Cuando la ciudad ard¨ªa
La primera aseguradora fue La Mutua que en 1839 cubr¨ªa fuegos y explosiones
Cada vez quedan menos en las fachadas de los edificios. A veces, para verlas hay que entrar en p¨¢ginas de Internet dedicadas a las subastas de lance. En otros casos se ocultan dentro del inmueble, como una de la Assurances Generales en el patio interior de la Casa Jeroni F. Granell de la calle Mallorca. Son las placas que anta?o anunciaban aquellas fincas que estaban aseguradas contra incendios. Esta clase de seguros fue creada en Inglaterra a finales del siglo XVII, tras el pavoroso incendio que devor¨® dos terceras partes de Londres. Las placas aparecieron con posterioridad, cuando los bomberos eran de compa?¨ªas privadas y solo actuaban si ve¨ªan la publicidad de su empresa. En esos a?os, la construcci¨®n en madera, el uso de carb¨®n como combustible y las industrias dentro del casco urbano formaban una combinaci¨®n letal, que hac¨ªa de cualquier fuego una amenaza potencial capaz de destruir barrios enteros.
El primer reglamento se redact¨® en 1833 para un cuerpo de bomberos formado por alba?iles
En Barcelona, el primer reglamento moderno se redact¨® en 1833, para un cuerpo de bomberos formado por alba?iles que dispon¨ªa de una ¨²nica bomba hidr¨¢ulica. Dos a?os despu¨¦s estallaba la primera bullanga, acompa?ada por la quema de los conventos y de la f¨¢brica Bonaplata de la calle Tallers. Ante el impacto provocado por aquellas piras en el ¨¢nimo de los barceloneses se cre¨® la Sociedad de Seguros Mutuos contra Incendios (la Mutua), una mutualidad que en 1839 ya aseguraba m¨¢s de 800 inmuebles. Ofrec¨ªan protecci¨®n contra incendios, rayos, explosiones y motines. Dispon¨ªan de bomba de agua y parque de bomberos propio, que V¨ªctor Balaguer situaba en la calle H¨¦rcules. En esa ¨¦poca el principal temor era la inestabilidad pol¨ªtica, los estallidos de violencia y los bombardeos (como los de 1842 y 1843). La jefatura de bomberos la compart¨ªa el ayuntamiento y la Mutua, dependiendo de si el edificio siniestrado estaba asegurado o no. Sus placas a¨²n son las m¨¢s numerosas, y pueden verse en calles como Pi, Hospital, Notariat o Call.
En la Mutua, los asegurados eran a la vez aseguradores. La primera sociedad an¨®nima que en 1842 ofreci¨® una p¨®liza de incendios fue La Espa?ola. Y muy pronto se crearon nuevas empresas como La Previsi¨®n Espa?ola, La Uni¨®n y el F¨¦nix (que en las calles del Le¨®n y Sagunt conserva sendas placas), La Ib¨¦rica, o La Catalana (placas en calles como Paloma o Portal Nou). Asimismo se introdujeron compa?¨ªas extranjeras como La Paternal y L'Union (cuyas placas a¨²n pueden rastrearse en barrios como Gr¨¤cia), o la Union Assurance (con dos placas supervivientes en la calle Bassegoda). Su trabajo no era f¨¢cil en unas ciudades cada vez m¨¢s inflamables, donde las nuevas m¨¢quinas de vapor y las ca?er¨ªas del gas ven¨ªan a sumarse a los peligros urbanos.
El fuego del momento fue en 1861, cuando se calcin¨® el? Liceo, que no estaba asegurado
Los peri¨®dicos de entonces daban frecuentes noticias de incendios. En 1851 el fuego destruy¨® las f¨¢bricas Capdevila y Armengol de la calle Riereta, provocando diversos heridos y dos v¨ªctimas mortales. Y en 1854 estallaba un conducto del gas en la calle Espasseria, cuya llamarada alcanz¨® un segundo piso. Aunque el gran fuego del momento se produjo en 1861 cuando result¨® calcinado el teatro del Liceo, que no estaba asegurado. Le sigui¨® el taller de pianos Bernareggi en Joaqu¨ªn Costa (a pesar de disponer de una bomba de agua propia), cuyas llamas tuvo que apagar el ej¨¦rcito a ca?onazos. As¨ª como la f¨¢brica Muntades de la calle Carretes, en la que explot¨® la caldera de vapor. Poco despu¨¦s el fuego destru¨ªa el almac¨¦n de borra Trias de la calle del Cid, que a punto estuvo de prender el cuartel de artiller¨ªa de Drassanes. Las factor¨ªas ard¨ªan con facilidad, pero ning¨²n edificio estaba a salvo. El Palacio Real de la plaza Palau se consumi¨® por completo la Nochebuena de 1875, llev¨¢ndose con ¨¦l los archivos del Registro Civil y de los juzgados de Primera Instancia.
En 1898 ya hab¨ªa nuevas clases de siniestro, ese a?o ard¨ªa el pionero Cinemat¨®grafo Col¨®n que la familia Belio regentaba en el Portal de la Pau. En aquella ¨¦poca casi la mitad de las aseguradoras ya eran extranjeras, como L'Urbaine, la Norwich Uni¨®n, la Northern (con una placa bien conservada en la Casa Jaume Estrada de la calle de Sants), o la Royal Exchange Assurances. El nuevo siglo XX tra¨ªa sistemas m¨¢s eficaces en extinci¨®n de incendios, periclitando la costumbre de las placas de seguros que hoy desaparecen de nuestro paisaje como si ya no hubiese fuegos.
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