieron los islotes del r¨ªo.
La Playa de Madrid fue otro de los grandes proyectos de la Rep¨²blica, que tambi¨¦n desapareci¨® tras la guerra cuando se vol¨® la presa que permiti¨® crear esa ribera mesetaria. El lido chulapo fue la primera playa artificial de Espa?a, ubicada en el Manzanares a su paso por el Pardo. Contaba con espacios para practicar remo, nataci¨®n y otros deportes acu¨¢ticos.
¡°El reto era que la clase obrera tuviera esparcimiento, y aquello gener¨® una reflexi¨®n urban¨ªstica a gran escala. Se trataba de una conquista social m¨¢s que de racionalizar la hidrolog¨ªa¡±, explica Sambricio. La Playa formaba parte de todo aquel movimiento. El GATEPAC (Grupo de Artistas y T¨¦cnicos Espa?oles para el Progreso de la Arquitectura Contempor¨¢nea) de Madrid trat¨® de organizar un conjunto de piscinas, ba?os y zonas de deportes en los m¨¢rgenes del Jarama, semejante a la Ciutat del Repos de Casteldefells, que se ide¨® en las inmediaciones de Barcelona.
Del proyecto original de La Playa, dise?ado por Manuel Mu?oz Monasterio entre 1932 y 1934, qued¨® el nombre de ¡°la carretera de la playa¡±, como es conocida hoy la avenida del Cardenal Herrera Oria. Con el franquismo, aquel recinto con peque?os pabellones y embarcaderos de estilo sobrio y pr¨¢ctico fue reconvertido en el Parque Sindical, inaugurado en 1958, con sus inmensas piscinas.
No muy lejos de all¨ª, la piscina de Lago tambi¨¦n se construy¨® en los treinta, junto al Puente de los Franceses. Este dise?o de Luis Casa desapareci¨® tambi¨¦n, pero m¨¢s adelante, en los setenta. Hoy ese terreno lo ocupa la Cl¨ªnica de la Moncloa.
Apartadas del Manzanares se encontraban las piscinas Formentor, Mallorca y Stella, todas ellas en las proximidades de Ciudad Lineal. Formentor, en la calle de Mesena n¨²mero 20, casi esquina a L¨®pez de Hoyos, lleg¨® a contar con un trampol¨ªn de cuatro alturas y se anunciaba presumiendo de tener 3.000 metros c¨²bicos de agua depurada.
La ¨²nica de estas tres piscinas que permanece en pie ¡ªaunque clausurada¡ª es Stella. Los planes para este proyecto datan de los tiempos de la Rep¨²blica, pero se edific¨® entre 1945 y 1947 y el responsable fue Ferm¨ªn Moscoso del Pardo Torre. En 1952 el mismo arquitecto que firm¨® La Isla, Luis Guti¨¦rrez Soto, hizo unas modificaciones al original y en las l¨ªneas de ese edificio racionalista blanco, que hoy se ve desde la M30, se nota su mano.
El due?o de Stella, Manuel P¨¦rez Vizca¨ªno P¨¦rez Stella, quiso poner en marcha una piscina p¨²blica de pago, no un club. Quiz¨¢ por su aire de modernidad sofisticada, cuentan que se convirti¨® en uno de los primeros lugares donde se hac¨ªa topless en Madrid. Fue un bingo una temporada y hoy, aunque cerrado, el edificio est¨¢ protegido. Una historia digna de Neddy Merrill, el personaje de Cheever en El Nadador, con el mismo aire de ruina y decadencia.
Proyectos estancados
La fiebre por el agua para las masas gener¨® multitud de proyectos para la construcci¨®n de piscinas en los a?os de la Rep¨²blica. Gran parte de ellos no llegaron nunca a realizarse, como el Stadium Municipal planeado por el arquitecto Ulargui en los solares de la antigua plaza de toros, en la plaza de Felipe II.
Tambi¨¦n el Ayuntamiento acord¨® en 1932 tramitar el proyecto de instalar parques infantiles con piscina en diferentes plazas de Madrid. El clamor piscinero lleg¨® tambi¨¦n a los peri¨®dicos, y as¨ª Fern¨¢ndez Shaw reclamaba desde las p¨¢ginas de Informaciones en 1935 que se abrieran m¨¢s piscinas en los jardines de Madrid. Parques, plazas jardines, el pueblo necesitaba refrescarse. El arquitecto Mu?oz Monasterio, que dise?¨® la m¨ªtica Playa, firm¨® un proyecto para la transformaci¨®n del estanque del Retiro en ba?os populares en 1932.
Pero quiz¨¢ el plan m¨¢s ambicioso de todos fue Playas en el Jarama. Ba?os Populares, del GATEPAC, que preve¨ªa el desarrollo de m¨¢s de media docena de espacios de recreo acu¨¢ticos en las inmediaciones de Madrid.
Tras la guerra llegaron nuevas piscinas en la Ciudad Universitaria o el Club de Campo, y ya en los setenta con el desarrollismo llegaron las piscinas privadas. Hoy en Madrid se ha multiplicado el n¨²mero de piscinas municipales.
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