Lohengrin se relaja en Peralada
El tenor Klaus Florian Vogt combina lied, ¨®pera y opereta en su debut en el festival ampurdan¨¦s
El pasado domingo se apuntaba un nuevo ¨¦xito personal dando vida a Lohengrin en el Festival de Bayreuth y, antes de regresar al m¨ªtico templo wagneriano para volver a interpretar su rol fetiche en el montaje dirigido por Alain Altinoglu - tiene cuatro funciones programadas del 4 al 27 de agosto- el tenor alem¨¢n Klaus Florian Vogt vivi¨® el viernes por la noche un pl¨¢cido debut en el Festival Castell de Peralada. Comparado con la tensi¨®n que genera actuar en un escenario tan significativo como Bayreuth, el bautismo en Peralada transcurri¨® en una atm¨®sfera relajada e intimista que le permiti¨® lucir sus hermosos medios l¨ªricos en una velada en la preciosa iglesia del Carme con el pianista Jobst Schneiderat como fiel acompa?ante.
Vogt comenz¨® con una selecci¨®n con cinco lieder de uno de los m¨¢s deliciosos ciclos de Franz Schubert, La bella molinera; tambi¨¦n dedic¨® al mundo del lied el inicio de la segunda parte del concierto, interpretando dos canciones de Johannes Brahms. Pese a la idoneidad de sus medios para este repertorio, el resultado no pas¨® de la simple correcci¨®n, tanto en cuesti¨®n de matices como en el acompa?amiento pian¨ªstico.
Sabiendo que a Peralada acude habitualmente un p¨²blico amante de la ¨®pera, el tenor alem¨¢n consagr¨® el resto del programa a su mejor repertorio. Tiene la voz y el color ideal de Tamino, as¨ª que bord¨® su aria de La flauta m¨¢gica, de Mozart; y subi¨® el list¨®n de calidad interpretativa en sus dos incursiones en el repertorio wagneriano, regalando matices de extraordinaria delicadeza en Winterst¨¹rme, de La walkyria, e In fernem Land, de Lohengrin.
Wagner fue lo mejor del concierto. La iglesia del Carme, que estrenaba nuevas y c¨®modas butacas, invita a disfrutar el canto de cerca y la proximidad con el cantante permite saborear todos los matices. Y, claro, escuchar a Lohengrin tan cerca, es todo un privilegio que Peralada brinda a su p¨²blico.
En la segunda parte, Klaus Florian Vogt dio m¨¢ximo protagonismo a un repertorio que adoran todos los tenores l¨ªricos del ¨¢rea germ¨¢nica: la gran opereta vienesa. Con la sombra de Richard Tauber flotando en el ambiente, cant¨® con elegancia y dominio del estilo una popular canci¨®n de Hans May y dio lo mejor de s¨ª mismo en las conocidas arias de Franz Leh¨¢r (Friederike y Der Zarewitsch) y Gr?fin Mariza, de Emmerich Kalman (Gr?fin Maritza). Dej¨® para el final otras dos inspiradas p¨¢ginas de Leh¨¢r pertenecientes a El pa¨ªs de las sonrisas, una de sus m¨¢s ambiciosas operetas.
Aunque el concierto dur¨® poco - apenas estuvo una hora en el escenario- solo ofreci¨® dos propinas, entre ellas la conocid¨ªsima Maria de West Side Story, donde, curiosamente, brill¨® menos de lo esperado. Quiz¨¢ por temperamento, Vogt se muestra m¨¢s bien fr¨ªo cuando lo que se espera en este repertorio es un punto de arrebato y m¨¢s calor l¨ªrico. Definitivamente, Lohengrin se relaj¨® en la noche ampurdanesa, una noche que, por cierto, acab¨® pasada por agua con una fuerte tormenta.
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