Placer en estado puro
Dave Holland y Kenny Barron resumen en el Jamboree la historia del jazz contempor¨¢neo
Hace diez meses Dave Holland y Kenny Barron ofrecieron en un teatro barcelon¨¦s una actuaci¨®n para el recuerdo, de esas que parecen dif¨ªciles de superar. Regresaron el lunes para pasar dos d¨ªas en Jamboree y consiguieron lo que parec¨ªa imposible: borrar de la memoria su anterior visita con una actuaci¨®n memorable.
?La diferencia? Sin duda el entorno. Un teatro, por c¨¢lido que parezca, es siempre lejano y eso comporta una cierta frialdad. Las b¨®vedas bajas de Jamboree, sus paredes de piedra vista y su min¨²sculo escenario que se funde con las hileras de sillas como si todo fuera una ¨²nica cosa propician una cercan¨ªa y un calor ambiental en los que cualquier m¨²sica se crece hasta el l¨ªmite de sus posibilidades y m¨¢s. En ese contexto una conversaci¨®n ¨ªntima e intensa entre dos monstruos del jazz puede alcanzar cotas de perfecci¨®n.
El pasado lunes las alcanz¨®.
Ni Holland ni Barron tienen ya nada que demostrar en el mundo del jazz y su reuni¨®n parece m¨¢s una cita de amigos para tomar unas cervezas y charlar que un concierto. Ser les ve felices del momento y disfrutando con las ocurrencias del colega. Y esa felicidad se transmite de inmediato y m¨¢s cuando las ocurrencias de los dos colegas van mucho m¨¢s all¨¢ del chiste para pasar el rato y se adentran en las esencias m¨¢s profundas del mejor jazz.
En Jamboree hubo jazz con may¨²sculas. Un piano y un contrabajo rezumando sensibilidad tanto en sus intervenciones en d¨²o como en sus largos y sinuosos solos. Algunos originales de Barron se entremezclaron con temas de Thelonious Monk o Miles Davis (referencias inevitables para ambos m¨²sicos), de una cierta pureza bopera se pas¨® a la deslumbrante libertad de un calipso luminoso. Y todo ejecutado con una sencillez apabullante, como quien no quiere la cosa, y una sonrisa en los labios.
La historia del jazz contempor¨¢neo resumida en setenta minutos de placer en estado puro.
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