Los tiernos someten multitudes
Man¨¢ triunf¨® en el Sant Jordi de Barcelona con su receta de amor y ¨¦pica
Era la tercera canci¨®n y el concierto iba entrando en calor. Las luces barr¨ªan el ampl¨ªsimo escenario de un Sant Jordi lleno -15.600 personas- y las enormes pantallas situadas en su parte posterior escup¨ªan im¨¢genes de la banda en escena o llamativas combinaciones de color. Entonces, tras las iniciales La prisi¨®n y Lluvia al coraz¨®n, Fher, el l¨ªder de Man¨¢, el incombustible cuarteto mexicano, dijo algo as¨ª como ¡°esto es Coraz¨®n espinado y que todo el mundo mueva el culo¡±. Y s¨ª, el Sant Jordi fue un enorme culo movi¨¦ndose cadenciosamente, bien, ellas mejor que ellos, al son de esta canci¨®n que bien podr¨ªa haber escrito Santana. El show comenzaba y para no mantenerlo tan arriba luego lleg¨® La cama incendiada, un tema menor que sirvi¨® para que la concurrencia recompusiese un poco su estampa mientras en el escenario brotaban columnas de fuego. Man¨¢ se reencontraba con Barcelona. El triunfo ya se ol¨ªa.
Por si quedase alg¨²n cabo al albur, Man¨¢ jug¨® de inmediato otra carta: Shakira. La vocalista colombiana, todo melena rubia contrastando con su escueto vestido negro, apareci¨® por la parte trasera del escenario para cantar con el grupo Mi verdad, pieza que por vez primera interpretaban juntos en directo tras grabar conjuntamente el clip del tema en Barcelona. Bramido al canto y miles de brazos rematados por el correspondiente m¨®vil almacenaron el recuerdo de otros tantos espectadores. Esos mismos m¨®viles iluminar¨ªan, ellos solos, el recinto al convertirse en manifestaci¨®n ecol¨®gica solicitada por Fher al cantar Cuando los ¨¢ngeles lloran. Fue uno de los instantes m¨¢s pl¨¢sticos de un concierto que renov¨® el ¨¦xito de este grupo de pop-rock cuya personalidad tiene algo de collage.
Y es que Man¨¢ juegan tanto al pop-rock convencional, trufado con baladas perfil El muelle de San Blas ¨Cpuso al Sant Jordi al punto de la nata montada-, como a piezas de regusto latinoamericano tipo La prisi¨®n, la que abri¨® la noche, o Mariposa traicionera ya en su parte final. No faltan coqueteos con el reggae blanco perfil ¡°Clavado en el bar¡±, todo ello salpimentado por el carisma moderado pero efectivo de Fher, el cantante de eterna melena acaracolada y voz con entonaci¨®n de estadio que sabe abrir los brazos como el Cristo de Corcovado. No faltan los constantes requiebros r¨ªtmicos de Alejandro Gonz¨¢lez, un bater¨ªa churrigueresco aquejado por el mal de San Vito, siempre dispuesto a no sucumbir ante la tradici¨®n que indica que el suyo es un puesto oscuro dentro de un grupo. Todo ello aderezado por suaves dosis de sensibler¨ªa, un cultivo estajanovista del amor formulado mediante t¨®picos y lugares comunes, personalidad rockera de libro y unos solos sin m¨¢s significado musical que demostrar qui¨¦n escupe m¨¢s lejos. El perfecto grupo triunfador. Amor de estadio y pop-rock de multitudes, la f¨®rmula imbatible de Man¨¢. Lograron que el Sant Jordi fuese un espect¨¢culo.
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