V¨¦rtigo en los dedos
El ecl¨¦ctico guitarrista sevillano rememora a B.B. King para luego volver al redil flamenco
La sonrisa de B.B. King preside la entrada del Circo Price en un tama?o tan grande como la leyenda de quien la esbozara. El Rey del Blues nos abandon¨® en primavera, pero su legado cobr¨® cuerpo anoche en el Circo Price por mediaci¨®n de uno de tantos disc¨ªpulos a los que les fue confiando jirones de sabidur¨ªa. El sevillano Raimundo Amador hizo fortuna con sus blueser¨ªas, simbiosis perfecta entre flamenco y blues, pero durante la primera hora prefiri¨® esta vez cargar las tintas en su vertiente m¨¢s el¨¦ctrica, americana y despiadada. Apenas hubo coros femeninos ni incitaci¨®n al palmeo, y s¨ª abundantes desarrollos de 12 en 12 compases, como mandan los c¨¢nones a orillas del Misisipi.
Ha llovido demasiado desde aquellos tiempos en que Raimundo llenaba Las Ventas, pero su comparecencia de ayer ante 960 fieles, ep¨ªlogo para estos anodinos Veranos de la Villa, sirvi¨® para recordar que bien merece un hueco en nuestras oraciones. Al art¨ªfice de Veneno y Pata Negra le sobra paladar y v¨¦rtigo en los dedos a sus 56 a?os, virtud innegociable para afrontar los vericuetos y virguer¨ªas de Mama said (Lenny Kravitz) o Little wing (Jimi Hendrix). Y as¨ª hasta desembocar en un musculoso The thrill is gone, homenaje expl¨ªcito al maestro.
Hay algo de ca¨®tico en el quehacer de Amador, un hombre que ordena el comienzo de un nuevo tema antes de revisar la afinaci¨®n y al que las estrofas pueden sorprenderle lejos del micr¨®fono. Pero las impurezas encuentran n¨ªtido contrapeso en la autenticidad, un patrimonio tan palmario como ese gesto suyo de travesura. Normal que el p¨²blico le jalee con devoci¨®n ("?Raimundo, no te mueras nunca!") y que ¨¦l corresponda con un minutaje generoso, una incursi¨®n en el flamenco jondo, el sorteo de una guitarra y hasta la irrupci¨®n de su nieta To?i Amador para una versi¨®n nada evidente de No dudar¨ªa?(Antonio Flores). Para arrasar en Menudas estrellas, vaya.
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